Fady Saab, mentor: «Detrás de un 'no tengo tiempo' se esconde una emoción incómoda»
La productividad real no nace del esfuerzo desbordado, sino de una mente clara, enfocada y libre de miedo

Productividad en el trabajo | Canva
Procrastinar no es pereza. Tampoco es falta de disciplina. Es miedo. Así lo afirma Fady Saab, mentor de alto rendimiento y autor del libro Libera tu mentalidad de riqueza, quien asegura que la postergación constante de tareas importantes suele estar anclada en inseguridades profundas, dudas internas y una autoimagen deteriorada.
«Lo he visto en cientos de personas con las que trabajo y lo viví en carne propia», dice. «Procrastinar es una forma de protegernos emocionalmente. Es nuestra mente evitando enfrentarse a decisiones que implican riesgo, compromiso o exposición». Saab sostiene que detrás de cada “no tengo tiempo” se esconde una emoción incómoda que no queremos sentir: el miedo a equivocarse, al juicio ajeno, o incluso a no estar a la altura de las expectativas propias. «No se trata de fuerza de voluntad, sino de autoconocimiento», insiste.
Desactivar el patrón de la procrastinación
El primer paso, según el mentor, es formular las preguntas adecuadas: ¿Para qué estoy postergando esto? ¿Qué estoy evitando sentir? ¿Qué miedo estoy disfrazando de falta de tiempo? Una vez identificado el origen emocional, Saab propone pasar a la acción desde una nueva perspectiva: trazarse tres metas claras, simples y accionables al día. Nada de listas eternas, advierte, «eso solo incrementa la ansiedad y la parálisis». Otra de sus estrategias mentales clave es visualizarse desde la versión futura que ya logró lo que hoy se desea. ¿Qué haría esa versión de ti hoy?, propone. Desde ese pequeño cambio de enfoque, afirma, se activa el movimiento y se rompe el ciclo de la postergación.
La trampa del exceso de trabajo
Fady Saab también desmonta uno de los grandes mitos del éxito contemporáneo: trabajar más no significa avanzar más. «Estar ocupado no es lo mismo que ser productivo. Hay quienes trabajan 12 horas al día y no se mueven un centímetro hacia sus verdaderos objetivos», explica. La hiperactividad sin dirección, dice, es una distracción disfrazada de esfuerzo. El verdadero desafío no está en llenar la agenda, sino en tener la claridad absoluta de lo que se quiere lograr, y alinear cada acción con ese propósito. «Muchos están más cómodos sintiéndose ocupados que tomando decisiones difíciles. Porque la ocupación da la ilusión de avance, pero solo genera frustración».

El cambio de paradigma que propone Saab se basa en el principio «Ser. Hacer. Tener». Es decir: primero conviértete mentalmente en la persona que ya tiene el resultado que deseas, luego actúa desde ese lugar, y finalmente, obtendrás el resultado. El foco reemplaza a la sobrecarga.
Concentración real en tiempos breves
¿Y cómo concentrarse en una era de notificaciones infinitas? Saab recomienda técnicas como los bloques de enfoque intensivo (estilo Pomodoro): 45 minutos de atención plena, sin interrupciones, seguidos de descansos conscientes. Pero aclara que la técnica, sin intención, no sirve. «Lo fundamental es tener claro qué vas a hacer antes de sentarte a trabajar. Si no, cualquier distracción parecerá más interesante que tu tarea». La clave, de nuevo, está en la simplicidad: tres tareas clave al día, eliminando microtensiones como WhatsApp o correo electrónico durante el bloque de trabajo.
Descansar para rendir más (y mejor)
En el corazón del método de Saab hay una idea potente: el descanso no es un lujo, es una herramienta de alto rendimiento. «Nos vendieron que dormir poco y trabajar todo el día es admirable, pero eso es una receta para el colapso», dice. Un cerebro cansado, añade, no crea, solo reacciona. Opera en modo supervivencia, toma decisiones desde la urgencia y pierde capacidad estratégica. Por eso, para él, descansar es parte de la productividad. «Lo que produces descansado no solo es mejor, es más rápido. Ves lo que antes no veías. Tomas mejores decisiones. Ejecutas con intención». En sus programas de mentoría, insiste en que la gestión de la energía es tan importante como cualquier estrategia de negocio. «Podrás tener los mejores embudos, campañas o ideas, pero si estás agotado, lo que vas a crear será limitado y mediocre».