Frances Aguayo, psicóloga: «Siete lecciones sobre salud mental que nos deja 'Lilo y Stitch'»
Esta película de ‘Disney’ fue una metáfora suave de las realidades invisibles que muchos vivieron en silencio

Lilo y Stitch | Distribuidora Disney
A primera vista, Lilo y Stitch parecía una película infantil sobre una niña solitaria y un experimento alienígena con mal genio. Pero más allá del colorido hawaiano y los momentos de comedia, la historia escondía lecciones profundas sobre salud mental, vínculos afectivos y traumas no resueltos. Hoy, con ojos adultos, podemos ver que esta obra animada hablaba de nosotros, de nuestras heridas y de lo que significa cuidar y ser cuidados en medio del caos. La psicóloga Frances Aguayo, especialista en motivación, amor propio y relaciones, señala que «las narrativas infantiles muchas veces guardan claves emocionales que solo comprendemos cuando crecemos. Lilo y Stitch es un espejo emocional disfrazado de aventura alienígena».
1. No siempre aprendemos a vincularnos desde el amor
Stitch no sabe amar sin destruir. Lilo se aferra con intensidad, como si cada vínculo pudiera desvanecerse en cualquier momento. Aguayo explica que «cuando el afecto ha estado marcado por el abandono o la violencia, podemos crecer sin un mapa sano de cómo amar sin herir ni perder». Ambas criaturas se buscan desde la herida y aprenden, poco a poco, que el amor también puede construirse, aunque no sepamos cómo al principio.
2. La infancia también puede doler, pero no siempre lo notamos
Lilo no está malcriada, está en duelo. Su comportamiento errático, desafiante y a veces violento, no es más que una expresión emocional de un dolor que nadie ve. Aguayo aclara que «los niños no siempre tienen palabras para nombrar su sufrimiento, por eso lo gritan con actos que a veces interpretamos como desobediencia».
3. Cuidar no es instintivo: también se aprende
Según Aguayo, Nani, la hermana mayor de Lilo, asume el rol de madre a los 19 años. Grita, se desespera, se equivoca. Pero permanece. Y en esa constancia torpe también hay amor. Y es que el cuidado no siempre es dulce y perfecto. A veces es caótico, impulsivo, lleno de miedo, pero sigue siendo cuidado.

4. El ‘auto boicot’ muchas veces es miedo disfrazado
Stitch destruye lo que ama porque teme no saber cómo sostenerlo. La experta en psicología lo resume así: «cuando amar se ha asociado al abandono, la cercanía emocional puede sentirse como una amenaza. Entonces, por miedo, lo arruinamos todo antes de que nos lo quiten».
5. ‘Ohana’ significa familia: nunca abandonar ni olvidar
Esta frase se convirtió en el corazón emocional de la película. No porque romantice la familia perfecta, sino porque muestra lo contrario: el amor real se queda, incluso cuando es difícil, siempre y cuando no nos haga daño y respetemos nuestros propios límites. Frances Aguayo lo interpreta como «una invitación a la permanencia afectiva, no desde la obligación, sino desde el compromiso emocional de sostenernos unos a otros, incluso en el desastre».
6. Heridas no resueltas crean relaciones difíciles
Lilo y Stitch no se encuentran desde la sanación, sino desde el dolor. Por eso se hieren, pero también se transforman. Aguayo afirma que «la verdadera conexión no se da cuando todo está resuelto, sino cuando dos personas deciden acompañarse mientras sanan».
7. Ser cuidador sin haber sanado también lastima
Nani está rota. Pero aun así, cuida. Y esa contradicción puede ser tan heroica como desgastante. La psicóloga advierte que «cuando cuidamos desde la herida, podemos proyectar nuestras propias frustraciones en quienes intentamos proteger. Por eso es vital acompañar al cuidador, no solo al cuidado».
La salud mental también vive en las historias que nos contaron
Hoy entendemos que aquellas escenas eran mucho más que entretenimiento. Eran una invitación a abrazar nuestras partes rotas. «A veces lo único que necesitamos es que alguien nos mire con ternura y diga: aquí puedes quedarte, incluso en tu caos.» afirma Frances Aguayo. Tal vez no lo vimos de niños, pero ahora lo comprendemos: las películas que nos marcaron también nos hablaban de salud mental. Y Lilo y Stitch lo hizo con una honestidad que, con suerte, hoy sí podemos reconocer.