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Seis hábitos clave para que los padres fomenten la inteligencia emocional en sus hijos

Estas prácticas son claves para construir una base sólida que favorezca el bienestar emocional y social

Seis hábitos clave para que los padres fomenten la inteligencia emocional en sus hijos

Una familia | Canva

El papel de los padres en el desarrollo emocional de sus hijos es fundamental y va mucho más allá de brindar apoyo y cuidado.

Desde temprana edad, ciertos hábitos y prácticas pueden marcar una gran diferencia en la manera en que los niños aprenden a entender, gestionar y expresar sus emociones.

¿Qué hábitos son esos?

La inteligencia emocional es una habilidad esencial en el crecimiento personal y social de los niños, aunque a menudo queda relegada frente a logros académicos o actividades extracurriculares.

Sin embargo, numerosos estudios, como el realizado por la experta en desarrollo infantil Reem Raouda, demuestran que fomentar la inteligencia emocional desde una edad temprana beneficia al bienestar de los niños a corto y largo plazo.

1. Reconocer las emociones del día a día

El primer paso para gestionar las emociones es reconocerlas. Los padres que practican la inteligencia emocional enseñan a sus hijos a identificar y expresar sus sentimientos, creando un entorno en el que hablar sobre emociones sea algo natural.

Utilizar frases como “parece que estás triste” o “te noto emocionado” ayuda a los niños a desarrollar un vocabulario emocional, lo que les facilita comunicar cómo se sienten y resolver conflictos de manera efectiva.

2. Pedir disculpas cuando es necesario

Un simple «lo siento» puede tener un gran impacto. Los padres que reconocen sus propios errores frente a sus hijos les enseñan valores como la humildad y la responsabilidad.

Este acto demuestra que cometer errores es humano, pero lo importante es asumirlos y repararlos. Este modelo de conducta fomenta la empatía y la capacidad de construir relaciones saludables.

Inteligencia emocional en niños

3. Respetar el silencio emocional

Los padres emocionalmente conscientes entienden que no siempre es necesario intervenir de inmediato cuando los niños enfrentan emociones difíciles.

Acompañar en silencio les permite procesar lo que sienten a su propio ritmo, ayudándoles a desarrollar la autorregulación emocional y a conectar con su intuición.

Este enfoque fortalece la confianza interna y les enseña que está bien tomarse el tiempo necesario para gestionar lo que ocurre en su interior.

4. Validar sus preocupaciones, por pequeñas que sean

Lo que puede parecer un problema trivial para un adulto puede ser muy importante para un niño. Escuchar y tomar en serio las preocupaciones de los pequeños fortalece su autoestima y les enseña que sus sentimientos son valiosos.

Frases como “entiendo que esto te preocupa” ayudan a construir un vínculo de confianza y seguridad emocional.

5. Modelar la cortesía en lugar de imponerla

En lugar de obligar a los niños a ser corteses, estos padres predican con el ejemplo. Expresan gratitud y amabilidad en su día a día, mostrando cómo el respeto y la empatía son parte integral de las interacciones humanas. Esto permite que los niños interioricen estos valores de manera auténtica y no como una obligación.

6. Fomentar la toma de decisiones

Promover la autonomía desde pequeños es clave para desarrollar la inteligencia emocional. En lugar de resolver cada problema por ellos, los padres pueden guiarlos con preguntas como “¿qué opciones tienes?” o “¿qué crees que sería lo mejor?”.

Este enfoque fomenta el pensamiento crítico, la confianza en sí mismos y la habilidad para gestionar los desafíos de manera independiente.

Otros beneficios de fomentar la inteligencia emocional

Comprender y trabajar esta capacidad no solo transforma las relaciones interpersonales cuando sean adultos, sino que también aporta beneficios que repercuten en áreas clave del bienestar integral y el éxito a largo plazo.

  1. Mejora en las habilidades sociales: los niños que desarrollan inteligencia emocional son más empáticos y tienen mejores herramientas para formar relaciones sólidas con los demás.
  2. Mayor resiliencia: aprender a identificar y gestionar emociones les ayuda a afrontar mejor los retos y frustraciones de la vida.
  3. Mejor desempeño académico: aunque pueda parecer contradictorio, la inteligencia emocional tiene un impacto positivo en el rendimiento escolar, ya que ayuda a los niños a manejar el estrés y concentrarse en sus metas.
  4. Salud mental a largo plazo: desarrollar estas habilidades desde pequeños reduce el riesgo de problemas como ansiedad o depresión en la adultez.
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