Septiembre: cómo entrenar tu disciplina y cumplir tus metas en este mes
Dominar tu conducta y tus acciones para alcanzar tus metas no siempre es tarea sencilla, pero con estas claves lo conseguirás

Disciplina | Canva pro
Septiembre es un mes de comienzos. Para muchos, marca la vuelta a la rutina después de las vacaciones, un momento perfecto para retomar hábitos, establecer objetivos y, sobre todo, entrenar la disciplina. Mantenerse constante no siempre depende de la fuerza de voluntad; requiere estrategias concretas que ayuden a estructurar el día y evitar el autosabotaje. La cuenta de Instagram @mentalidadseiko comparte varias claves que pueden transformar la manera en la que enfrentamos el esfuerzo diario.
Claves para cumplir con tus objetivos
Aplicar estas estrategias, como las que comparte @mentalidadseiko, no solo ayuda a retomar rutinas después del verano, sino que también construye una mentalidad que facilita alcanzar metas a largo plazo. La disciplina, más que un impulso momentáneo, es una habilidad que se entrena, y septiembre es el momento ideal para comenzar.
1. Decide antes, no en el momento
Uno de los errores más comunes al intentar ser disciplinado es dejar que las decisiones importantes se tomen en el momento. Elegir qué vas a hacer y a qué hora con antelación reduce significativamente las posibilidades de procrastinar. Planificar las tareas, desde el ejercicio hasta los momentos de estudio o trabajo, permite que la mente se enfoque en la acción en lugar de debatirse entre opciones. Como apunta @mentalidadseiko, «tomar decisiones con antelación reduce el autosabotaje». Por ejemplo, en lugar de esperar a que surja la motivación para entrenar, decide la noche anterior a qué hora harás tu sesión de ejercicio y cúmplelo como un compromiso inamovible. Esta previsión convierte la disciplina en un hábito automático y no en una batalla diaria contra la pereza.
2. No esperes a que te apetezca
La motivación suele aparecer después de empezar, no antes. Muchas personas creen que necesitan “ganas” para iniciar una tarea, pero la realidad es que el movimiento activa la motivación, no al revés. Dar el primer paso, aunque no tengas ganas, crea impulso y genera sensación de logro que se retroalimenta. Si lo aplicamos a la rutina de septiembre, esto significa levantarse y hacer la primera acción del día, ya sea ejercitarse, organizar la agenda o estudiar, aunque parezca difícil. @mentalidadseiko lo resume claramente: «Empieza, aunque no tengas ganas. El movimiento activa la motivación».

3. Elimina las distracciones
Otro factor decisivo para entrenar la disciplina es controlar el entorno. Los estímulos externos, como el móvil, las notificaciones o un espacio desordenado, interfieren con la concentración y facilitan la procrastinación. Mantener el teléfono lejos, silenciar alertas y organizar un lugar de trabajo despejado permite que el enfoque fluya de manera natural. La disciplina no solo es cuestión de fuerza de voluntad; también depende de eliminar obstáculos. Cuanto menos estímulos externos compitan por tu atención, más fácil será mantener la constancia y cumplir con tus objetivos diarios.
4. Recuerda tu “por qué”
Tener claro el motivo detrás de cada esfuerzo es una estrategia poderosa para sostener la disciplina. Mantener visible tu objetivo, ya sea leerlo, escribirlo en un post-it o tenerlo como fondo de pantalla, activa la dopamina, la hormona del placer y la motivación. Cuando el cerebro percibe que la acción tiene un sentido, es más probable que persistas incluso cuando surjan dificultades. @mentalidadseiko recomienda: «Léelo, escríbelo o tenlo visible. El sentido activa la dopamina y te ayuda a mantener el esfuerzo». Recordar tu “por qué” transforma la disciplina en un proceso significativo, no en una imposición pesada.
5. No negocies con tu ánimo
Finalmente, la disciplina requiere firmeza: se hace lo que toca, no lo que apetece. Negociar con las ganas del momento es la puerta al autosabotaje. Hacer las cosas aunque no apetezcan enseña al cerebro que ciertas acciones son innegociables, reforzando el hábito y la constancia. El concepto es simple, pero poderoso: la disciplina no depende de sentir ganas; depende de cumplir lo que nos hemos comprometido a hacer. Cada vez que se actúa sin negociar con el ánimo, se fortalece la capacidad de perseverar, creando una base sólida para alcanzar objetivos más grandes.