Romanescu: propiedades, beneficios para la salud y formas de preparación
Desde su alto contenido de vitamina hasta su versatilidad en la cocina, este vegetal es una excelente opción
El romanesco, también conocido como romanescu, es un vegetal fascinante que, aunque pertenece a la familia de la coliflor y el brécol, destaca por su inconfundible apariencia geométrica.
Su llegada a España se remonta a los años 80, pero en las últimas décadas ha ganado popularidad gracias a su atractivo visual y sus beneficios nutricionales.
Actualmente, es un ingrediente muy valorado en la gastronomía, especialmente durante los meses de invierno, cuando está en su mejor época de consumo.
¿Cómo es el romanesco?
Lo que más llama la atención del romanesco es su apariencia única. De un verde intenso, sus brotes forman estructuras cónicas simétricas que recuerdan a fractales naturales.
Esta forma atractiva lo convierte no solo en un ingrediente culinario, sino también en un elemento decorativo que se puede utilizar para realzar la presentación de los platos. Sin embargo, su atractivo visual ha llevado a que algunos consumidores lo descarten al considerarlo artificial.
Más allá de su estética, tiene un interior nutritivo muy valioso. Destaca por su alto contenido en fibra, vitamina C, provitamina A, ácido fólico, potasio y fósforo.
Además, es bajo en calorías, ya que 100 gramos apenas aportan 31 calorías. Su consumo ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, contribuye a la salud digestiva y es una opción perfecta para quienes buscan una alimentación equilibrada y rica en nutrientes, con menos gases que la coliflor.
¿Qué beneficios tiene esta verdura para la salud?
Este vegetal no solo destaca por su forma, sino también por las múltiples propiedades que tiene para la salud.
- Rico en antioxidantes: al igual que la coliflor y el brócoli, el romanesco es una fuente importante de compuestos antioxidantes que combaten el daño celular causado por los radicales libres.
- Potente fuente de fibra: su elevado contenido de fibra promueve una buena digestión y regula el tránsito intestinal, ayudando a prevenir el estreñimiento y otros problemas gastrointestinales.
- Alto en vitaminas y minerales: contiene vitamina C, esencial para la formación del colágeno y el fortalecimiento del sistema inmune, así como provitamina A, que contribuye a la salud ocular.
- Bajo en calorías: como tiene pocas calorías, el romanesco es ideal para quienes buscan mantener un peso saludable.
- Efectos prebióticos: la fibra presente en el romanesco es también un alimento para las bacterias buenas del intestino, mejorando la flora intestinal.
¿Cómo se puede comer el romanesco?
El romanesco es muy versátil en la cocina, y su preparación puede variar según los gustos y necesidades alimenticias. Lo que comemos es principalmente el pedúnculo de la flor, que se ramifica indefinidamente.
- Al vapor o hervido: cocer al vapor o hervirlo es la técnica más común, ya que conserva sus propiedades nutritivas y su textura crujiente.
- Asado: al asar el romanesco, su sabor se carameliza y se intensifica, aportando un toque especial a cualquier plato.
- Frito en tempura: otra opción deliciosa es sumergir los ramilletes de romanesco en una mezcla de tempura y freírlos, ideal para servir como aperitivo o acompañamiento.
- Gratinado: se puede combinar con una bechamel y queso, como emmental o gouda, y gratinar al horno hasta que quede dorado.
- En platos de pasta: el romanesco puede añadirse en ramilletes pequeños a las pastas, combinándose con aceite de oliva, ajo, parmesano y especias.
Recetas sencillas con romanesco
Alguna de las recetas donde se utiliza este vegetal es:
- Macarrones con romanesco y parmesano: cuece los ramilletes de romanesco junto con la pasta, mezcla con parmesano rallado, pimienta negra y aceite de oliva virgen extra.
- Romanesco al ajoarriero: cocido al vapor, luego sofreír ajo laminado con pimentón y vinagre, se añade sobre el romanesco hervido.
- Romanesco en tempura: se blanquea el romanesco, se cubre con la mezcla de tempura y se fríe, acompañado de salsa de soja.
- Tortilla con cebolleta y romanesco: hierve el romanesco al dente, sofríe cebolleta, mezcla con huevo batido y se hace una tortilla jugosa.
- Pasta gratinada con romanesco: se cuece al dente, se cubre con bechamel y queso, se gratina en el horno hasta que dore.