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Candelario: un tesoro de Salamanca con sus batipuertas y balcones de madera únicos

Una escapada imprescindible para quienes buscan autenticidad y una conexión profunda con la historia y la cultura

Candelario: un tesoro de Salamanca con sus batipuertas y balcones de madera únicos

Candelario | Turismo Salamanca

Escondido entre bosques de robles y castaños, Candelario es uno de esos pueblos que parecen sacados de un cuento. Este pequeño tesoro de Salamanca conserva un casco histórico declarado conjunto histórico-artístico, donde cada calle empedrada invita a perderse y descubrir detalles únicos. Sus casas llaman la atención por sus amplios balcones de madera llenos de flores, que cambian de color con cada estación y aportan un aire alegre al paisaje urbano. Pero lo que realmente distingue a Candelario son sus batipuertas, medias puertas de madera que antaño protegían del frío, la nieve y los animales. Hoy, estos elementos arquitectónicos son un sello identitario del pueblo, un testimonio del ingenio serrano que combina funcionalidad y estética.

Más allá de su arquitectura y tradiciones, Candelario se encuentra en un entorno natural protegido, parte de la Reserva de la Biosfera de la Sierra de Béjar y Sierra de Francia. Sus paisajes invitan al senderismo, a los paseos a caballo y a la bicicleta todoterreno, con rutas que recorren bosques, ríos y montañas, ofreciendo vistas panorámicas que parecen infinitas. La cercanía con Salamanca, a menos de una hora, y con Madrid, a dos horas y media, convierte al pueblo en un destino ideal para una escapada de fin de semana. Entre caminatas y paseos, los visitantes pueden disfrutar de la gastronomía local en pequeños bares y restaurantes que conservan la esencia de la cocina serrana, con tapas y platos elaborados con productos de la tierra.

Candelario

Caminar por Candelario es, en cierto modo, caminar con el murmullo del agua de fondo. Las regaderas, canales urbanos que transportan el agua desde los manantiales y neveros cercanos, recorrían las calles para mantenerlas limpias tras la matanza y hoy aportan una banda sonora única. El agua corre entre las piedras, sorteando curvas y recovecos, y acompaña a quienes suben y bajan por un casco histórico que se organiza en desniveles, con callejuelas estrechas y plazas pintorescas. Este sistema hidráulico tradicional no solo tenía una función práctica, también refleja el respeto por la naturaleza que ha caracterizado al pueblo durante siglos.

@comidaylugarescyl

¡Hoy quiero enseñaros uno de mis pueblos favoritos para hacer una escapada! 🧳 Se trata de uno de los Pueblos Más bonitos de España. Situado en la sierra de Bejar, en Salamanca, nos encontramos con Candelario, un pueblecito de ensueño donde perderte por sus calles. 🏘️ ¿Lo conocías? 📍Candelario, Salamanca #Candelario #Navidad #Escapada #Cylcyl #Salamanca #viaje

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La chacinería como identidad histórica del pueblo

Candelario es también sinónimo de embutidos de alta calidad. La tradición chacinera ha marcado la historia y la economía del pueblo desde hace siglos, llegando incluso a las cortes de Carlos IV, que quedó fascinado por estos productos tras una cacería. Las casas típicas del pueblo reflejan esta herencia: la planta baja se dedicaba a la producción, con patios y picaderos donde se despiezaban los cerdos, la central estaba destinada a la vivienda y el desván servía para el secado y curado del embutido. El Museo Etnográfico conserva mobiliario y enseres originales, y ofrece visitas teatralizadas que trasladan al visitante a principios del siglo XX, mostrando cómo era la vida diaria de los candelarienses y cómo se elaboraban sus manjares.

Bodas teatrales que transforman las calles

Entre los rituales más singulares de Candelario destaca la boda típica, una dramatización colectiva que cada segundo domingo de agosto convierte el pueblo en un escenario vivo. Vecinos y vecinas participan como actores improvisados, siguiendo al detalle los pasos de la ceremonia de finales del siglo XIX. Las novias lucen jubones de terciopelo bordados, moños altos con cintas y joyas tradicionales, mientras los novios visten el traje de choricero y la capa bejarana, un homenaje a la tradición chacinera. Esta celebración no solo es un espectáculo visual, sino también una forma de mantener vivas las tradiciones y transmitir la historia del pueblo a las nuevas generaciones.

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