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Moreno no significa sano: por qué el bronceado no es una señal de tener una buena salud

Durante siglos se asoció la palidez al bienestar, pero la realidad de la apariencia no coincide con lo saludable

Moreno no significa sano: por qué el bronceado no es una señal de tener una buena salud

Una mujer tomando el sol. | ©Freepik.

Durante décadas, especialmente en las culturas mediterráneas, se ha asociado el bronceado con la buena salud. Una piel morena se ha interpretado como signo de vitalidad, descanso e incluso de atractivo físico. Sin embargo, esta percepción tiene mucho más de construcción social que de realidad médica.

Estar bronceado no es, en ningún caso, un indicador directo de salud. Una persona puede lucir una piel dorada tras unas vacaciones al sol y, sin embargo, tener problemas cutáneos invisibles o acumulativos. Del mismo modo, una piel clara o sin broncear no implica necesariamente enfermedad, debilidad o descuido. Sin embargo, aún muchos españoles consideran que estar bronceado denota buena salud, como advertía la Academia Española de Dermatología y Venereología en una de sus publicaciones.

Por supuesto, esto no significa que una persona bronceada no pueda estar sana. Pero hay que desterrar la idea de que el bronceado es una condición necesaria para ello. La piel dorada no es sinónimo de bienestar, y asumirlo así puede llevarnos a conductas de riesgo bajo el sol que comprometen nuestra salud cutánea a medio y largo plazo. De hecho, datos de la Universidad de Harvard avalan que la prevalencia del cáncer de piel en países como Estados Unidos se ha multiplicado en las últimas décadas en más de un 50%.

La conceptualización social del bronceado: de pobres a ricos

Durante siglos, en sociedades como las europeas y las asiáticas, la piel pálida fue símbolo de estatus y clase alta. Quienes tenían que trabajar al aire libre estaban expuestos al sol. Como consecuencia, su piel era más oscura, y esto se asociaba a la pobreza o al trabajo físico.

En cambio, las clases altas, protegidas del sol en interiores, mantenían la tez clara como signo de privilegio. Esta distinción fue tan marcada que incluso existían cosméticos blanqueadores para mantener el cutis lo más claro posible. El ideal de belleza se vinculaba directamente a no estar expuesto a las inclemencias del tiempo. Ahora, sin embargo, se vincula a riqueza, salud y belleza.

Sin embargo, este paradigma cambió radicalmente en el siglo XX, especialmente tras la popularización del turismo de playa. Con la llegada del tiempo libre retribuido y la democratización de los viajes vacacionales, lucir un bronceado pasó a ser una muestra de estatus. Estar moreno ya no significaba trabajar al sol, sino haber tenido tiempo para disfrutar del ocio, descansar y viajar a destinos soleados. Ahora conceptualizamos como algo deseable el hecho de estar morenos, a veces sin tener en cuenta la forma en la que nos exponemos al sol.

Sin embargo, bronceado no es necesariamente saludable o sano

Hoy en día, muchas personas siguen asociando la piel pálida con mala salud. Se interpreta como un aspecto apagado, cansado o enfermizo. Sin embargo, esto no siempre responde a una realidad médica. La palidez puede deberse a factores genéticos, a la estación del año o al simple hecho de haber cuidado la piel con fotoprotección. Algo que en sociedades donde mayoritariamente la población es de raza blanca nos debería importar bastante, ya que la prevalencia de los diferentes cánceres de piel es mayor en Europa, América y Australia que en otros países.

Ahora bien, sí hay ciertos tonos en la piel que pueden indicar problemas de salud. Una palidez extrema acompañada de ojeras puede estar relacionada con anemia o fatiga crónica. Un tono amarillento puede advertir de problemas hepáticos, y una coloración azulada en labios o dedos puede ser síntoma de una mala oxigenación. Pero estos signos son mucho más específicos que simplemente tener una piel blanca o no bronceada. Motivo por el que también se insiste en que la protección solar y la autoexploración son las mejores herramientas de defensa. Especialmente entre la gente joven, advierte la Academia Española de Dermatología.

Protección más allá del verano

Por su parte, el bronceado tampoco garantiza salud. De hecho, una exposición solar intensa sin protección puede causar daños en la piel, aunque esta no se queme visiblemente. El uso de protector solar es esencial para un bronceado seguro. Muchas personas aún creen que usar un factor de protección alto impide broncearse, pero eso es falso: uno puede obtener un tono dorado sin renunciar a la fotoprotección. Huelga decir que, como decimos, esa prevalencia del cáncer podría reducirse con una correcta fotoprotección, además de con pautas de exposición más breves, especialmente en los momentos de mayor radiación del año.

El verdadero riesgo no está en el color que alcanza nuestra piel, sino en la forma en que lo conseguimos. Broncearse sin protección multiplica el riesgo de envejecimiento prematuro, manchas solares y cáncer de piel, del que hemos hablado varias veces en THE OBJECTIVE. La mejor manera de tener una piel saludable es protegerla del daño, no someterla a él en nombre de un ideal estético.

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