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¿Puede la forma en que conduces anticipar el deterioro cognitivo? Este estudio cree que sí

A pesar de que el trabajo ofrece limitaciones, apunta a realidades relevantes sobre nuestro envejecimiento al volante

¿Puede la forma en que conduces anticipar el deterioro cognitivo? Este estudio cree que sí

Una mujer al volante. | ©Freepik.

No es oro todo lo que reluce, al menos sanitariamente, en las sociedades desarrolladas. En países donde la esperanza de vida no deja de aumentar, crece también la preocupación por lo que significa envejecer con calidad. No son pocas las investigaciones que buscan comprender los mecanismos del deterioro cognitivo y cómo anticiparlo. El reto es, evidentemente, inmenso a un sinfín de niveles, desde el social hasta el económico. El problema es que muchas patologías neurológicas asociadas a la vejez siguen sin tener una causa clara, como ocurre con la demencia, que ni siquiera es una enfermedad en sí misma, sino un síndrome con múltiples causas posibles.

Algunas formas de deterioro, como el alzhéimer, sí se consideran enfermedades específicas, pero incluso en estos casos no se conoce con precisión qué las desencadena. Por ello, la detección precoz se ha convertido en una prioridad médica y social. Cuanto antes se identifiquen los primeros signos de deterioro, más opciones habrá de aplicar intervenciones que ralenticen el avance de los síntomas o, al menos, de prepararse mejor para sus consecuencias.

En este contexto, un reciente estudio ha propuesto un enfoque tan novedoso como inesperado: analizar cómo conducimos. Según sus autores, nuestras decisiones al volante —no la velocidad ni el número de accidentes, sino factores como la elección de rutas o los horarios de conducción— podrían revelar más sobre la salud de nuestro cerebro de lo que imaginamos. Esta hipótesis ha abierto la puerta a una nueva forma de vigilancia discreta y temprana del deterioro cognitivo.

Lo que tu forma de conducir podría decir del deterioro cognitivo

El estudio ha sido realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, en el estado de Missouri, y se ha publicado en la revista Neurology, órgano oficial de la Academia Americana de Neurología. Su objetivo era comprobar si determinados patrones de conducción podían servir como indicadores tempranos de deterioro cognitivo leve, una fase que puede preceder al Alzheimer y otras demencias. Para ello, los investigadores utilizaron dispositivos GPS instalados en los coches de los participantes durante más de tres años.

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Aunque el estudio confirma sus limitaciones, la pista que abre es interesante para comprobar la evolución al volante. ©Freepik.

En total, participaron 298 personas con una media de edad de 75 años. De ellas, 56 tenían un diagnóstico de deterioro cognitivo leve, mientras que las 242 restantes no presentaban síntomas. Todas conducían al menos una vez por semana al inicio del estudio. Los dispositivos recogían información detallada sobre distancias recorridas, frecuencia de conducción nocturna, velocidad y grado de variabilidad en las rutas utilizadas. Al analizar estos datos, los investigadores encontraron que quienes tenían deterioro cognitivo empezaban a reducir la frecuencia de sus trayectos. Del mismo modo, evitaban conducir de noche y se aferraban a rutas conocidas.

El hallazgo más destacado fue que, gracias a estos patrones, el equipo pudo predecir con un 82 % de precisión qué personas desarrollaban deterioro cognitivo. Al añadir factores como edad, puntuaciones en test cognitivos y predisposición genética, la precisión aumentaba hasta un 87 %. En cambio, si se excluían los datos de conducción, la capacidad predictiva caía al 76 %. No obstante, los autores también subrayan que el estudio tiene limitaciones importantes. Principalmente que todos los participantes eran personas blancas, con un alto nivel educativo y buena situación económica. Por tanto, aunque los resultados son prometedores, no pueden generalizarse a toda la población sin estudios más amplios y diversos.

Más alertas del deterioro cognitivo

El deterioro cognitivo leve no es la única señal a tener en cuenta cuando se habla de salud cerebral. De hecho, de ella hemos hablado a menudo en THE OBJECTIVE. A medida que envejecemos, es normal experimentar ciertos cambios en la memoria o la atención. Sin embargo, hay signos que van más allá del simple despiste ocasional. Dificultades para planificar tareas cotidianas, desorientación en lugares conocidos o cambios de humor sin motivo aparente son algunas de las señales que pueden indicar un deterioro progresivo.

La edad es, de hecho, el principal factor de riesgo para el desarrollo de demencias. No es una causa directa, pero sí un terreno fértil para que se manifiesten problemas neurológicos. A partir de los 65 años, el riesgo de desarrollar alzhéimer se duplica aproximadamente cada cinco años. Este vínculo entre envejecimiento y deterioro cognitivo hace que la detección precoz no sea solo una cuestión médica, sino también un reto social, que afecta a la autonomía y seguridad de las personas mayores.

El mayor peligro de no detectar a tiempo estos cambios está en que muchas personas, o sus familias, no los reconocen hasta que el deterioro ya es evidente. En algunos casos, las señales son tan sutiles que se confunden con los efectos normales de la edad. En otros, se niegan por miedo o desconocimiento. Por eso, herramientas como el análisis de la conducción podrían convertirse en aliados discretos y eficaces. No se trata de quitar el carné a nadie antes de tiempo, sino de ofrecer pistas valiosas para intervenir cuando aún hay margen de maniobra.

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