Terapia Watsu: cómo unir agua tibia y masajes para aliviar el estrés, la ansiedad y mucho más
A pesar de un nombre que parece milenario, es una forma contemporánea de cuidarse uniendo estos dos conceptos

Un hombre en una piscina. | ©Freepik.
Pocos placeres cotidianos resultan tan reconfortantes como sumergirse en agua caliente o recibir un masaje que libere las tensiones acumuladas. Imagínate entonces lo que puede suponer una experiencia que combine ambos mundos: el calor del agua y las manos expertas de un terapeuta. Cerrando los ojos, flotando sin esfuerzo, mientras alguien mece tu cuerpo con movimientos suaves, casi como si volvieras al estado prenatal. Así comienza una sesión de terapia Watsu.
Puede que nunca hayas oído hablar de ella. Y no pasa nada. Aunque suene a técnica ancestral japonesa, lo cierto es que esta disciplina nació hace apenas unas décadas, y su nombre es la unión de las palabras water y shiatsu. Si te estás preguntando si existe una terapia que fusione el masaje tradicional oriental con los beneficios del agua caliente, la respuesta es sí. Y aunque llegues con un poco de retraso, estás a tiempo de disfrutar de ella.
La terapia Watsu se practica en piscinas climatizadas a la temperatura de la piel, unos 35 grados. El paciente flota mientras un terapeuta lo guía con movimientos suaves, estiramientos, masajes y presiones que buscan liberar bloqueos físicos y emocionales. No hace falta hacer nada. Solo dejarse llevar. La sensación de ligereza, seguridad y calma es tan profunda que muchas personas experimentan un estado de relajación casi meditativo desde la primera sesión.
Los orígenes de la terapia Watsu
Aunque el nombre evoque templos zen o jardines japoneses, la terapia Watsu fue desarrollada en California en 1980 por Harold Dull, un terapeuta especializado en shiatsu. Dull enseñaba esta técnica japonesa basada en presiones con los dedos y, un día, decidió experimentar con ella en el agua. Descubrió que el entorno acuático no solo facilitaba los movimientos, sino que multiplicaba sus beneficios. Algo de lo que ya hemos hablado en THE OBJECTIVE.
El término Watsu es tan elemental que su nombre no nos retrotrae a miles de años de antigüedad, sino a un neologismo bastante evidente: water y shiatsu, al punto de que la metodología es una marca registrada por la mujer e hija de Harold Dull. La práctica consiste en que el terapeuta mueva al paciente en el agua mediante estiramientos, oscilaciones, presiones suaves y una especie de danza terapéutica. Todo esto se realiza en un entorno silencioso, con música tranquila y una temperatura que favorece la relajación muscular.
Los principios del Watsu se centran en la conexión entre cuerpo y mente. No es solo una técnica de masaje, sino una experiencia corporal que busca liberar emociones, aliviar tensiones físicas y restablecer el flujo energético. Su naturaleza pasiva es clave: el paciente no tiene que hacer nada, solo entregarse a los movimientos, lo cual favorece la introspección y la calma mental. A pesar de su juventud, la terapia ha ganado seguidores en todo el mundo, especialmente en el ámbito del bienestar y la fisioterapia.
Qué beneficios tiene la terapia Watsu

Uno de los grandes atractivos de la terapia Watsu es su capacidad para aliviar el dolor físico sin generar esfuerzo. Al realizarse en el agua, se reduce la presión sobre las articulaciones, se mejora la movilidad y se favorece la circulación. Las personas con fibromialgia, artritis, dolores lumbares o problemas neurológicos pueden beneficiarse especialmente. Incluso se han registrado mejoras en mujeres embarazadas y personas en procesos de rehabilitación tras un accidente. De hecho, hay literatura científica que avala sus bondades para pacientes con párkinson. Además de mejorar la propiocepción de los pacientes y el control del dolor.
Pero más allá del cuerpo, Watsu también actúa sobre la mente. Se ha observado que contribuye a reducir los niveles de ansiedad, estrés e insomnio. La combinación de flotación, contacto humano y movimientos rítmicos genera una respuesta de relajación profunda. En algunos casos, los pacientes experimentan incluso una liberación emocional que les permite reconectar con su cuerpo y su historia personal.
Eso sí, como toda terapia, no está recomendada para todo el mundo. Las personas con infecciones cutáneas, problemas cardíacos graves, epilepsia no controlada o dificultades respiratorias deberían evitarla o consultarlo con un profesional de la salud antes de iniciar una sesión. Tampoco es adecuada si se tiene fiebre, heridas abiertas o incontinencia. Aun así, con la supervisión adecuada, es una terapia segura y no invasiva que cada vez encuentra más espacio en spas, clínicas de fisioterapia y centros de bienestar.
