El drama de la generación sándwich: quiénes son y por qué viven atrapados como cuidadores
Un estudio demuestra la realidad social de las personas que cuidan a la vez de hijos y de sus padres
Por la mañana, vestir, dar de desayunar y llevar a los niños al colegio. A la vuelta, entrar en el trabajo. Por la tarde, recuperar a los menores, hacer la compra, los deberes y la cena. Y, entre medias, si quedó tiempo, acercarse a casa de los abuelos para ver cómo están, hacer algo de comida y acompañar. La dinámica es muy conocida por millones de españoles, pero pocos ponen nombre a una realidad socioeconómica que atenta contra su propio bienestar. Su nombre es generación sándwich y ahora un estudio pone cara a un sufrimiento casi mitológico.
Este doble rol de cuidador puede generar una carga significativa, tanto emocional como física, en quienes lo desempeñan. La presión de equilibrar las demandas laborales, familiares y de cuidado puede conducir a niveles elevados de estrés y afectar la salud mental y física de estas personas.
A ello se suma la falta de apoyo institucional y la escasez de recursos para facilitar estas tareas agravan la situación. De este modo, muchos cuidadores quedan sin la asistencia necesaria para sobrellevar sus múltiples responsabilidades. Una realidad que puede ser al mismo tiempo una revisitación del mito de Sísifo o el castigo al titán Atlas por parte de Zeus: cargar perpetuamente con el peso de sus obligaciones.
Qué es la Generación Sándwich y quiénes son
El término «generación sándwich» fue acuñado en 1981 por la trabajadora social Dorothy Miller. Con ello describió a las personas, inicialmente mujeres de entre 30 y 40 años, que se encontraban simultáneamente cuidando de sus hijos y de sus padres mayores, un fenómeno del que hemos hablado anteriormente en THE OBJECTIVE.
Con el tiempo, este concepto se ha ampliado para incluir a hombres y mujeres de entre 35 y 55 años. Un rango de edad que se enfrenta a la doble responsabilidad de atender a sus descendientes y ascendientes. Este fenómeno refleja los cambios en las estructuras familiares y en los roles de género, donde las tareas de cuidado ya no recaen exclusivamente en las mujeres. No obstante, la literatura científica sobre este paradigma sexual abunda en cómo afecta el fenómeno a las mujeres, especialmente a las casadas.
La expansión de la generación sándwich se debe, en parte, al aumento de la esperanza de vida y al retraso en la maternidad y paternidad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media para tener el primer hijo ha pasado de 25,25 años en 1975 a 31,5 en 2023. Este retraso implica que los padres de mediana edad aún tienen hijos dependientes mientras sus propios padres envejecen y requieren asistencia. Además, la prolongación de la vida adulta de los hijos, quienes permanecen más tiempo en el hogar familiar debido a factores económicos y laborales, contribuye a la carga de cuidados. No obstante, también ha aparecido una diatriba nueva con los nuevos modelos de familia.
Menos hijos también significa menos hombros sobre los que soportar el peso de una familia. Motivos por lo que una menor natalidad aumenta el precio a pagar por los miembros de la generación sándwich. También de cómo el cambio en el paradigma laboral, con la paulatina incorporación de la mujer al mercado laboral, supone una modificación a priori en una responsabilidad del trabajo doméstico que no se ha producido.
Salud mental y deterioro de la calidad de vida: el drama de estar al cuidado de dos generaciones
Las circunstancias socioeconómicas influyen en la distribución de la generación sándwich. La precariedad laboral, los salarios insuficientes y la falta de políticas de conciliación laboral y familiar dificultan que los individuos puedan delegar o compartir las responsabilidades de cuidado. Asimismo, la escasez de servicios públicos de apoyo, como centros de día para personas mayores o guarderías asequibles, incrementa la presión sobre estas personas. En España, se estima que alrededor del 12% de los padres forman parte de la generación sándwich, enfrentando desafíos significativos para equilibrar sus múltiples roles.
La carga de responsabilidades que enfrenta la generación sándwich tiene un impacto notable en su salud mental y calidad de vida. Un estudio reciente de la University College London revela que los «cuidadores sándwich» experimentan un deterioro significativo en su bienestar mental y físico a lo largo de los años. Especialmente, aquellos que dedican más de 20 horas semanales al cuidado de familiares mayores. Es aquí donde se presenta un mayor declive en su salud, evidenciando la relación entre la intensidad del cuidado y el deterioro del bienestar.
El estrés asociado a la gestión simultánea de múltiples roles puede conducir a problemas como ansiedad, depresión y agotamiento. La falta de tiempo personal y la presión constante para cumplir con las demandas familiares y laborales generan una sobrecarga emocional. Además, hay otro elefante en la habitación: la ausencia de apoyo adecuado y la percepción de insuficiencia en el desempeño de sus múltiples funciones. Motivos que pueden pueden incrementar la sensación de aislamiento y frustración entre los cuidadores.
A la conclusión han llegado tras analizar datos de 4.000 personas. 2.000 personas de la generación sándwich y otras 2.000, del mismo rango de edad, pero sin obligaciones familiares. Validados entre los años 2009 y 2000, el informe corrobora la tesis. Los miembros de la generación sándwich tienen más problemas de salud mental, así como problemas de conciliación de sueño y de concentración, en comparación con el otro grupo. Una pérdida de calidad de vida que, insisten, aumenta cuantas más horas semanales se dedican al cuidado de terceros.