Cómo cuidar tus ojos con los años: hay mucho más que ver que una buena visión
Dar por supuesto que edad y pérdida de visión son sinónimos es caer en un error que se puede corregir

Una mujer en el oftalmólogo. | ©Freepik.
Seguro que alguna vez te has parado a pensar en lo mucho que utilizas tus ojos a lo largo del día. Desde que te despiertas hasta que te acuestas, no dejan de trabajar: leen, observan, interpretan, se esfuerzan por adaptarse a la luz, a las pantallas, a los reflejos. Son una herramienta imprescindible, y sin embargo, no siempre les das los cuidados que merecen. Como ocurre con muchas cosas que tenemos de serie, no te das cuenta de su valor hasta que algo empieza a fallar.
La realidad es que solo tienes dos ojos y no hay recambio. Los sometes a un uso intenso y constante sin apenas descanso. Piénsalo: parpadeas menos cuando estás frente a una pantalla, los expones al aire acondicionado, a la contaminación, a luces artificiales, y no siempre los proteges del sol. Son muchas las agresiones modernas para las que el cuerpo humano no ha tenido tiempo de adaptarse, y lo cierto es que cada vez hay más personas con problemas de visión antes de llegar a la vejez.
Aunque existen avances médicos y tecnológicos que permiten corregir buena parte de esos problemas, eso no significa que la prevención no siga siendo clave. Al contrario: cuanto más expuestos están tus ojos, más importante es protegerlos. Y no se trata solo de no agredirlos directamente, sino de cuidar también tu estilo de vida, porque lo que comes, lo que respiras o cómo gestionas tu salud general también se refleja en tus ojos. Así que, como se suele decir, más vale prevenir que curar.
Cuidar tus ojos no es solo no agredirlos
Proteger la salud ocular no se limita a evitar frotarte los ojos con las manos sucias o a utilizar correctamente las lentillas. Claro que importa no dormir con ellas puestas o seguir una buena higiene ocular, pero eso es solo una parte del cuidado. Hay muchos gestos cotidianos que ignoramos y que, con el tiempo, pueden generar daños. Por ejemplo, no tratar una conjuntivitis, forzar la vista durante horas sin descanso o no consultar cuando sientes sequedad constante, pueden parecer cosas sin importancia, pero acaban pasando factura.

Además, hay factores que afectan directamente a tus ojos sin que los relaciones con ellos de inmediato. El tabaquismo, por ejemplo, es uno de los grandes enemigos de la salud ocular, ya que favorece el desarrollo de cataratas y de degeneración macular. El alcohol, en exceso, tampoco es inocuo: puede alterar el funcionamiento del nervio óptico y afectar la visión periférica. Y si hablamos de enfermedades sistémicas como la diabetes o la hipertensión, los ojos son una de las partes del cuerpo que más sufren sus consecuencias. De hecho, se estima que el 90% de las pérdidas de visión se pueden tratar o prevenir.
La alimentación también juega un papel crucial. Una dieta rica en azúcares, grasas saturadas o pobre en antioxidantes favorece el deterioro de la vista. Alimentos ricos en vitamina A, C, E, omega 3, zinc y luteína, por el contrario, ayudan a preservar la función ocular. Así que cuidar tus ojos también pasa por cuidar lo que pones en tu plato. Porque los ojos, como el resto del cuerpo, necesitan combustible de calidad para funcionar correctamente con el paso del tiempo.
Qué puedes hacer para cuidar tus ojos
Con los años, los ojos acusan el paso del tiempo de forma bastante evidente. Algunas patologías, como la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), se manifiestan de manera progresiva y pueden llegar a comprometer seriamente la visión. Lo mismo ocurre con las cataratas, que opacan el cristalino, o el glaucoma, que daña el nervio óptico silenciosamente. Si bien es cierto que patologías como las cataratas tienen solución, o que la degeneración macular podría tener los días contados, no conviene confiarse. La presbicia, por su parte, es una consecuencia natural del envejecimiento, pero eso no significa que debas resignarte a que tus ojos dejen de ver bien sin más.
Por eso es importante no normalizar ciertos síntomas. Si empiezas a ver borroso, si notas destellos de luz o si tienes que alejar cada vez más el móvil para leer, conviene que lo consultes. Y no se trata solo de hacerse gafas nuevas: hay signos que pueden indicar problemas mayores que requieren diagnóstico médico. Acostúmbrate a prestar atención a lo que tus ojos te dicen. El enrojecimiento constante, la sensación de arenilla, los cambios bruscos de visión o el lagrimeo excesivo no son cosas normales si persisten.

Además, adoptar rutinas que protejan tu visión es una inversión a largo plazo. Descansar los ojos cada 20 minutos cuando trabajas con pantallas, parpadear conscientemente, llevar gafas de sol homologadas, mantener una correcta hidratación, dormir lo suficiente y evitar el estrés visual son gestos sencillos que marcan la diferencia. No necesitas esperar a tener un problema grave para empezar a cuidar tus ojos.
Qué le está pasando a mis ojos
La degeneración macular afecta la visión central, esa que usas para leer, conducir o reconocer rostros. Es habitual que las personas con esta patología vean líneas rectas deformadas o zonas borrosas en el centro del campo visual. Es importante detectarla a tiempo para frenar su progresión. Por su parte, el glaucoma avanza de forma silenciosa: daña el nervio óptico y, si no se controla, puede provocar una pérdida irreversible de visión periférica.
Las cataratas, de las que hemos hablado a menudo en THE OBJECTIVE, son más fáciles de identificar. Quienes las padecen suelen notar que ven nublado, como si todo estuviera cubierto por una niebla constante. Se pierde nitidez y los colores parecen más apagados. Afortunadamente, la cirugía de cataratas es una intervención eficaz y muy habitual. En el caso de la presbicia, la dificultad para enfocar de cerca suele empezar a notarse a partir de los 40 o 45 años, y aunque no es una enfermedad, sí requiere adaptaciones ópticas.
La clave está en no asumir que ver peor es lo normal al envejecer. Acudir periódicamente al oftalmólogo, al menos una vez al año, permite detectar estas patologías antes de que avancen demasiado. Además, el seguimiento médico es esencial en personas con factores de riesgo como la diabetes o antecedentes familiares. La salud ocular no es solo ver bien, es mantener la calidad de vida. Porque los ojos no solo miran: nos conectan con el mundo, con los demás y con nosotros mismos.
