¿Es buena idea tomar el sol al hacer deporte? La realidad del bronceado y el ejercicio
Dos elementos que parecen especialmente indisolubles pero que pueden tener mucha letra pequeña
Durante las vacaciones, es muy común que la gente combine el ejercicio al aire libre con la exposición al sol. Aprovechar el tiempo libre para broncearse mientras se hace deporte puede parecer una forma efectiva de matar dos pájaros de un tiro. La tentación de lucir un buen bronceado mientras se mantiene la forma física es alta, especialmente en destinos turísticos donde el clima es favorable y la playa o la montaña invitan a actividades al aire libre. Sin embargo, esta práctica conlleva ciertos riesgos que deben ser considerados.
Hacer deporte al aire libre tiene indudables ventajas comparado con el ejercicio en interiores. La exposición a la luz natural favorece la producción de vitamina D, esencial para la salud ósea y el sistema inmunológico. Además, estar al aire libre puede mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés, gracias al contacto con la naturaleza y la mayor producción de endorfinas. Las actividades al aire libre también suelen ser más variadas y estimulantes, lo que puede ayudar a mantener una rutina de ejercicio más consistente y motivadora.
A pesar de estos beneficios, combinar la exposición prolongada al sol con la actividad física puede tener efectos negativos. La sobreexposición a los rayos UV es peligrosa y puede provocar quemaduras solares, envejecimiento prematuro de la piel e incrementar el riesgo de cáncer de piel. Por tanto, es fundamental encontrar un equilibrio que permita disfrutar de las ventajas del ejercicio al aire libre sin poner en riesgo la salud.
Tomar el sol al hacer deporte: ¿buena o mala idea?
Tomar el sol mientras se hace deporte puede no ser recomendable por varias razones. En primer lugar, la deshidratación es un riesgo significativo. Durante el ejercicio, el cuerpo pierde líquidos a través del sudor, y esta pérdida se incrementa cuando la actividad se realiza bajo el sol. La combinación de calor y esfuerzo físico puede llevar a una rápida deshidratación, afectando negativamente el rendimiento y la salud en general. Según estudios publicados por la Clínica Mayo, es crucial mantener una adecuada hidratación antes, durante y después del ejercicio para evitar problemas como calambres, agotamiento por calor o golpe de calor.
En segundo lugar, es esencial asegurarse de utilizar un protector solar adecuado. La piel expuesta al sol sin la protección correcta está en riesgo de sufrir quemaduras solares. Los dermatólogos recomiendan el uso de protectores solares con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30, aplicados generosamente y reaplicados cada dos horas o después de sudar intensamente. La piel quemada no solo es dolorosa, sino que también puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de piel a largo plazo, según el Libro Blanco de la Piel de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Finalmente, la fatiga es un factor a tener en cuenta. La deshidratación y la exposición al calor pueden aumentar los niveles de fatiga durante el ejercicio. La fatiga no solo reduce el rendimiento deportivo, sino que también incrementa el riesgo de lesiones. La sensación de agotamiento puede llevar a una menor coordinación y concentración, aumentando las probabilidades de caídas o accidentes. Por lo tanto, es vital prestar atención a las señales del cuerpo y no sobreexigirse, especialmente durante los días más calurosos del verano.
Cómo tomar el sol y hacer deporte de manera correcta
Para combinar de manera segura el ejercicio al aire libre con la exposición al sol, es fundamental seguir algunas recomendaciones básicas. La hidratación adecuada es clave. Se debe beber agua antes, durante y después del ejercicio, incluso si no se siente sed. Llevar una botella de agua y tomar pequeños sorbos regularmente puede ayudar a mantener los niveles de hidratación óptimos.
Conocer las propias limitaciones físicas es también crucial. No todos toleran el calor de la misma manera, y es importante ajustar la intensidad del ejercicio según la temperatura ambiental y la propia condición física. Escuchar al cuerpo y reconocer los síntomas de deshidratación o golpe de calor, como mareos, debilidad o dolor de cabeza, es esencial para prevenir problemas graves.
Evitar las horas de más calor del día es una práctica recomendable. Los rayos del sol son más intensos entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde. Sobre todo para evitar los golpes de calor. Planificar las actividades deportivas fuera de este horario puede reducir significativamente el riesgo de deshidratación y quemaduras solares. Además, buscar sombras y utilizar ropa ligera y de colores claros que reflejen el calor puede ayudar a mantenerse fresco.
Finalmente, es imprescindible usar un protector solar adecuado. Aplicar un protector con un FPS alto, resistente al agua y adecuado para actividades al aire libre, puede proteger la piel de los daños causados por los rayos UV. No olvidar áreas como el rostro, el cuello, las orejas y las manos, y reaplicar el producto según las indicaciones es vital para una protección efectiva.