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Por qué en verano estás mucho más cansado: apnea, bruxismo y un sistema nervioso en alerta

El insomnio de verano, el bruxismo y las apneas leves pueden estar detrás de la fatiga que afecta a tantas personas

Por qué en verano estás mucho más cansado: apnea, bruxismo y un sistema nervioso en alerta

El verano hace que estemos más cansados | Freepik

Cuando llega el verano con las vacaciones y los días se alargan, muchos piensan que por fin podrán dormir más y mejor. El ritmo baja, los horarios se relajan y las obligaciones parecen desaparecer. Sin embargo, para muchas personas esta estación es, paradójicamente, en la que más agotamiento y fatiga arrastran. A pesar de dormir más horas, se despiertan con la sensación de no haber descansado del todo.

La razón es compleja, pero no es nueva: el calor interfiere con la fisiología natural del sueño. No se trata solo de pasar calor o de sudar durante la noche, pues la temperatura elevada impide que el cuerpo alcance fases profundas de descanso, altera la respiración y, en muchos casos, activa patrones como el bruxismo o la apnea del sueño leve, que interrumpen el proceso de recuperación sin que lo notemos. Dormir más no siempre significa dormir mejor, y el verano es el mejor ejemplo.

Además del clima, hay otros factores que inciden en ese sueño superficial y poco reparador: cambiar de colchón o de entorno, usar ventiladores mal orientados o aire acondicionado durante horas, o incluso la tensión acumulada en la mandíbula. Cada uno de esos elementos puede parecer menor por separado, pero juntos configuran un escenario que deja al sistema nervioso en alerta. Y cuando eso ocurre, ni ocho horas de sueño son suficientes para despertar con energía.

Dormir más no siempre significa dormir mejor

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El calor nocturno interrumpe el descanso profundo. Las noches tropicales —por encima de 20 °C— y aún más las tórridas —más de 25 °C—, cada vez más frecuentes en España según AEMET, condicionan la fisiología del sueño. Los estudios realizados al respecto han demostrado que las altas temperaturas prolongan el tiempo que tardamos en dormirnos y multiplican los microdespertares, reduciendo especialmente el sueño profundo (etapas REM y N3).

La mayoría de las personas asocia dormir con roncar o no roncar, pero existen casos de apnea leve sin ronquido aparente que interrumpen las fases profundas del sueño. Según la doctora Sofía Rodríguez Moroder, de la clínica CráneoSalud, «hay casos de apnea del sueño leve sin ronquido aparente que interrumpen el ciclo del sueño profundo y hacen que el cuerpo nunca llegue a descansar del todo». Además, el calor nocturno favorece la sequedad, los microdespertares y acelera respiraciones superficiales, lo que puede disparar episodios de apnea no diagnosticada.

El bruxismo, otro problema

«Si además existe bruxismo, disfunción mandibular o una mala posición lingual durante la noche, el sistema nervioso entra en alerta continua sin que el paciente sea consciente», añade la doctora. El bruxismo es una patología en la que se aprietan o rechinan los dientes de forma inconsciente, afecta en promedio al 21% de la población durante el sueño, llegando hasta el 43% según estudios con polisomnografía. En España afecta al 70% de los adultos en algún momento, especialmente tras la pandemia.

Las altas temperaturas, los cambios de colchón, las estancias en hoteles o el estrés digital crean una suma de condiciones que disparan el bruxismo y tensan la articulación temporomandibular (ATM), lo que prolonga la activación del sistema nervioso durante la noche.

Demostrado por la ciencia

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La revisión de datos de termorregulación y sueño de 68 países demostró que las temperaturas nocturnas elevadas reducen la duración del sueño principalmente por retrasos en la conciliación y despertares.

Destaca al respecto un estudio que halló que el calor aumenta el número de despertares y disminuye el sueño profundo y REM, y que una temperatura de unos 28 °C con 40‑60 % de humedad produce mejor calidad comparado con ambientes más cálidos y húmedos. Asimismo, otra investigación demostró que las noches más cálidas aumentan en un 45% la probabilidad de sufrir síntomas de apnea del sueño, lo que afecta al descanso a largo plazo.

¿Qué podemos hacer?

Ya tenemos los datos, pero aún nos quedan muchos meses de verano. ¿Hay solución? Sí, dormir bien en verano sí es posible si tenemos en cuenta lo siguiente:

  • Temperatura adecuada (18–21 °C) en la habitación, facilitando la termorregulación natural y la secreción de melatonina.
  • Ducha templada o fría antes de dormir, ya que ayuda a bajar la temperatura corporal.
  • Ropa de cama ligera (lino, algodón), ventiladores estratégicos y uso de cortinas opacas orquestados con buena ventilación.
  • Revisar posibles disfunciones mandibulares: férulas neuromiorelajantes, dispositivos de avance mandibular y fisioterapia pueden revertir el bruxismo y aliviar tensiones.

Como hemos visto, pasar más horas en la cama no compensa si el descanso es de mala calidad. El calor, la desregulación del sueño y problemas como apnea o bruxismo silencioso hacen que el cuerpo nunca deje de estar en alerta. La clave está, pues, en entender el descanso como un proceso fisiológico complejo en el que la temperatura, la respiración y la salud mandibular forman un triángulo del que debemos estar pendientes si no queremos que nos pase factura.

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