Los beneficios de escribir a mano para el aprendizaje y la memoria según Andersson
Volver al papel no es un retroceso, sino una manera de pensar mejor, recordar más y sentir con mayor claridad

Papel y boli | Canva pro
En una era donde los teclados y las pantallas dominan la vida cotidiana, el hábito de escribir a mano parece extinguirse silenciosamente. Sin embargo, la ciencia insiste en que el papel y el lápiz no son una simple nostalgia analógica, sino una herramienta esencial para mantener activa la memoria, mejorar el aprendizaje y ordenar las ideas. «En la era digital hay que escribir para activar la memoria y el aprendizaje», afirma el neurólogo argentino Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA).
Escribir a mano, un ejercicio cerebral completo
Según Andersson, la escritura manual activa una red cerebral mucho más amplia que la que entra en funcionamiento al tipear. Estudios con electroencefalografía y resonancia funcional revelaron que cuando escribimos a mano se estimulan áreas motoras finas, sensoriales, de lenguaje y de memoria. «Mientras el teclado repite un movimiento uniforme de los dedos, el trazo sobre el papel involucra una secuencia motriz compleja y personalizada, lo que implica una activación cerebral mucho más rica», explica el especialista. Un trabajo reciente de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, publicado en Frontiers in Psychology en 2024, demostró que la escritura manual produce ondas cerebrales alfa y theta, directamente asociadas a la memoria y al aprendizaje. Para investigadores como Ramesh Balasubramaniam, de la Universidad de California, estas diferencias representan una distinción fundamental en la organización cerebral entre escribir y tipear.

Una herramienta emocional en tiempos digitales
Pero los beneficios de escribir a mano no se limitan a lo cognitivo. La doctora Sara Marín, médica y creadora de contenido sobre bienestar en su cuenta de Instagram @uncafecontudoctora, destacó recientemente en un reel que escribir a mano «ayuda a regular nuestras ideas y, sobre todo, nuestras emociones». En un contexto donde todo ocurre con velocidad, detenerse a escribir puede ser una forma de ordenar el pensamiento, procesar experiencias y calmar la mente. La neuropsicología respalda esta idea. El acto físico de escribir implica una coordinación entre percepción, movimiento y reflexión que fortalece la autorregulación emocional. En otras palabras, poner palabras en papel es una forma tangible de conectar con uno mismo y con lo que se siente.
Los beneficios del lápiz y el papel en la infancia
En el ámbito educativo, Andersson sostiene que la escritura manual es especialmente relevante en los primeros años escolares. «Aprender a escribir a mano fortalece la motricidad fina, la coordinación visomotora y la memoria de trabajo», señala. Además, al ser un proceso más lento que tipear, permite reflexionar sobre lo que se aprende y consolidar mejor los conocimientos. Estos argumentos han impulsado a varios sistemas educativos a revalorizar la caligrafía. En Estados Unidos, por ejemplo, el estado de California reintrodujo la enseñanza de la letra cursiva en la escuela primaria, convencido de que esta práctica mejora la comprensión lectora y la memoria. En un mundo cada vez más digitalizado, el retorno al lápiz parece una forma de equilibrar lo rápido con lo profundo.
Escribir para mantener el cerebro joven
En la edad adulta, escribir a mano puede funcionar como un ejercicio de estimulación cognitiva similar a aprender un idioma o tocar un instrumento. «Este tipo de actividad activa simultáneamente áreas motoras, perceptivas y de memoria, obliga a planificar y mantener la atención, y contribuye a preservar la plasticidad cerebral», explica Andersson. Por eso, recomienda recuperar el hábito, aunque sea en pequeñas dosis: hacer una lista a mano, redactar una nota personal o llevar un diario. En adultos mayores, este simple gesto puede ayudar a enlentecer el deterioro cognitivo. Escribir a mano se convierte así en un entrenamiento mental que mantiene el cerebro activo, flexible y receptivo a nuevos aprendizajes.
Aunque las ventajas del teclado en velocidad y eficiencia son innegables, la escritura manual conserva un poder único: nos obliga a pensar despacio, a seleccionar las palabras y a procesar la información con mayor profundidad. En tiempos donde la atención se fragmenta, ese proceso artesanal es, paradójicamente, un acto de resistencia mental.
