La Capadocia burgalesa: cuevas y monasterios ocultos entre bosques milenarios
Este lugar ofrece una experiencia única que une espiritualidad, historia y naturaleza en un entorno esculpido en piedra

Eremitorio la Cueva | Turismo Burgos
Entre desfiladeros, cañones y bosques de encinas y robles, en la provincia de Burgos, se esconden algunos de los conjuntos de cuevas rupestres más importantes de la Península Ibérica. Lugares donde los primeros cristianos buscaron refugio espiritual, excavando monasterios en piedra caliza que hoy permanecen ocultos tras paredes milenarias. A estos rincones, algunos los llaman ‘La Capadocia burgalesa’.
El Condado de Treviño, un enclave burgalés rodeado por Álava, y la comarca de Las Merindades albergan estos espacios únicos, donde la naturaleza y la historia se entrelazan. El viajero, al acercarse, encuentra silencio, arroyos y barrancos, con cascadas que caen sobre parques naturales y pueblos medievales que conservan tradiciones ancestrales. Tras este escenario, más de cien cuevas excavadas por el hombre aguardan, algunas con iglesias y cementerios cristianos, testigos de un pasado eremítico que se remonta al siglo VI.
‘Capadocia burgalesa’ y sus protagonistas
El apelativo surge por las formaciones rocosas que dominan estos paisajes. Como en la famosa región turca, aquí las grutas y estructuras de piedra caliza fueron moldeadas por generaciones de eremitas, creando un escenario impresionante donde la historia se lee en cada pared y cada hueco excavado. Esta llamada Capadocia burgalesa se extiende por el Condado de Treviño, un enclave de Burgos rodeado por Álava, y por la comarca de Las Merindades.
En estos territorios, la naturaleza y la historia se entrelazan entre silencios, arroyos y barrancos que desembocan en cascadas, parques naturales y pueblos medievales donde aún perviven tradiciones ancestrales. Tras este paisaje, más de cien cuevas excavadas por el hombre esperan al visitante, algunas con iglesias y cementerios cristianos que remiten a un pasado eremítico del siglo VI. Entre las más destacadas figuran las de Treviño, Trespaderne, Presillas de Bricia, Incinillas y Argés, verdaderos santuarios de piedra que condensan la esencia espiritual y patrimonial de la región.
Los eremitorios de Las Gobas y Santorkaria
En Laño, dentro del Condado de Treviño, los eremitorios de Las Gobas y Santorkaria forman uno de los conjuntos rupestres más relevantes de la Península. Allí, los primeros monjes cristianos excavaron monasterios en el siglo VI, lugares destinados a la meditación y la vida contemplativa. Entre los siglos VIII y IX, estas cuevas se adaptaron como viviendas y almacenes, germen de la aldea que luego sería Laño.

San Miguel en Presillas de Bricia
Al norte de Burgos, casi rozando Cantabria, se encuentra el eremitorio de San Miguel, una iglesia excavada en la roca con dos pisos sostenidos por columnas y arcos de medio punto que separan sus tres naves. Hornacinas, una escalera tallada que conecta las plantas y restos de pilas bautismales indican el uso religioso de este espacio. Aunque la planta inferior permanece cerrada, desde la exterior se aprecia la armonía de la arquitectura rupestre, en perfecta comunión con los bosques de encinas y robles que la rodean.
Las Cuevas de los Portugueses en Trespaderne
En Las Merindades, catorce cuevas y galerías excavadas en un cañón de piedra arenisca forman el eremitorio de Arroyo de las Torcas, conocido hoy como Cuevas de los Portugueses, por los trabajadores lusos que habitaron la zona durante la construcción del ferrocarril Santander-Mediterráneo a comienzos del siglo XX. Estas grutas, usadas desde el siglo VI por monjes y ganaderos seminómadas, conservan arcos de medio punto y bóvedas de cañón que bordean un arroyo, accesible mediante una pasarela de madera, invitando a recorrerlas como un viaje al pasado.
Cueva de la Mosquita en Incinillas y San Pedro en Argés
En Incinillas, la Cueva de la Mosquita, formada en una cavidad natural, sirvió como celda monástica y posteriormente como cámara funeraria, evidenciado por enterramientos en el interior y nichos en el exterior. En Argés, el eremitorio de San Pedro muestra tumbas antropomorfas, bóvedas de cañón y un ábside de planta de herradura, donde el tiempo parece haberse detenido entre la piedra y la historia.

La provincia de Burgos es cuna de la lengua castellana, de leyendas y de historia milenaria, un cruce de caminos y tradiciones que conecta patrimonio, gastronomía y naturaleza. Para quienes buscan un viaje que combine espiritualidad, historia y paisaje, la Capadocia burgalesa es una joya que invita a detenerse, mirar y escuchar el pasado tallado en roca.