Un estudio de la Universidad de California revela el hábito que hace más felices a las parejas
Las parejas que hacen esto juntas no solo parecen más unidas, sino que también disfrutan de una relación más satisfactoria

Pareja feliz | Canva pro
Cotillear, chismorrear, intercambiar confidencias sobre amigos, conocidos o incluso sucesos cotidianos: durante mucho tiempo, esta actividad se ha asociado con superficialidad o frivolidad. Sin embargo, un estudio reciente de la Universidad de California publicado en Journal of Social & Personal Relationships sugiere que, en el contexto de la pareja, el cotilleo puede ser mucho más que un simple entretenimiento: podría ser un ingrediente inesperado de la felicidad y la estabilidad en la relación.
El estudio analizó a más de 70 parejas durante un periodo prolongado, utilizando un método poco convencional pero revelador. A cada participante se le colocaba un micrófono de forma aleatoria durante su rutina diaria, grabando fragmentos de sus conversaciones cotidianas. Los investigadores no buscaban conversaciones profundas sobre la relación, sino interacciones naturales, incluyendo charlas sobre amigos, compañeros de trabajo o anécdotas recientes.
¿Cotillear fortalece la relación?
Los resultados mostraron un patrón sorprendente: las parejas que compartían alrededor de 30 minutos diarios de cotilleo, en promedio, reportaban una mayor satisfacción con la relación. Estas parejas describían un vínculo más fuerte, una sensación de complicidad y un mayor grado de intimidad emocional. Según los autores, el chisme no solo funciona como entretenimiento, sino que cumple una función social en el contexto romántico. Compartir información, debatir pequeñas intrigas o comentar anécdotas sobre el día a día refuerza la percepción de estar en el “mismo equipo”, generando un sentimiento compartido de complicidad y apoyo mutuo.
Un ejemplo práctico es el escenario posterior a una salida nocturna con amigos. Cuando una pareja se reúne y empieza a relatar los momentos más destacados de la noche, se produce un doble efecto: por un lado, se prolonga la experiencia positiva del evento y, por otro, se refuerza la sensación de unión, como si ambos estuvieran celebrando y evaluando juntos los mismos recuerdos. Este proceso, según el estudio, ayuda a fortalecer la conexión emocional y la cohesión del equipo que forman los miembros de la pareja.

Desmontando mitos sobre el cotilleo
Más allá del efecto positivo sobre la relación, el estudio desmonta varios mitos sobre quién cotillea más y cómo lo hace. Contrario a la creencia popular, no hay evidencia de que las mujeres sean más propensas a chismorrear que los hombres. Tampoco la situación económica parece influir: personas con ingresos más bajos no resultaron ser más cotillas que quienes tienen mayores recursos. En cambio, lo que sí se observó es una diferencia generacional: los adultos jóvenes, entre veinte y treinta años, tendían a compartir más cotilleos malintencionados que los mayores de cincuenta o sesenta, quienes mostraban un enfoque más moderado y menos centrado en críticas o juicios.
Por qué el cotilleo puede ser positivo
El estudio invita a replantearse la percepción negativa del cotilleo. Mientras que el chisme dañino o invasivo puede generar conflictos y tensiones sociales, el intercambio ligero y mutuo de información entre parejas parece cumplir un papel cohesionador. Según los autores, este tipo de interacción diaria podría considerarse una forma de ritual compartido, una actividad que, aunque aparentemente trivial, ayuda a mantener la relación activa, dinámica y satisfactoria. El estudio apuntan que la comunicación cotidiana, aunque sea en forma de chismes menores, refuerza la percepción de que ambos miembros de la pareja están comprometidos y atentos a la vida del otro. Además, compartir historias y detalles externos puede servir como una vía indirecta para expresar valores, intereses y opiniones, lo que a largo plazo contribuye a una mayor sincronía emocional y a la construcción de confianza mutua.
