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Ver en la oscuridad no es cosa de ciencia ficción: estas lentillas pueden hacerlo posible

La idea es que incluso se pudiera conseguir con los ojos cerrados gracias a unas nanopartículas

Ver en la oscuridad no es cosa de ciencia ficción: estas lentillas pueden hacerlo posible

Un hombre colocándose lentillas. | ©Freepik.

Desde tiempos remotos, el ser humano ha mirado con envidia las habilidades del mundo animal. Nos faltaban garras, colmillos o una velocidad de vértigo, pero aprendimos a fabricar armas, ruedas y motores. Donde no llegaba nuestro cuerpo, sí llegaba nuestra inteligencia, capaz de inventar herramientas que compensaran nuestras carencias naturales. Poco a poco, la tecnología nos ha permitido alcanzar metas que parecían fuera del alcance de nuestra especie.

La historia de la humanidad es, en gran medida, una lucha por expandir los límites de lo que podemos hacer. No éramos los más grandes ni los más fuertes, pero hoy levantamos edificios de cientos de metros. No nacimos con alas, pero conquistamos el cielo en aviones, planeadores y cohetes. Nuestra vista, comparada con la de otras especies, nunca fue extraordinaria; sin embargo, con gafas, microscopios, prismáticos y telescopios, hemos aprendido a ver lo borroso, lo diminuto y lo lejano.

Ahora, un nuevo avance científico de la University of Science and Technology of China promete dar un paso más allá: la posibilidad real de ver en la oscuridad. Un equipo de investigadores ha desarrollado unas lentes de contacto capaces de convertir luz infrarroja en luz visible, permitiendo que los ojos humanos accedan a un tipo de visión que hasta ahora sólo era posible con dispositivos electrónicos complejos. La ciencia, una vez más, se aventura donde la biología se detiene.

¿Veremos en la oscuridad en el futuro?

Según un estudio publicado en la revista Cell, un equipo de científicos ha logrado introducir nanopartículas especiales en lentes de contacto sin alterar su transparencia ni sus propiedades ópticas. Estas nanopartículas actúan como traductores de luz: convierten la luz infrarroja, invisible para el ojo humano, en luz visible. Gracias a esta conversión, las lentes permiten detectar el entorno incluso cuando no hay luz natural ni artificial.

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A través de la introducción de nanopartículas se conseguiría que la luz infrarroja permitiera la visión en condiciones de oscuridad total. ©Freepik.

En experimentos previos, ya se había conseguido este efecto en ratones, donde se insertaban las nanopartículas directamente en el ojo. Pero ahora, por primera vez, se han logrado fabricar lentes de contacto compatibles con el ojo humano que reproducen el mismo mecanismo sin intervención quirúrgica. Las lentes son suaves, cómodas y no requieren energía externa para funcionar, lo que las haría idóneas para su uso cotidiano. No obstante, hablamos de un caso particular, dejando claro que dormir con determinado tipo de lentillas o mantener los ojos cerrados con ellas no es recomendable. Algo de lo que ya hablamos en THE OBJECTIVE.

La clave está en la cantidad de nanopartículas insertadas. El estudio demuestra que, con la densidad adecuada, es posible transformar suficiente cantidad de luz infrarroja en un espectro visible sin comprometer la claridad de la visión. Esto no sólo significa ver en la oscuridad, sino también acceder a un tipo de percepción que hasta ahora era exclusiva de cámaras térmicas o visores militares. La supervisión humana, hasta hace poco una fantasía, empieza a parecer una posibilidad concreta.

Cómo han conseguido que estas lentes permitan ver en la oscuridad

El ojo humano sólo es capaz de detectar una pequeña franja del espectro electromagnético: la llamada luz visible. Todo lo que queda fuera de ese intervalo —ya sea ultravioleta, rayos X o infrarrojo— permanece, literalmente, fuera de nuestro alcance. Pero las nuevas lentes desarrolladas por el equipo de investigación chino liderado por Gang Han, Tian Xue y Baoquan Ding han logrado extender esa capacidad sensorial hacia frecuencias más allá del rojo, permitiendo captar imágenes incluso en condiciones de oscuridad total. Y lo han hecho sin necesidad de emplear dispositivos electrónicos ni grandes equipos ópticos.

A simple vista, estas lentes son prácticamente idénticas a unas lentillas comunes. Son suaves, transparentes y cómodas de llevar. Sin embargo, su interior alberga una tecnología puntera: millones de nanopartículas que funcionan como conversores ópticos. Estas estructuras microscópicas pueden transformar la luz infrarroja cercana —en el rango de 800 a 1600 nanómetros— en luz visible para nuestros ojos. Así, la radiación a 808 nanómetros se convierte en verde, la de 980 en azul, y la de 1532 en rojo, formando imágenes completas allí donde antes sólo había sombras.

Curiosamente, durante las pruebas se observó que la visión infrarroja era más eficaz cuando los ojos de los participantes estaban cerrados. Aunque parezca contradictorio, tiene su lógica: el infrarrojo penetra mejor a través de los párpados, y al no haber interferencias de la luz visible, el contraste con el entorno es mayor. Esta peculiaridad abre una puerta interesante a nuevas formas de percepción, quizás incluso más allá de la vista convencional. Ver con los ojos cerrados, en un sentido literal, ya no es sólo una metáfora espiritual.

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