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El verano, un enemigo feroz para la salud de las patas de tu perro: cómo cuidar sus almohadillas

No lo notas, pero lo sienten: sus pies también sufren las inclemencias de suelos que se ponen al rojo vivo

El verano, un enemigo feroz para la salud de las patas de tu perro: cómo cuidar sus almohadillas

Una mujer camina con su perro. | ©Freepik.

Saliste de casa con la lista de recados en el bolsillo y una botella de agua en la mochila. A los pocos minutos de caminar por la acera, el sol comenzó a hacerte sudar más de lo habitual, a pesar de llevar ropa ligera. El asfalto parecía irradiar el calor directamente hacia ti, haciendo que hasta el aire resultase difícil de respirar. Te detuviste un momento en un semáforo y notaste cómo la suela de tus zapatillas casi no aislaba del todo el calor abrasador del pavimento. Pensaste, de forma fugaz, que el suelo debía de estar al rojo vivo. Y entonces, te diste cuenta.

Tu perro caminaba a tu lado, sin quejarse, pero sin protección alguna entre sus patas y ese suelo ardiente. Las almohadillas, esas zonas que a veces acaricias casi sin prestar atención, estaban directamente expuestas al calor acumulado durante horas en la acera. Lo que para ti ya era molesto, para él podía ser una auténtica tortura. No se trataba solo del calor del ambiente o del riesgo de deshidratación, sino de una agresión directa al contacto constante con el pavimento. Sus patas, que le permiten correr, saltar, jugar o simplemente acompañarte, estaban sufriendo.

Es fácil olvidar que ellos no llevan zapatillas, ni tienen forma de quejarse de forma directa. Muchas veces hemos hablado en THE OBJECTIVE de los efectos del calor en la salud animal, pero sus pies suelen pasar desapercibidos. Si bien en verano todos sufrimos el calor, tu perro lo sufre en silencio y de manera distinta. Y una de las partes más vulnerables de su cuerpo en esta estación tan dura son precisamente las almohadillas. Ignorarlas puede tener consecuencias más serias de lo que parece a simple vista.

Los riesgos del verano para las almohadillas de tu perro

Las almohadillas de los perros no son solo una parte más de sus patas, son una estructura clave para su movilidad diaria. Estas zonas acolchadas les proporcionan amortiguación, estabilidad y protección frente a superficies irregulares. A pesar de su resistencia, no son indestructibles como cuenta Ana Hernández, veterinaria en Sanitas: «Funcionan como un calzado natural, pero con altas temperaturas pueden producirse quemaduras severas».

Por eso, en verano, se convierten también en una de sus zonas más sensibles. Las lesiones en las almohadillas pueden condicionar completamente la vida de tu mascota, impidiéndole caminar con normalidad e incluso generando un gran malestar general, algo que recuerdan desde el Colegio de Veterinarios de Álava en una de sus publicaciones.

Pese a lo resistentes que puedan parecer, estas almohadillas están formadas por tejido queratinizado y una capa de grasa que amortigua el impacto. No obstante, no son invulnerables. El contacto constante con superficies calientes, como el asfalto o la piedra expuesta al sol, puede provocar quemaduras, grietas profundas e incluso la aparición de ampollas. Este tipo de lesiones no solo son dolorosas, sino que también se infectan con facilidad si no se tratan a tiempo.

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La arena de la playa también puede alcanzar muy altas temperaturas durante el verano. ©Freepik.

En días de calor extremo, el suelo puede superar fácilmente los 50 o 60 grados centígrados, incluso si el aire está a unos más soportables 35. Para un perro, eso casi significa caminar sobre brasas. Los síntomas no siempre son visibles de inmediato: pueden ir desde un cambio en su forma de andar hasta que se detenga con frecuencia o se lama las patas con insistencia. Por eso, conviene no olvidar que el calor veraniego no solo afecta a nivel interno, con riesgos como el golpe de calor o la deshidratación, sino también de forma silenciosa a través de sus patas. Además, muchos perros tienen más actividad en verano, también debido a que tenemos más tiempo para ellos, por lo que puede que les expongamos a un exceso de movimiento que les pase factura.

Mejor prevenir que curar: cómo prestar atención a sus patas

No todos los suelos se calientan igual. El asfalto, la piedra o las aceras de cemento son auténticas trampas térmicas cuando el sol lleva horas golpeándolas. Frente a esto, los suelos de tierra, el césped o incluso la arena húmeda ofrecen una alternativa mucho más amable para sus patas. Si puedes, elige rutas de paseo que transiten por estas superficies. Además, evita salir en las horas centrales del día, cuando el calor es más intenso y el suelo acumula más temperatura.

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El suelo urbano es, habitualmente, el que más altas temperaturas suele alcanzar en verano. ©Freepik.

La prevención empieza también por la observación. Revisa las almohadillas de tu perro, al menos una vez por semana, en busca de grietas, cortes, zonas inflamadas o enrojecidas. No es raro que se acumulen pequeños restos entre los dedos, como piedrecillas, ramas o incluso chicles que pueden generar molestias. Ana Hernández, veterinaria de Sanitas, recomienda mantener una correcta higiene dentro de esta prevención, para ello aconseja «lavar las patas con agua templada y un jabón suave» sin componentes agresivos secándolas con cuidado y prestando atención a cualquier signo de molestia por su parte.

En algunos casos, especialmente si vives en zonas donde el calor aprieta durante meses, es recomendable aplicar bálsamos hidratantes específicos para almohadillas. Estos productos ayudan a mantener la piel flexible y más resistente a la abrasión. Para situaciones más extremas o si tu perro va a caminar sobre superficies especialmente calientes, existen también botines caninos. Aunque al principio puede que le resulten extraños, son una barrera efectiva contra el calor del suelo y previenen tanto lesiones como quemaduras. Y recuerda: para tu perro, también es mejor prevenir que curar.

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