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Arnedo: el pueblo con cuevas rojizas y dulces tradicionales en el corazón de La Rioja

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Arnedo: el pueblo con cuevas rojizas y dulces tradicionales en el corazón de La Rioja

Arnedo | Turismo Rioja

En el corazón de La Rioja, bajo la superficie de Arnedo y de los pueblos cercanos del valle del Cidacos, se esconde un patrimonio insólito que combina historia, arquitectura y vida cotidiana: Arnedo, un laberinto de cuevas que comenzó como refugio espiritual y terminó siendo hogar, bodega y hasta corral para palomas. Hoy, recorrerlas es asomarse a más de mil años de historia troglodita, donde cada nicho excavado en la arenisca cuenta una historia de transformación y supervivencia.

Qué ver en Arnedo

Desde imponentes paredes rojizas de arenisca hasta laberintos de cuevas habitadas durante siglos, cada rincón ofrece una experiencia única que invita a recorrer la memoria de los eremitas, monjes y familias que dejaron su huella bajo tierra.

1. Un paisaje rojizo lleno de secretos

El río Cidacos dibuja un valle singular antes de unirse al Ebro, en cuya ribera se alzan paredes rojizas de arenisca que desde lejos parecen pintorescas, pero que a medida que uno se acerca revelan secretos ocultos. Aquellos que transitan la Vía Verde del Cidacos, una antigua vía ferroviaria reconvertida en sendero recreativo, reconocen la imagen fascinante de nichos excavados a alturas imposibles. Son vestigios de una vida eremítica que floreció en la península ibérica desde los primeros siglos de nuestra era, cuando los cristianos buscaban aislamiento para sus prácticas espirituales.

2. San Miguel y las Cuevas de los Cien Pilares

El cerro de San Miguel, en Arnedo, es uno de los epicentros de esta historia subterránea. Desde su mirador, la vista abarca la fortaleza de los Banu Qasi fundiéndose con la roca, y a sus pies, una puerta conduce a las Cuevas de los Cien Pilares. Aquí, la historia se narra de forma inversa: desde la década de 1950, cuando aún habitaban unas 200 familias en casas-cueva, hasta los primeros monjes que establecieron eremitorios hace más de mil años. La exposición combina museo etnográfico y centro de interpretación, permitiendo descubrir desde bodegas hasta establos, el arte del picador de cueva y los juegos de los niños que convirtieron estos espacios en refugios lúdicos. Para muchos ancianos locales, la visita provoca nostalgia y lágrimas al recordar la vida bioclimática que ofrecían estas viviendas naturales.

Cuevas de los Cien Pilares

3. El antiguo monasterio rupestre

El antiguo monasterio rupestre de San Miguel representa el alma espiritual del complejo. Con menciones documentadas desde el siglo XI, su origen podría remontarse al siglo V, cuando los primeros eremitas comenzaron a excavar sus refugios. Las estancias muestran nichos y pilares que no solo sostienen la roca, sino que parecen poseer un sentido ritual: los monjes oraban mientras circundaban los pilares, y los nichos servían para custodiar reliquias o incluso restos de monjes ilustres. Aunque se les llama “los cien pilares”, en realidad hay 97, y el misterio de los tres restantes continúa intacto.

Dulces y sabores típicos

Visitar Arnedo no solo es sumergirse en la historia troglodita y los monasterios rupestres: también es una oportunidad para descubrir la tradición gastronómica dulce de La Rioja. Entre los más característicos destacan los mazapanes de Soto, elaborados artesanalmente con almendra y azúcar, que mantienen su receta centenaria; las hojuelas, crujientes y ligeras, típicas de celebraciones y fiestas locales; y los caramelos de vino, un guiño a la tradición vinícola de la región que combina el dulzor con el sabor profundo de la uva. Además, en las pastelerías de Arnedo se pueden encontrar tortas de aceite y almendra, pequeñas joyas que acompañan a cualquier paseo por el casco histórico o por el Camino Natural del Cidacos. Degustar estos dulces es, en cierto modo, prolongar la visita bajo tierra y la historia del valle: mientras se recorren cuevas y miradores, los sabores tradicionales conectan al visitante con la memoria viva de las familias que han hecho de esta tierra un lugar de cultura, patrimonio y sabor.

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