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Nutrición

Saúl Sánchez explica por qué evitar mezclar pan y pasta en tus comidas

La costumbre de acompañar las comidas con una rebanada de pan se está perdiendo, y no es casualidad

Saúl Sánchez explica por qué evitar mezclar pan y pasta en tus comidas

Pan con pasta | Canva

En el mundo de la alimentación saludable, una duda común es si es bueno combinar diferentes fuentes de carbohidratos en una misma comida, como pan y pasta. El nutricionista Saúl Sánchez aclara que, aunque los carbohidratos son esenciales para el cuerpo, consumirlos en exceso, especialmente al mezclar pan con otros alimentos ricos en almidón como la pasta o el arroz, puede ser contraproducente. Este exceso innecesario puede dificultar el control del peso y afectar la salud metabólica. Por eso, es mejor evitar combinar estos alimentos en la misma comida para mantener una dieta equilibrada.

Menos pan en las mesas españolas

Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca, en 2001 se consumían más de 50 kilos de pan por persona al año, mientras que en 2021 esa cifra cayó a apenas 30,7 kilos. Es decir, los hogares españoles han reducido su consumo en 20 kilos anuales. Detrás de este descenso hay un cambio de percepción: el pan ha dejado de verse como un alimento imprescindible y ha pasado a considerarse, en muchos casos, un acompañamiento innecesario e incluso perjudicial si se consume en exceso.

Carbohidratos sí, pero no en exceso

Los hidratos de carbono son esenciales: proporcionan energía y participan en múltiples funciones corporales. Pero no todos los carbohidratos son iguales, ni su consumo tiene el mismo impacto dependiendo de cómo y con qué se combinen. Existen carbohidratos simples (como los presentes en el azúcar o las frutas) y complejos (como los del arroz, la pasta, las legumbres y, por supuesto, el pan). Saúl Sánchez advierte que el problema no es el pan en sí, sino su consumo en platos que ya contienen otras fuentes abundantes de almidón. «Cuando una comida ya incluye pasta, arroz, patata o legumbres, añadir pan significa duplicar innecesariamente la carga de hidratos», señala el experto.

¿Qué ocurre al mezclar pan con pasta?

Al combinar distintas fuentes de carbohidratos complejos en una misma comida, por ejemplo, pan y pasta, se produce un aumento significativo de la carga glucémica. Esto puede provocar picos de azúcar en sangre más elevados, seguidos de una mayor liberación de insulina. A largo plazo, este patrón puede dificultar el control del apetito, favorecer el almacenamiento de grasa y aumentar el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina o diabetes tipo 2. Una sola rebanada de pan puede aportar unas 140 calorías. Si se añade sin una verdadera necesidad nutricional, el exceso calórico puede acumularse y, si no se compensa con actividad física, favorecer el aumento de peso. A modo de ejemplo, consumir pan de más a diario podría suponer un exceso mensual de más de 1.500 calorías, lo que podría contribuir al aumento de grasa corporal si se mantiene el patrón.

Pan con pasta
Pan con pasta

¿Significa esto que debemos eliminar el pan?

No necesariamente. Sánchez recalca que el pan sigue siendo un alimento válido cuando se consume de forma consciente y moderada. De hecho, en comidas ligeras como ensaladas o sopas, donde no hay otros hidratos de carbono complejos, el pan puede ser una fuente de energía perfectamente razonable. La clave está en la cantidad, el contexto y, por supuesto, la calidad del producto. El experto recomienda optar por panes integrales, ricos en fibra y con bajo índice glucémico. Además, sugiere una práctica poco conocida pero útil: congelar el pan antes de consumirlo.

Congela el pan para convertirlo en un prebiótico natural

Congelar y luego recalentar el pan transforma parte de sus almidones en lo que se conoce como “almidón resistente”. Este tipo de almidón no se digiere en el intestino delgado, sino que llega intacto al colon, donde actúa como prebiótico para la microbiota intestinal. «Este proceso ayuda a mejorar el control glucémico y favorece la producción de ácidos grasos de cadena corta como el butirato, con efecto antiinflamatorio», explica Sánchez. Se ha observado que una mayor producción de estos compuestos se asocia con menor incidencia de enfermedades metabólicas y crónicas.

La moderación, como siempre, es la clave

El pan no es el enemigo, pero su consumo debe ser estratégico. Combinarlo con platos ya ricos en almidones puede resultar redundante y contraproducente desde el punto de vista nutricional. Mejor reservarlo para comidas donde realmente cumple una función energética o estructural, elegir variedades de calidad, y tener en cuenta técnicas como el congelado para mejorar su perfil nutricional. Así, más que desterrar el pan, se trata de darle el lugar que merece: ni protagonista absoluto ni actor secundario innecesario. Solo un alimento más dentro de una dieta equilibrada y consciente.

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