Así vive el amor la Generación Z (18-30 años): mucho menos sexo pero más conexión
Los más jóvenes no entienden la pareja y el amor como las generaciones anteriores

La Generación Z tiene sus propias reglas | Freepik
La Generación Z –también conocida como centennial y comprendida entre quienes nacieron entre 1995 y 2010– está transformando radicalmente la manera en la que se entiende el amor, el compromiso y las relaciones sexuales. Los vínculos de estas personas, que tienen entre 18 y 30 años, son más libres, emocionales y diversos, marcados por un entorno digital omnipresente, una fuerte conciencia individual y una redefinición de lo que significa estar en pareja.
A diferencia de generaciones anteriores, los centennials no asumen que el amor verdadero pasa por la exclusividad, la permanencia o los roles de género tradicionales. Se mueven en un terreno donde las emociones importan tanto como las etiquetas, donde el «para siempre» ha sido sustituido por el «mientras nos haga bien». Esta transformación está respaldada por datos, tendencias culturales y un entorno tecnológico que ha moldeado su forma de conocerse, vincularse y relacionarse con la intimidad.
Relaciones abiertas, poliamor y nuevos modelos afectivos

Uno de los signos más distintivos de esta la Generación Z es su apertura a relaciones que van más allá de la monogamia. Según el estudio Radiografía de la no monogamia de la plataforma Gleeden, el 22 % de los jóvenes de entre 18 y 24 años ha experimentado algún tipo de relación no monógama. Es el grupo de edad más proclive a hacerlo, por delante del 17 % entre los 25 y 34 años, y muy por encima del 8 % entre los mayores de 55 años.
«Para esta generación, el amor no se define necesariamente por la exclusividad ni por la duración, sino por la autenticidad del vínculo», afirma Sílvia Rúbies, responsable de comunicación de Gleeden. En este contexto, prácticas como el poliamor, las relaciones abiertas y el rechazo a etiquetas fijas de orientación sexual o identidad de género se están volviendo más comunes y, sobre todo, más aceptadas.
El peso de lo digital: apps, memes y vínculos efímeros
Las relaciones románticas de la Generación Z se desarrollan en un entorno marcadamente digital. Las apps de citas, los memes sobre el amor, los chats eternos sin concreción y los vínculos fluidos en redes sociales han modificado no solo cómo se conoce a alguien, sino también cómo se sostiene una relación.
Esta generación valora la conexión emocional, pero también padece una «sobrecarga de opciones» que a menudo genera fatiga. Según una encuesta de Pew Research Center, una mayoría de jóvenes estadounidenses considera que las apps de citas son útiles para conocer personas, pero también estresantes y despersonalizantes.
Muchos vínculos permanecen en la etapa de «talking» —hablando indefinidamente sin llegar a concretar una relación—, lo que refuerza la sensación de relaciones ambiguas y de compromiso diluido. Este fenómeno ha sido descrito como una parte estructural de lo que algunos expertos llaman la recesión de relaciones.
¿Menos sexo y más ansiedad?

Pese a la idea de que los centennials viven con mayor libertad sexual, los estudios también muestran una reducción en la actividad sexual respecto a generaciones anteriores. Un artículo publicado por The Atlantic y respaldado por datos de la General Social Survey señala que los jóvenes de entre 18 y 29 años tienen menos sexo que cualquier generación desde que se tiene registro. La causa no parece ser la represión, sino una mezcla de factores: ansiedad social, problemas de salud mental, falta de privacidad (por vivir con los padres más años) y cambios en las expectativas afectivas.
Además, se mantiene un deseo por tener relaciones significativas: según el American Perspectives Survey, un 56 % de los jóvenes de 18–29 años está soltero, pero muchos expresan que preferirían una relación seria si encontraran a la persona adecuada.
Amor y salud mental
Uno de los elementos más característicos del modo de amar de la generación Z es la conciencia emocional y psicológica. Hablan de límites, de autocuidado y de inteligencia emocional desde las primeras etapas de una relación. La salud mental no solo es un tema personal, sino que para ellos también forma parte activa del vínculo.
Esta perspectiva está ligada a una generación que ha normalizado ir a terapia, hablar de traumas, o reconocer la ansiedad social como parte del día a día. Como explica un informe de McKinsey, los centennials valoran más que ninguna generación anterior los vínculos basados en la vulnerabilidad compartida y el respeto mutuo.
¿Hacia una anarquía relacional?
La tendencia parece clara: los centennials no están interesados en fórmulas únicas. La encuesta de Gleeden muestra que el 84% de los encuestados opina que esta generación valora la exploración afectiva y la apertura, y el 90% cree que disfruta más de su sexualidad con libertad.
Esta generación también comienza a acercarse a conceptos como la anarquía relacional —modelos sin jerarquías afectivas, donde no se privilegia la pareja sobre otras relaciones—. Y aunque no son mayoritarios todavía, sí reflejan un cambio de paradigma: el vínculo no se define por el rol, sino por la conexión.
La Generación Z está reformulando las reglas del amor. Y no es que ya no crean en el amor. Lo que sucede es que quieren un amor que se parezca a ellos, a sus tiempos, a sus miedos, a sus formas de vivir. Un amor que no les limite, que no les dañe, que no les encierre. Un amor, en definitiva, que sea tan diverso y cambiante como el mundo que viven. El problema es que parece que no lo encuentran, y está por verse si con tantas opciones y tantos requerimientos la mayoría lo haga.