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Tu perro también sufre en verano: cómo protegerlo de quemaduras y golpes de calor

Garrapatas, insolaciones, quemaduras, infecciones parasitarias… El verano puede ser una auténtica pesadilla canina

Tu perro también sufre en verano: cómo protegerlo de quemaduras y golpes de calor

Una pareja juega con sus perros en la playa. | ©Freepik.

Llega el verano y tú y tu mascota aplaudís hasta con las orejas: ocio y aire libre se convierten en un planazo para ti y tu perro, pero hay un elemento que, a veces, pasa desapercibido: las inclemencias meteorológicas. Un factor que no debemos pasar por alto, pues a menudo creemos que su pelaje les protege, la realidad es que, en ciertos casos, puede jugar en su contra. Saber que nuestro perro puede sufrir enfrentarse en los meses de más calor a estos cambios es fundamental. Por eso, comprender que el agotamiento, la fatiga o la deshidratación no son sólo cosas de humanos y, sobre todo, que ellos no se pueden expresar con la misma facilidad.

El aumento de temperaturas no afecta por igual a todas las mascotas, pero sí pone a prueba su capacidad de adaptación. Perros, gatos y pequeños mamíferos pueden sufrir en silencio mientras continúan su rutina diaria. No obstante, los perros, por su tamaño, nivel de actividad y necesidad de salir a pasear, son especialmente vulnerables al calor excesivo. Hay que tener en cuenta que su sistema de refrigeración corporal es muy diferente al nuestro: no sudan, y su forma de regular la temperatura es a veces incomprensible para nosotros. Por eso, no es extraño que, en días especialmente calurosos, veamos a nuestro perro más apático o jadeante. Son señales de alerta que conviene conocer bien.

El verano puede convertirse en una estación peligrosa para ellos si no tomamos precauciones. Ya no se trata sólo de no dejarles en un coche cerrado, algo que por suerte está cada vez más interiorizado. Hablamos también de quemaduras solares, de insolaciones, de heridas en las almohadillas al pasear por suelos calientes o incluso de daños oculares por exposición directa al sol. Por eso, estar informados y actuar con prevención es tan importante como tener agua fresca o una buena sombra a mano. El bienestar de nuestro perro en verano depende, en buena parte, de lo que hagamos por él.

El verano: un potencial enemigo de tu perro

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Todas las mascotas sufren el verano en mayor o menor medida, pero los perros tienen unas particularidades que los hacen especialmente sensibles. A diferencia de los gatos, que suelen buscar la sombra y se mueven poco con altas temperaturas, los perros dependen mucho más de nuestra actividad. Al tener más tiempo libre en verano, es habitual que aumentemos los paseos o las excursiones, sin pensar que para ellos ese exceso puede ser peligroso.

Los golpes de calor son uno de los riesgos más serios para la salud canina en verano. Pueden producirse en apenas unos minutos, sobre todo si el animal se encuentra en un espacio mal ventilado o expuesto directamente al sol. Algunos signos de alarma son el jadeo excesivo, el letargo, los temblores o incluso la pérdida de conciencia.

Hay que puntualizar aquí que, por ejemplo, los animales de con pelaje menos denso o estructuras morfológicas más ligeras lo aguantan mejor. Algo que advierten desde la Real Sociedad Canina de España. Otros, como las razas braquicéfalas, lo llevan peor, como es el caso de pugs, bóxeres o bulldog. A esto hay que añadir otro problema menos conocido: las quemaduras solares. Ciertas zonas del cuerpo, como el hocico, las orejas o el abdomen, tienen menos protección natural y pueden quemarse con facilidad.

Pero no todo se limita al calor y el sol. Las altas temperaturas también favorecen la proliferación de parásitos como pulgas y garrapatas, que pueden transmitir enfermedades graves. Además, en algunas razas con pliegues cutáneos marcados, el calor y la humedad pueden provocar infecciones dérmicas. Tampoco hay que olvidar que, en climas muy cálidos, beber agua de charcos o fuentes puede suponer un riesgo añadido por la presencia de bacterias. Por tanto, cuidar de nuestro perro en verano requiere una atención especial y una vigilancia constante.

Cómo proteger a tu perro del calor del verano

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Ten en cuenta que los cachorros pueden ser especialmente sensibles a estos cambios de temperatura. ©Unsplash

Proteger a nuestro perro durante el verano empieza por cambiar algunos hábitos. Lo primero es ajustar los horarios de paseo, evitando las horas centrales del día, cuando el sol y el asfalto están más calientes. Lo ideal es salir a primera hora de la mañana o al caer la tarde. Durante el paseo, conviene llevar agua fresca y parar con frecuencia, especialmente si el animal es mayor (o muy joven), de raza braquicéfala (como los anteriormente citados), con sobrepeso o con pelajes oscuros, que absorbe más calor.

No obstante, otro factor relevante es comprobar que las quemaduras solares no son exclusivas de las personas. Algunas razas de pelo corto o piel clara son muy susceptibles, por lo que se recomienda usar protectores solares específicos para perros, disponibles en clínicas veterinarias. No se debe aplicar crema solar para humanos, ya que puede contener sustancias tóxicas para el animal si acaba lamiéndose si el animal se lame.

Precaución con los golpes de calor y las infecciones

También es recomendable evitar que el perro pase demasiado tiempo bajo el sol directo, sobre todo en terrazas o playas sin sombra. Ten en cuenta, además, que hay zonas más sensibles, como las orejas, la trufa de la nariz o las partes sin pelo del vientre y de las ingles, donde los rayos UV pueden ser más agresivos. Aparte de todo ello, recuerda que el verano también abre la veda a que las infecciones víricas proliferen en los oídos, ojos o intestino de tu perro. Motivo por el que conviene revisar el estado de estos de forma periódica para prevenir otitis, conjuntivitis o gastroenteritis.

Los golpes de calor pueden evitarse tomando medidas sencillas. En casa, hay que asegurarse de que el animal tiene siempre acceso a agua fresca y lugares ventilados. Un ventilador o una esterilla refrescante pueden ser grandes aliados. También hay que evitar juegos intensos en las horas de más calor. Y no está de más recordar que, si vemos a nuestro perro jadear sin parar, con mucosas muy rojas o mareado, debemos acudir al veterinario cuanto antes. La prevención es la mejor manera de disfrutar el verano con nuestro perro sin sobresaltos.

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