Quien canta, su mal espanta (y más cosas): así avalan los numerosos beneficios de cantar
Aunque parezca un ejercicio menor, la realidad es que la literatura científica avala sus bondades

Una chica joven cantando. | ©Freepik.
No importa si desafinas, si tu timbre es más bien discreto o si no recuerdas la letra entera: cantas. A veces lo haces sin querer, casi sin pensarlo. En la ducha, cuando el agua cae y nadie te escucha. También en el coche, con la música alta, creyéndote el protagonista del videoclip. En la calle, tarareando una melodía que no sabes de dónde ha salido. Cantar se cuela en tu día a día, aunque no lo hayas planeado.
Hay quien da un paso más y se anima a unirse a un coro, a un grupo de amigos con guitarra o a clases de canto. Quizá incluso te hayas planteado apuntarte a un karaoke. Te lo tomes en serio o en broma, lo cierto es que cantar tiene algo que engancha, que aligera, que transforma el ánimo. Y aunque hasta ahora creías que lo hacías por puro placer, resulta que hay mucho más detrás.
La ciencia lleva años investigando por qué cantar nos hace sentir tan bien. Y las conclusiones no dejan lugar a dudas: cantar no solo nos entretiene, sino que mejora nuestra salud física y mental. Lo que parecía un capricho de ducha, es en realidad una herramienta poderosa para nuestro bienestar general. Algo de lo que hemos hablado a menudo en THE OBJECTIVE.
Los beneficios sanadores de cantar
Respirar mejor es uno de los efectos más inmediatos de cantar. Al hacerlo, se entrenan los músculos respiratorios, se refuerzan los pulmones y se mejora la capacidad pulmonar. Por eso, algunos programas de rehabilitación para personas con enfermedades respiratorias, como el COVID persistente o el EPOC, han incorporado el canto como una parte clave del tratamiento. También en personas asmáticas o con problemas respiratorios y otras enfermedades pulmonares.
Más allá del sistema respiratorio, cantar también incide en el sistema nervioso. Al estimular el nervio vago, se desencadenan efectos fisiológicos como la reducción del ritmo cardíaco y la presión arterial, mejorando así la respuesta al estrés. La respiración prolongada y controlada que implica cantar ayuda a liberar endorfinas, esas moléculas que alivian el dolor y generan bienestar. Aunque parezca una actividad pasiva, cantar puede equivaler, en esfuerzo cardiovascular, a caminar a paso ligero.
El cerebro también sale ganando. Cantar activa una red compleja de neuronas en ambos hemisferios, poniendo en marcha áreas relacionadas con el lenguaje, el movimiento y la emoción. Este tipo de estimulación se ha utilizado en terapias de recuperación del habla tras ictus o lesiones cerebrales, e incluso en personas con parkinson. Además, cantar estimula la memoria verbal y podría ayudar a frenar el deterioro cognitivo en personas mayores. No en vano, hay abundante literatura científica que apoya que cantar tiene más beneficios de lo que parece.
Cantar, mejor en compañía

Aunque cantar solo tiene efectos positivos, hacerlo en grupo potencia todavía más los beneficios. Participar en un coro, en un orfeón o en encuentros musicales improvisados genera una fuerte cohesión social. Se ha observado que incluso personas desconocidas pueden establecer vínculos afectivos intensos tras una hora de canto compartido. Este fenómeno, conocido como sincronización social, refuerza el sentimiento de pertenencia.
Para quienes viven con enfermedades crónicas, unirse a un grupo de canto puede ser una fuente inestimable de apoyo emocional. En los ensayos no hay pacientes ni cuidadores, solo personas cantando juntas. Ese simple gesto borra jerarquías y roles preestablecidos, ofreciendo un espacio igualitario donde prima lo que uno puede hacer, no lo que no puede. Esto tiene un impacto profundo en la autoestima y la salud mental de los participantes.
Los beneficios de cantar en grupo también se han aprovechado en el ámbito educativo y en terapias infantiles. Mejora la cooperación, el desarrollo del lenguaje y la regulación emocional en los más pequeños. La música, en especial cuando se comparte, tiene una capacidad única para conectar, emocionar y sanar. No es casualidad que, desde que nacemos, el canto esté presente en los momentos clave de nuestra vida: nanas, cumpleaños, celebraciones o despedidas.
