¿Alergia o resfriado? Cómo distinguir sus síntomas cuando coinciden en el tiempo
Durante algunos momentos del año puede que las dos realidades coexistan y nos confundan

Un hombre a punto de estornudar. | Freepik
Te levantas con la nariz congestionada, los ojos llorosos y un leve picor en la garganta. Puede ser un resfriado, pero también podría ser una alergia. Lo primero que haces es buscar un pañuelo y tomar algo que alivie los síntomas. Pasan las horas y, en lugar de mejorar, te das cuenta de que sigues igual. Empiezas a dudar. ¿No será alergia? O peor aún, ¿y si es un resfriado que se alarga más de lo normal?
Decides probar con un antihistamínico por si acaso. No notas una mejoría inmediata, pero tampoco empeoras. Pasan los días y los síntomas persisten, aunque sin fiebre ni malestar general. Justo cuando te convences de que es alergia, aparecen los estornudos en ráfagas y un ligero dolor de cabeza. Te desesperas. No saber si luchas contra un virus o contra una reacción alérgica te impide tratarlo correctamente.
Finalmente, das con la tecla. Un médico o una observación más atenta te permiten identificar la clave: si hay mucosidad clara y persistente, picor de ojos y síntomas que duran semanas, es alergia. Si hay fiebre, malestar general y secreciones nasales más espesas, es un resfriado. La diferencia parece evidente, pero cuando ambas afecciones coinciden en el tiempo, no siempre es fácil saber qué es lo que realmente te está afectando.
Cuándo coinciden en el tiempo la alergia con el resfriado
Aunque solemos asociar los resfriados comunes con el invierno, lo cierto es que pueden aparecer en cualquier época del año. Son más frecuentes en los meses fríos porque pasamos más tiempo en espacios cerrados y en contacto con otras personas. Sin embargo, en primavera y verano también se producen picos de infecciones respiratorias, especialmente en cambios bruscos de temperatura o en épocas de alergias, cuando las mucosas ya están irritadas y más vulnerables.
Las alergias estacionales, por su parte, tienen una periodicidad más predecible. En primavera, los pólenes de árboles como el plátano de sombra y las gramíneas provocan reacciones en muchas personas. Cuando llega el verano, las alergias pueden persistir debido a los pólenes de maleza o a los ácaros del polvo, que proliferan con la humedad. En otoño, el moho y algunos pólenes tardíos pueden seguir causando síntomas. Por su parte, durante el invierno las alergias tienden a estar más relacionadas con ácaros, epitelios de animales y polvo doméstico.
El problema es que, en los meses fríos, estas alergias perennes pueden confundirse fácilmente con los resfriados. Un ambiente seco por la calefacción, la acumulación de polvo y la exposición constante a alérgenos en espacios cerrados pueden generar congestión, estornudos y secreción nasal clara durante semanas. Esto hace que muchas personas traten su alergia como si fuera un resfriado persistente, sin notar mejoría con los tratamientos habituales para infecciones virales.
Lo que distingue a las alergias de los resfriados

Ambas afecciones pueden compartir síntomas como la congestión nasal, los estornudos y la rinorrea, de la que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE. Sin embargo, hay diferencias clave que permiten distinguirlas. El resfriado suele ir acompañado de fiebre, dolor de garganta y malestar general, algo que no ocurre en las alergias. Además, la mucosidad en un resfriado es más espesa y cambia de color conforme avanza la infección, mientras que en las alergias es acuosa y persistente.
El picor es otro factor determinante. Si notas que la garganta, los ojos o incluso los oídos te pican intensamente, es muy probable que se trate de una alergia. En cambio, si lo que predomina es el dolor de garganta y la tos productiva, lo más probable es que sea un resfriado. Las alergias también provocan enrojecimiento ocular y lagrimeo, síntomas poco frecuentes en los resfriados comunes.
La duración de los síntomas también es clave. Un resfriado suele durar entre siete y 10 días, con una mejoría progresiva. Una alergia, en cambio, puede extenderse durante semanas o incluso meses si la exposición al alérgeno es constante. Si llevas más de dos semanas con síntomas sin fiebre ni sensación de enfermedad general, probablemente estés ante una alergia. Identificar correctamente la causa es esencial para tratarla de manera eficaz y evitar un malestar prolongado sin necesidad.