Colorifix posiciona los tintes biológicos como el futuro de la moda sostenible
La empresa británica usa bacterias para crear tintes que minimizan el impacto del teñido industrial
Antes del siglo XIX, las prendas de colores eran un lujo exclusivo, teñidas con pigmentos obtenidos de fuentes naturales como plantas, animales e insectos, y que en muchos casos eran más valiosos que el oro. La Revolución Industrial reemplazó esta alquimia del color con tintes químicos, capaces de teñir tejidos en prácticamente cualquier tono imaginable a un costo mucho más bajo. Hoy en día, estos tintes químicos son los que se utilizan para dar color a las 100.000 millones de prendas que se confeccionan cada año en el mundo. Sin embargo, esta democratización del color ha tenido un alto costo medioambiental y social, que pasa en gran medida desapercibido.
El teñido textil es uno de los procesos más contaminantes e intensivos dentro de la industria de la moda, con un uso de cinco billones de litros de agua cada año. La industria del teñido sigue dependiendo de productos petroquímicos y de sustancias tóxicas, que se filtran en los ríos y suelos, causando el 20% de la contaminación del agua a nivel mundial. Las comunidades y agricultores locales son los primeros en sufrir las consecuencias, ya que las toxinas que se quedan en el agua afectan a la productividad del suelo y su fuente de agua potable.
El proceso convencional de teñido también requiere una enorme cantidad de energía, puesto que el teñido debe realizarse a altas temperaturas y con productos químicos agresivos que aseguran que los pigmentos se adhieran a las fibras del tejido.
Ante este desafío, Colorifix, una empresa británica derivada de la Universidad de Cambridge, ha desarrollado una tecnología innovadora que promete revolucionar la forma en que se tiñen las prendas, utilizando microorganismos en lugar de productos químicos tóxicos.
De la química a la biología: la solución innovadora de Colorifix
Jim Ajioka y Orr Yarkoni, trabajaban juntos en un proyecto de la Universidad de Cambridge, desarrollando sensores biológicos para monitorizar la contaminación por metales pesados en el agua de las zonas rurales de Nepal. Cuando llegaron a Katmandú a probarlo y hablaron con las comunidades locales, se dieron cuenta de que el principal culpable de aquella contaminación era la industria del teñido textil. Fue entonces donde decidieron dejar de monitorear el problema para enfocarse en encontrarle una solución. En 2016 solicitaron la primera patente para la tecnología de Colorifix y fundaron la empresa.
Colorifix mira hacia la naturaleza en busca de soluciones biotecnológicas para la industria de la moda. Su proceso se basa en bacterias que imitan la forma en que animales, plantas e incluso insectos generan pigmentos de manera natural. Según explica Nora Eslander, directora de marketing e impacto de la empresa: «Nos fijamos en los colores de la naturaleza y en lugar de extraerlos, los reproducimos biológicamente. Mediante la secuenciación digital de su ADN localizamos los genes exactos que conducen a la producción del pigmento y trasladamos ese código de ADN a un microorganismo. El microorganismo resultante puede producir el pigmento tal y como se produce en la naturaleza».
Una vez modificado, este microorganismo se envía a los clientes de Colorifix- fábricas textiles y tintorerías-, quienes pueden cultivarlo mediante fermentación, un proceso similar a la elaboración de cerveza. Los microorganismos crecen rápidamente, produciendo grandes cantidades de pigmento en apenas dos días. Eslander explica que este líquido fermentado es el colorante que se introduce directamente en las máquinas de teñido estándar, eliminando la necesidad de productos químicos agresivos.
Además, en lugar de añadir sales y metales pesados para fijar los pigmentos, Colorifix aprovecha los minerales ya presentes en el agua fermentada para facilitar la interacción entre el tinte y la fibra sin añadir nada tóxico. Este método no solo es más limpio, sino también más eficiente, utilizando diez veces menos agua y reduciendo la huella de carbono asociada al teñido del algodón en al menos un 31%. Esta solución podría generar un impacto enorme, teniendo en cuenta que la industria de la moda es responsable de un 5 a un 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los desafíos de la escalabilidad
A pesar del éxito en el laboratorio, Colorifix enfrenta un desafío crucial: escalar su tecnología para que sea viable en la industria textil global. Como explica Nora Eslander: «La industria textil se centra en dos cosas: costes y calidad. Se trata de una industria de márgenes bajos que se beneficia de teñidos sintéticos asequibles y duraderos. Nuestros tintes biológicos compiten al mismo nivel de calidad y, si conseguimos ampliar nuestra producción, también podremos reducir los costes».
Además, incorporar un proceso biológico en fábricas de ropa habituadas al teñido químico representa un gran desafío, ya que requiere que las fábricas de ropa y textiles se adapten a la gestión de los microorganismos de Colorifix. Conscientes de esta realidad, los fundadores buscaron integrar sus pigmentos biológicos en un proceso de teñido rentable y compatible con la maquinaria existente. La empresa no patenta ni vende sus microorganismos, sino que permite a los clientes acceder gratuitamente a su paleta de colores una vez que adquieren un fermentador, el único equipo adicional necesario. Fuera de esta inversión, no se requiere ningún cambio significativo en las operaciones textiles, lo que permite integrar los pigmentos sin afectar la calidad del producto final.
Este énfasis en la integración facilita que marcas y fábricas adopten la tecnología de Colorifix y reduzcan su impacto ambiental. La viabilidad y potencial de la empresa ha llamado la atención de grandes jugadores de la industria, como Stella McCartney, Pangaia y H&M. Este último ha invertido en la empresa a través de su brazo inversor y ha establecido una colaboración continua desde 2021, cuando lanzó una colección cápsula utilizando su tecnología de teñido biológico.
Un impacto tangible para el futuro de la moda
La tecnología de Colorifix ofrece una alternativa real y escalable para una de las industrias más contaminantes del mundo. Según la empresa, sus tintes basados en microorganismos no solo minimizan el impacto ambiental, también mejoran la rentabilidad para los fabricantes al reducir el consumo de agua en un 77% y el de electricidad en un 53%.
Esta innovación llega en un momento clave, con una creciente demanda de soluciones sostenibles tanto por parte de los consumidores como de la legislación emergente, como la Estrategia de la UE para los Productos Textiles Sostenibles y Circulares lanzada en 2022. Como señala Nora Eslander: «En los últimos dos años, la demanda de sostenibilidad ha crecido, y ahora la legislación está ejerciendo presión sobre las marcas para que integren la sostenibilidad en su modelo de negocio, más allá de colecciones puntuales».
Eslander afirma: «Hay una demanda desesperada de alternativas sostenibles, pero para que funcionen, deben estar disponibles a gran escala». Aunque Colorifix ya está marcando un impacto, su éxito a largo plazo depende de su capacidad para operar a gran volumen y reducir costos.
Colorifix ha recaudado 25 millones de euros hasta la fecha y está preparando una ronda de financiación de serie C para expandir su tecnología. La empresa ya opera en Portugal e Italia, pero su objetivo es llegar a mercados clave como Brasil, India y Bangladesh. «Nos estamos centrando en ampliar nuestra paleta de colores y aumentar nuestro número de clientes para expandirnos a escala mundial», comenta Eslander, destacando que España está en la agenda de expansión futura.
Este innovador enfoque biotecnológico, junto con el apoyo de marcas y la creciente presión legislativa, señala un cambio de paradigma en una industria acostumbrada a depender de la química. Colorifix está revolucionando la manera en la que la industria de la moda produce color, no solo en términos de impacto ambiental, sino también como un modelo de negocio viable y escalable.