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Una biomédica advierte: el uso prolongado de omeprazol podría causar SIBO

Su diagnóstico y tratamiento requieren precisión, conocimiento y, sobre todo, una visión integradora

Una biomédica advierte: el uso prolongado de omeprazol podría causar SIBO

SIBO | Canva

En los últimos años, el SIBO se ha convertido en un término habitual en redes sociales, foros de salud e incluso en consultas médicas. Pero a pesar de su creciente popularidad, el fenómeno no es nuevo. De hecho, según explica la biomédica y divulgadora científica Sandra Ortonobes, conocida por su canal de YouTube La Hiperactina, “el SIBO es la consecuencia de un desequilibrio en los mecanismos que normalmente impiden que las bacterias proliferen en el intestino delgado”.

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Este fármaco, muy común para tratar la acidez o el reflujo, podría estar relacionado con un aumento de bacterias en el intestino delgado si se usa durante mucho tiempo. La biomédica Sandra Ortonobes lo explica así: “Hay personas que no producen suficiente ácido en el estómago, y en algunos casos, esto se debe a que toman omeprazol durante largos periodos”. Ese ácido es clave para eliminar bacterias y ayudar a la digestión. Si hay menos ácido, las bacterias pueden crecer donde no deberían.

Un estudio hecho en la Universidad de México también apoya esta idea. Analizó a 200 personas y encontró que quienes tomaban omeprazol por más de un año tenían más casos de SIBO y síntomas más intensos. Aunque todavía no hay una conclusión definitiva, muchos científicos creen que reducir el ácido del estómago puede facilitar que las bacterias se acumulen en el intestino delgado.

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Para entender por qué sucede esto, hay que hablar de la microbiota, que es el conjunto de bacterias y otros microorganismos que viven en nuestro cuerpo, sobre todo en el sistema digestivo. La mayoría está en el intestino grueso, donde ayudan a digerir ciertos alimentos, producen vitaminas y nos protegen de infecciones. En cambio, en el intestino delgado normalmente hay muy pocas bacterias, gracias a dos barreras naturales: el movimiento constante del intestino (que hace que los alimentos sigan avanzando) y los jugos digestivos (como la bilis y el ácido del estómago), que matan bacterias.

Cuando estos mecanismos no funcionan bien las bacterias pueden crecer en exceso en el intestino delgado. Esto es lo que se conoce como SIBO. Este problema puede causar síntomas como hinchazón, gases, dolor abdominal, diarrea y, en casos más serios, dificultad para absorber nutrientes como la vitamina B12 o el hierro, lo que puede provocar cansancio, anemia o pérdida de peso.

Otras causas que explican el SIBO

Más allá del omeprazol, hay otros tres factores fundamentales señalados por Ortonobes:

  1. Problemas de motilidad intestinal: cuando el intestino no se mueve adecuadamente, los alimentos se estancan y las bacterias encuentran el entorno perfecto para multiplicarse. Cirugías abdominales, enfermedades como Crohn o celiaquía, o incluso fármacos como los opioides pueden ralentizar este proceso.
  2. Alteraciones anatómicas: una válvula ileocecal disfuncional puede permitir que bacterias del colon invadan el intestino delgado, alterando su equilibrio microbiano.
  3. Intervenciones quirúrgicas o condiciones crónicas: operaciones gástricas, lesiones o enfermedades crónicas pueden impactar negativamente en la producción de ácidos y bilis, debilitando la barrera antimicrobiana natural.

¿Cómo se diagnostica?

Identificar el SIBO no es tarea sencilla. Aunque la endoscopia con aspiración del intestino delgado es el método más preciso, su alto coste e invasividad lo hacen poco común. En su lugar, se utiliza el test de aliento, una prueba no invasiva que mide los gases (hidrógeno o metano) producidos por la fermentación bacteriana de azúcares administrados al paciente. Sin embargo, su interpretación requiere experiencia. “Muchos factores pueden alterar el resultado: la dieta previa, la presencia de diarrea o incluso la composición natural de la microbiota de cada individuo”, advierte Ortonobes.

Tratamiento: más allá de los antibióticos

La estrategia terapéutica frente al SIBO va mucho más allá de eliminar las bacterias. “Este síndrome es una señal de que algo no va bien en el sistema digestivo”, insiste la biomédica. Por ello, aunque antibióticos como la rifaximina son efectivos en la reducción del sobrecrecimiento, es imprescindible identificar y corregir la causa subyacente. De lo contrario, el problema puede reaparecer una y otra vez. Además, algunos especialistas recomiendan el uso de dietas bajas en FODMAPs, que limitan carbohidratos fermentables para aliviar síntomas, aunque advierten que deben realizarse bajo supervisión médica. El uso de probióticos y prebióticos, por su parte, continúa generando debate: mientras algunos los ven como aliados, otros advierten que pueden empeorar los síntomas si se aplican en fases activas del SIBO.

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