El Parador que está en Cantabria: 40 euros la noche y un lugar histórico donde veraneaba Alfonso XIII
Un recuerdo que mezcla historia, naturaleza y mar, y que hace de este lugar un destino irresistible para una escapada diferente

Parador de Limpias | Tarifas error
Cierra los ojos e imagina una escapada de otoño: mañanas frescas con niebla sobre los jardines centenarios, paseos junto a la ría del Asón mientras las hojas caen lentamente, y al final del día, refugiarse en un antiguo palacio que fue residencia real. Ese plan existe y tiene nombre propio, el Parador de Limpias, en Cantabria, donde es posible alojarse desde 40 euros por persona y noche en septiembre, octubre y noviembre de 2025, una oportunidad de dormir en un lugar histórico sin que el bolsillo se resienta.
El Parador ocupa el Palacio de Eguilior, elegante edificio que fue residencia de verano de Alfonso XIII, rodeado de jardines que en otoño se tiñen de tonos cálidos. Su ubicación junto a la ría combina tranquilidad y naturaleza con la proximidad a la costa oriental cántabra. Las habitaciones invitan al descanso, los salones con grandes ventanales a la lectura, y los jardines y pistas deportivas ofrecen planes al aire libre, mientras que la cocina del Parador, con raíces cántabras y producto local, completa la experiencia.
El acceso es cómodo desde distintos puntos del norte peninsular: 60 minutos desde Bilbao por la A-8, 45 desde Santander, y vía N-629 desde Burgos o la meseta. Desde Madrid, la opción más rápida es tomar la A-1 hasta Burgos y continuar por la N-629 hasta Limpias, un trayecto de unas cuatro horas y media en coche. Los aeropuertos de Santander y Bilbao facilitan la llegada, con opción de coche de alquiler o autobuses a localidades cercanas como Laredo, Santoña o Castro Urdiales. Una escapada que combina historia, naturaleza y confort a un precio sorprendente.

La costa oriental de Cantabria
El casco urbano de Limpias es un buen punto de partida para cualquier visita. Sus calles invitan a pasear sin prisa, admirando las casonas indianas y los edificios singulares que recuerdan la época de esplendor de la villa. En la iglesia de San Pedro se venera el Cristo de la Agonía, una talla muy conocida en la comarca y motivo de peregrinación para muchos fieles. El propio Palacio de Eguilior, hoy Parador, merece una visita más allá de la estancia. Sus jardines centenarios y rincones históricos transmiten la atmósfera de lo que fue una residencia real, perfecta para perderse tras el desayuno o al atardecer.

A pocos pasos se extiende la ría del Asón, escenario de rutas sencillas entre marismas y aves donde los atardeceres se convierten en un espectáculo natural imposible de mejorar con filtros. Hacia el interior, las cuevas de Covalanas y Mirón permiten adentrarse en el arte rupestre paleolítico de forma muy cercana, aunque conviene reservar con antelación para no quedarse sin plaza. En la costa, Laredo ofrece la inmensa playa de La Salvé, un arenal de cinco kilómetros donde se puede caminar descalzo, correr o simplemente dejarse llevar. Su casco histórico, compacto y lleno de callejuelas, se recorre en un par de horas. Muy cerca, Santoña es sinónimo de mar y gastronomía. Además de probar sus famosas anchoas en alguna conservera local, la playa de Berria garantiza baños tranquilos y vistas abiertas al Cantábrico. Para los más activos, la subida al Monte Buciero recompensa con faros, senderos y acantilados espectaculares.

Más hacia el este, Noja, Isla y Ajo concentran calas escondidas, acantilados y paseos de poca dificultad que ganan encanto en temporada baja, cuando la costa recupera su calma. Y tierra adentro, el valle del Asón regala paisajes de prados, bosques y cascadas que se disfrutan mejor con calzado cómodo, entre caminos sencillos y miradores que descubren la fuerza del río en su recorrido hacia el mar. Y es que dormir en el Parador de Limpias es hacerlo en un entorno histórico, en el Palacio de Eguilior, antigua residencia de verano de Alfonso XIII y punto de encuentro de la aristocracia de principios del siglo XX. Sus salones y jardines invitan a recorrerlos con calma, mientras la atmósfera clásica se combina con comodidades modernas: habitaciones silenciosas, rincones de lectura y atención personalizada que sugiere playas, rutas o miradores según el día.