Lic Agustina Leivas, nutricionista: «El color del queso indica la cantidad de grasa que aporta»
En una sociedad donde la dieta cobra relevancia, saber interpretar lo que comemos se convierte en una herramienta clave

Diferentes quesos | Canva
La textura, el sabor y la intensidad no son las únicas pistas que ofrece un queso. De acuerdo con la nutricionista y coach Lic. Agustina Leivas, el color también puede darnos señales sobre su contenido graso, un dato clave para quienes buscan llevar una alimentación equilibrada o reducir el consumo de grasas saturadas. Desde los tonos casi blancos de una ricotta descremada hasta el anaranjado intenso de un cheddar, el espectro cromático de los quesos habla por sí solo.
Queso por queso: una guía práctica
«El color del queso puede ser un excelente indicio para saber cuánta grasa contiene», afirma Leivas. «Cuanto más blanco, menos grasa tiene. A medida que el queso se vuelve más amarillo o anaranjado, suele aumentar su contenido graso», explica la especialista, quien también destaca la importancia de leer las etiquetas, ya que no todo depende del color, pero sí puede ser una primera pista visual útil, especialmente en el día a día.

1. ‘Ricotta’ descremada
De aspecto casi blanco y con una textura húmeda y grumosa, es una de las opciones más livianas del mercado. «La ricotta descremada es muy baja en grasa y por eso resulta ideal para preparaciones dulces o saladas, sin sumar calorías extras», comenta Leivas. Suele utilizarse en dietas hipocalóricas o como reemplazo de quesos más grasos en rellenos o untables.
2. Queso magro
También de color blanco o muy claro, pero con una textura más firme, este tipo de queso contiene menos del 6% de grasa. Según la especialista, es una opción excelente para sumar a ensaladas, sándwiches o como colación, especialmente para personas que buscan reducir su ingesta de grasa sin resignar sabor. «Es ideal para consumo frecuente y se adapta bien a múltiples preparaciones», sugiere.
3. Queso ‘muzzarella’
Aquí comienza a notarse una leve transición cromática: el color va del blanco al ligeramente amarillento, según la marca y el contenido de grasa. «La muzzarella tiene una cantidad media de grasa. No es de las más livianas, pero si se consume con moderación y se elige una versión descremada o parcialmente descremada, puede incluirse en una alimentación equilibrada», señala Leivas. Su principal ventaja es la versatilidad: se derrite bien, tiene sabor suave y agrada tanto a niños como adultos.
4. Queso parmesano
Reconocible por su textura dura y su color amarillo intenso, el parmesano es sabroso, pero también es uno de los quesos más ricos en grasa y sodio. «Al ser un queso de pasta dura, su concentración de grasa y sal es alta. Lo ideal es usarlo en pequeñas cantidades, como rallado sobre pastas o ensaladas, y evitar su consumo diario», indica Leivas. Por su sabor fuerte, una porción pequeña puede ser suficiente para realzar un plato.
5. Queso ‘cheddar’
Su color anaranjado vibrante es sinónimo de intensidad, tanto en sabor como en contenido graso. «El cheddar es muy alto en grasa saturada. No es un queso para consumo cotidiano, sino más bien para momentos especiales o preparaciones específicas», advierte la nutricionista. Además, muchas versiones comerciales incluyen colorantes artificiales, lo cual refuerza la importancia de leer etiquetas y optar por opciones lo más naturales posibles.
¿Por qué el color importa?
El tono de los quesos está relacionado en gran medida con la cantidad de grasa que contienen, pero también con el proceso de elaboración. La leche entera, rica en grasa, tiende a producir quesos más amarillos, especialmente si no se eliminan los pigmentos naturales como el beta-caroteno presente en la grasa láctea. En cambio, los quesos descremados, al elaborarse con leche parcialmente o totalmente desgrasada, presentan un color mucho más pálido. «Observar el color es un recurso práctico cuando no tenemos la etiqueta nutricional a mano. No es infalible, pero sí útil como orientación rápida», sostiene Leivas. Además, destaca la importancia de equilibrar el consumo de grasas en la dieta: «No se trata de demonizar los quesos, sino de hacer elecciones conscientes y adecuadas a nuestras necesidades y objetivos nutricionales».