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Enamorarse por 'chat': ¿realidad emocional o ilusión virtual?

El lenguaje digital puede activar los mismos circuitos cerebrales del amor presencial, provocando deseo, apego y hasta dependencia

Enamorarse por ‘chat’: ¿realidad emocional o ilusión virtual?

Pareja de enamorados | Canva

En la era digital, las relaciones sentimentales han traspasado las fronteras físicas y emocionales. Hoy, enamorarse a través de mensajes ya no es una rareza, sino una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo. ¿Pero qué dice la psicología al respecto? ¿Es posible amar a alguien sin haberlo visto jamás en persona? La psicóloga Lara Ferreiro, especialista en relaciones, Dating Expert de Tinder y autora de Ni un capullo más, el método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta, sostiene que sí es posible, pero advierte que este tipo de vínculos son más vulnerables y, muchas veces, idealizados.

La química del amor también ocurre por escrito

Desde un enfoque psicológico, el vínculo emocional genuino puede surgir incluso sin contacto físico. El cerebro humano responde a estímulos emocionales escritos de manera muy similar a los físicos: la dopamina, asociada al placer y la motivación, y la oxitocina, conocida como la hormona del apego, también se liberan durante conversaciones digitales cuando éstas son íntimas, sostenidas y emocionalmente profundas. Según datos de Tinder, el 63% de los usuarios de entre 25 y 35 años afirma haber desarrollado una conexión emocional sólida sin haberse encontrado nunca cara a cara.

Según la experta en psicología, este fenómeno se explica desde diversas teorías psicológicas. La del apego, formulada por Bowlby, subraya que lo esencial para formar un vínculo emocional no es tanto la presencia física como la constancia, la seguridad afectiva y la reciprocidad. Por su parte, la teoría triangular del amor de Sternberg sostiene que una relación se construye a partir de tres componentes: intimidad, pasión y compromiso. En el universo digital, si bien la pasión física es limitada, la intimidad ,fortalecida por la escritura, y el compromiso pueden desarrollarse profundamente.

La mente idealiza cuando falta información

La neurociencia, además, añade una dimensión clave: el cerebro tiende a rellenar vacíos sensoriales con proyecciones idealizadas, explica Ferreiro. Esta tendencia se acentuó tras la pandemia, cuando muchas personas comenzaron relaciones exclusivamente online. Un estudio publicado en Psychology Today en 2021 reveló que una de cada tres personas había iniciado un romance sin contacto físico alguno. Incluso, las aplicaciones de citas han registrado cambios en los tiempos de interacción: en 2024, el promedio de conversación antes de un primer encuentro físico supera los 12 días, frente a los cinco de 2017.

¿Qué pasa en el cerebro cuando te enamoras por chat?

Uno de los mecanismos más frecuentes es la proyección emocional: atribuimos al otro cualidades ideales que provienen de nuestros propios deseos o carencias. Este sesgo cognitivo se refuerza con la llamada disonancia cognitiva positiva, por la cual justificamos racionalmente un sentimiento intenso que aún carece de una base física concreta, afrima Ferreiro. Desde el plano neuroquímico, la interacción digital genera una liberación continua de dopamina. Cada mensaje recibido es una pequeña dosis de gratificación que, según Ferreiro, puede llegar a crear una auténtica “adicción emocional”. Las conversaciones íntimas también activan la liberación de oxitocina, provocando efectos similares a los del contacto afectivo real. A esto se suma la dopamina anticipatoria, que se dispara al esperar una respuesta, generando emociones intensas, euforia o incluso dependencia.

Idealización: el motor y el peligro del amor digital

La idealización es uno de los ingredientes más determinantes del enamoramiento digital. En ausencia de contacto real, el cerebro construye una imagen ideal de la otra persona. Según datos de Tinder, el 38% de los usuarios confiesa haberse sentido decepcionado tras conocer físicamente a alguien con quien sentía una conexión profunda digital. Es lo que en psicología se conoce como efecto Pigmalión emocional: proyectamos en el otro lo que deseamos ver, generando expectativas que rara vez se sostienen en la realidad. Además, el entorno digital permite una edición constante del propio discurso. Cada mensaje puede ser pensado, corregido, embellecido. Esta versión “curada” de uno mismo y del otro amplifica el sesgo de idealización y, como consecuencia, puede generar una desconexión abrupta cuando aparece la realidad.

Conexiones reales vs. digitales

En comparación con el enamoramiento presencial, las diferencias son marcadas. El digital suele ser más breve e intenso, alimentado por la fantasía y el deseo. Pero también es más frágil. Según estudios neurobiológicos, el enamoramiento “físico” puede durar entre uno y dos años debido a la activación constante de sistemas de recompensa basados en el contacto y la convivencia. En el mundo online, basta una omisión o una decepción para que la conexión se disuelva. Otro aspecto crítico es la infidelidad. Ferreiro destaca que estamos en cifras récord. Según Ashley Madison, España cuenta con más de 8,5 millones de hombres y 7,5 millones de mujeres que mantienen relaciones extramatrimoniales. En muchos casos, las plataformas digitales permiten crear “banquillos emocionales” con personas disponibles por si una relación formal fracasa. Esto, evidentemente, compromete la estabilidad emocional y alimenta la desconfianza.

Pareja de enamorados | Canva
Aunque el corazón vibre por un mensaje, el verdadero amor necesita algo más que palabras.

Los peligros de amar a una fantasía

Los riesgos psicológicos de estas relaciones no son menores. La adicción emocional digital puede llevar a permitir conductas tóxicas, afectando la salud mental. La desilusión crónica, el ghosting, el aislamiento social y la sobreexposición emocional son consecuencias cada vez más frecuentes. Según Ferreiro, el 70% de las mujeres experimentará alguna vez una relación tóxica, muchas de ellas alimentadas en entornos virtuales. Además, enamorarse por chat puede afectar la autoestima, especialmente si la relación termina de forma abrupta o se desarrolla una dependencia emocional. La exposición emocional acelerada también puede provocar vínculos desbalanceados y expectativas irreales.

Como señala Lara Ferreiro, el enamoramiento digital es una experiencia real, con base neurobiológica y emocional, pero también profundamente influida por la idealización, la expectativa y la falta de contacto físico. Por eso, recomienda siempre contrastar la conexión en la vida real, establecer límites emocionales y no tomar decisiones importantes sin haber compartido experiencias concretas fuera de la pantalla. Porque, aunque el corazón vibre por un mensaje, el verdadero amor necesita algo más que palabras.

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