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Setas comestibles en Cataluña: guía para hacer rutas y coger níscalos

El clima mediterráneo convierte a esta comunidad en un auténtico paraíso para los amantes de la micología

Setas comestibles en Cataluña: guía para hacer rutas y coger níscalos

Setas. | Canva

Cataluña es una de las regiones más ricas y variadas en cuanto a setas se refiere. Cada otoño, miles de aficionados a la micología se adentran en sus bosques con una cesta de mimbre y una navaja en mano, en busca de los famosos níscalos y otras especies de setas comestibles en Cataluña. comestibles que abundan en los pinares y hayedos del territorio.

Para recoger setas conviene tener en cuenta algunos consejos básicos, respetar las normas de recolección y, sobre todo, aprender a identificar correctamente las especies.

Guía para coger setas en Cataluña

Lo primero que hay que tener en cuenta es la temporada de recogida. En Cataluña, las setas empiezan a aparecer con fuerza en septiembre y octubre, aunque las lluvias de finales de verano pueden adelantar la temporada.

Para organizar una ruta de recogida, lo ideal es consultar previamente el parte meteorológico, ya que las setas proliferan tras días de lluvia suave y persistente. También conviene madrugar, los mejores ejemplares se encuentran temprano:

Respecto a las rutas, algunos de los mejores lugares para buscar níscalos y otras setas en Cataluña son:

  • El Montseny: a menos de una hora de Barcelona, sus bosques de pino rojo y encinas son ricos en rovellons.
  • El Berguedà: zona de tradición setera, con pinares extensos.
  • La Cerdanya y el Alt Urgell: en los Pirineos, ofrecen hayedos y prados de altura.
  • El Solsonès: combina bosques de pinos, robles y encinas donde abundan los níscalos y los boletus.
  • La Garrotxa: gracias a su terreno volcánico y húmedo, es una de las comarcas más productivas.

Cuáles son las setas comestibles

Cataluña ofrece una sorprendente diversidad de setas comestibles:

  • Níscalo o rovelló: muy apreciado en la cocina catalana, especialmente a la brasa con ajo y perejil o salteado con butifarra.
  • Boletus edulis (ceps): otra de las estrellas de la micología. Su carne blanca y aroma delicado lo convierten en un ingrediente codiciado en risottos.
  • Rossinyol (Cantharellus cibarius): de color amarillo vivo, crece en bosques de coníferas y frondosas. Su sabor afrutado y textura carnosa lo hacen ideal para revueltos o salsas.
  • Fredolic (Tricholoma terreum): de sombrero gris y tamaño pequeño, aparece en pinares.
  • Camagroc (Cantharellus lutescens): muy apreciado por su versatilidad en la cocina. Suelen encontrarse en grupos numerosos en suelos húmedos y ácidos.
  • Llenega negra (Hygrophorus latitabundus): es una seta muy valorada en la tradición culinaria catalana, especialmente en guisos.

Todas estas especies son comestibles y deliciosas, pero es fundamental recordar que la identificación es clave. Muchas setas tóxicas pueden confundirse con variedades comestibles, y una ingesta equivocada puede tener graves consecuencias. Por ello, si existe la mínima duda, lo mejor es no consumir la seta y acudir a asociaciones micológicas.

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