Pollo al horno asado: cuál es la temperatura ideal para que sea sano
La temperatura interna del pollo es fundamental para que esté jugoso y saludable
Pollo asado. | Sven Lippmann, Unsplash
El pollo al horno asado es un plato nutritivo, siempre que se cocine a la temperatura adecuada para que no se reseque. Y es que, como la carne del pollo es fibrosa y baja en grasa, si asamos el pollo durante un tiempo excesivo, corremos el riesgo de que quede dura. Hay que tener en cuenta, que igual de peligroso es no alcanzar la temperatura recomendada durante el asado, ya que puede aumentar el riesgo de que el pollo quede crudo, lo que podría provocar enfermedades alimentarias graves.
Por otro lado, cocinar el pollo a una temperatura demasiado alta puede secarlo y hacer que pierda su sabor y textura. Además, cuando el pollo se cocina correctamente, la carne tiene una textura jugosa y suave. La piel, que suele dorarse al final de la cocción, adquiere una textura crujiente que aporta un contraste delicioso al plato.
La importancia de la temperatura adecuada
El pollo es una de las carnes más consumidas en el mundo, pero también es vulnerable a la contaminación por bacterias como la Salmonella y la Campylobacter, que pueden provocar infecciones alimentarias si la carne no se asa lo suficiente. Por ello, uno de los aspectos más importantes a la hora de asar pollo es alcanzar la temperatura interna adecuada.
Para garantizar que el pollo esté completamente cocido, la temperatura interna de la carne debe alcanzar al menos 75°C en su parte más gruesa, como el centro del muslo. Usar un termómetro de cocina es la mejor manera de verificar que el pollo ha alcanzado esta temperatura antes de servirlo.
Temperatura ideal para asar el pollo
El horno juega un papel crucial en la cocción de un pollo asado. La temperatura ideal para cocinar un pollo en el horno es de 180ºC a 200°C. Precalentar el horno a esta temperatura ayuda a garantizar una cocción uniforme.
Cuando se cocina a esta temperatura, el tiempo varía dependiendo del peso del pollo. Generalmente, se recomienda un tiempo de cocción de aproximadamente 20 minutos por kilo de pollo. Un pollo promedio de dos kilos puede necesitar entre una hora y media y dos horas para asarse por completo. Colocar el pollo en la rejilla del horno permite que el calor circule alrededor de la carne, ayudando a que se dore uniformemente.
Consejos para un asado perfecto
Siempre debes precalentar el horno a la temperatura recomendada (180-200°C) antes de introducir el pollo. Mantén la temperatura del horno estable durante la cocción para evitar que el pollo quede crudo. El uso de la función de calor arriba y abajo es una buena opción para obtener un dorado perfecto.
Colocar el pollo en una bandeja de horno con rejilla o directamente sobre una parrilla ayuda a que el aire caliente circule alrededor, cocinando el pollo de manera uniforme. Puedes añadir caldo a la bandeja para mantener la humedad dentro del horno.
También es recomendable cubrir el pollo con papel de aluminio durante los primeros 30-40 minutos para evitar que se reseque, retirándolo al final para que la piel se dore. Si decides rellenar el pollo con verduras o hierbas, debes tener en cuenta que esto puede aumentar ligeramente el tiempo de cocción, ya que los rellenos actúan como aislantes y ralentizan el proceso de cocción.
Factores que influyen en el asado
El tamaño y el tipo de horno que utilices también pueden influir en el resultado final del pollo asado. Un horno con función de ventilador es útil para distribuir mejor el calor, reduciendo el tiempo de cocción y asegurando un dorado más uniforme. También es importante ajustar el tiempo de cocción si el pollo está troceado en lugar de entero.
Las piezas individuales, como muslos o pechugas, requieren menos tiempo en el horno, aproximadamente 30-35 minutos a 200°C, o hasta que alcancen los 75°C internos.
