Una farmacéutica revela cómo elegir una buena crema facial: ingredientes, envase, textura y más
Hablamos con una experta en cuidado facial para descubrir qué hay que tener en cuenta

Cómo elegir una buena crema facial | Freepik
Elegir una buena crema facial puede ser complicado si vamos sin tener ni idea. Hay tantas opciones y precios que es normal sentirse abrumado. «Cada día aparecen nuevas fórmulas, nuevos ingredientes y promesas milagrosas. Como farmacéutica recomendaría no comprar de manera impulsiva o guiándonos por la viralidad de un producto, sino una decisión informada que tenga en cuenta la salud y las necesidades reales de tu piel en cada momento de la vida», asegura a THE OBJECTIVE Marta Masi, que ofrece unos consejos clave a la hora de comprar un cosmético para el rostro.
1. Primero debemos conocer el tipo de piel y el estado de la misma
El primer paso y el más importante es saber qué necesita tu piel en un momento dado y qué tipo de piel tienes: seca o grasa, sensible o resistente, pigmentada o no pigmentada y firme o arrugada. «Una cosa es el tipo de piel anteriormente indicado y otra cosa el estado de la piel: la piel puede estar hidratada o deshidratada, descamada, etc. Las necesidades de la piel cambian a lo largo del año y de los años», asegura la farmacéutica.

Si tienes la posibilidad, la experta en cosmética recomienda acudir a un centro especializado que «realice un estudio dermocosmético personalizado para determinar tu tipo de piel y su estado actual por si tienes dudas. Si no existe esa posibilidad antes de comprar cualquier cosmético, hazte estas preguntas: ¿tengo alguna enfermedad que afecta a mi piel? ¿Tengo alergias? ¿Cómo siento mi piel en estos momentos? ¿Mi piel está tirante después de lavarla o tras la ducha? ¿Brilla mucho a lo largo del día? (exceso de producción sebo) ¿Tiene zonas con diferente tonalidad o manchas? ¿Se irrita con facilidad? (piel sensible o reactiva). Conocer estas características te permitirá buscar fórmulas adaptadas para tu caso y evitar ingredientes que puedan empeorar la salud de tu piel».
2. Leer la lista de ingredientes de la crema facial
«Leerlo no significa saber interpretarlo como un químico o formulador profesional, pero sí entender lo básico», detalla Masi:
- Los ingredientes aparecen ordenados de mayor a menor concentración. Los primeros son los más abundantes (por ejemplo, agua o aceite).
- Los ingredientes específicos como ácido glicólico, ácido azelaico, niacinamida, retinol, ácido hialurónico… pueden variar en concentración según la fórmula por lo que podremos encontrarlos a diferentes niveles en el listado de ingredientes. Hay ingredientes como los péptidos o factores de crecimiento que son muy eficaces a concentraciones muy bajas y no significa que sean peores por no aparecer al principio de la lista de ingredientes o INCI.
Y algo importante: «Evita demonizar ingredientes; la cosmética tóxica no existe, está muy regulada y en constante revisión. Y recuerda que la cosmética natural no tiene porque ser mejor que la cosmética convencional, ya que todo es químico. Recuerda que ‘natural’ no siempre significa ‘seguro’. Muchos extractos vegetales pueden ser irritantes o fotosensibilizantes. Lo importante no es si algo es natural o sintético, sino si es seguro y eficaz para tu piel. Químico no es sinónimo de malo».
3. Conocer algunos ingredientes pero entender que la clave está en la formulación global y el producto final
Un cosmético o crema facial puede contener muchos ingredientes, pero no todos son igual de relevantes. «Fíjate en los ingredientes principales: qué hacen y si realmente están presentes en una forma (pura o derivada) y concentración eficaces». Algunos ejemplos que pone la farmacéutica son:
- Vitamina C: ácido ascórbico puro o derivados): antioxidante, ilumina y unifica el tono.
- Niacinamida: regula el sebo, refuerza la barrera cutánea y mejora el tono irregular.
- Retinoides (retinol, retinal, etc.): estimulan la renovación celular y mejoran arrugas y textura.
- Péptidos y factores de crecimiento: actúan en líneas generales como optimizadores de la rutina para mejorar la firmeza, las manchas o regenerar la piel.
- Ceramidas: restauran la barrera cutánea.
- Ácidos exfoliantes (AHA, BHA, PHA): ayudan a renovar la piel.

No por tener más ingredientes diferentes una crema es mejor, «ya que algunos actúan en sinergia pero otros no siempre casan igual de bien en una misma fórmula dependiendo de su naturaleza química. La eficacia depende de la combinación, el pH, el vehículo y la estabilidad de la fórmula».
4. La sensorialidad (textura del producto) sí es importante
La experta da las claves:
- Piel grasa: busca geles, fluidos o emulsiones oil-free, no comedogénicas. Una piel grasa prefiere un cremigel a un bálsamo.
- Piel seca: busca texturas nutritivas o bálsamos.
- Piel sensible: podrán ser texturas más o menos ricas pero será esencial elegir fórmulas minimalistas con pocos ingredientes, sin perfume ni alcohol.
5. El envase no es un detalle estético
«Los envases correctos evitan la contaminación y mantienen la estabilidad de los ingredientes. Preferiblemente busca productos que además de estar testados dermatológicamente tengan un buen envase, especialmente para aquellos con ingredientes que se oxidan con la luz y el oxígeno del aire (ingredientes sensibles como la vitamina C o los retinoides). Los envases opacos de cristal topacio o airless protegen mejor los ingredientes de la luz y el aire. Evita los frascos abiertos o con pipeta si el producto se oxida fácilmente».
Masi también señala que no hemos de olvidarnos de «mirar la fecha de caducidad y/o el símbolo PAO (Period After Opening), que indica cuántos meses dura el producto una vez abierto (por ejemplo, 6M son 6 meses o 12M son 12 meses)».
6. Considera la relación calidad-precio
«El precio no siempre refleja la calidad real del cosmético. Hay productos asequibles con fórmulas excelentes y cosméticos caros con resultados mediocres. Lo importante es evaluar si el producto cumple lo que promete. Hay marcas y laboratorios que tienen estudios con evidencia científica y fórmulas con patentes que garantizan la eficacia del producto. Si un cosmético promete borrar arrugas en una semana o eliminar manchas ‘de forma definitiva’, desconfía: la cosmética no es medicina. Puede mejorar el aspecto de la piel y ayudar a mantenerla sana», afirma la farmacéutica.
7. Observar la piel
Por último, la experta nos insta a observar cómo responde nuestra piel a los nuevos productos: «Un cosmético puede ser excelente en la teoría, pero no funcionar bien en tu piel. Cada piel es única y diferente y lo que le va bien a tu amiga puede no irte igual de bien a ti. Si notas irritación, rojeces, granitos o picor, suspende el uso y consulta con un profesional».
Además, hemos de tener presente que «la piel cambia con cada etapa de la vida, con las estaciones y con los tratamientos, así que revisa periódicamente tu rutina. Lo que te funcionaba hace un año puede no ser lo ideal en tu rutina actual».
