Toni Bolaño: «Ayuso lo sabe hacer muy bien de la mano de Miguel Ángel Rodríguez»
El periodismo y la política cruzan de lado a lado su trayectoria profesional
Empezó en Radio Sabadell, trabajó en el diario vespertino El Noticiero Universal, llevó la comunicación de Enher (Empresa Nacional Hidroeléctrica Ribagorzana) y se pasó a la comunicación política en los años de la Transición, a través de la UGT de Cataluña, el PSC (del que es militante) y José Montilla. Actualmente, trabaja para el grupo Atresmedia (Antena 3, La Sexta y Onda Cero) y el periódico digital Crónica Global.
Toni Bolaño defiende su derecho a expresar con libertad lo que piensa sobre el independentismo y la situación política en España y Cataluña. Critica al PP, pero no le duelen prendas a la hora de reconocer los méritos de Isabel Díaz Ayuso y su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez.
Lo que no tolera es la descalificación y el insulto. Afirma en Fuera de micrófono –después de apurar el cigarrillo antes de pasar al estudio- que la discrepancia es muy sana, sobre todo, cuando el de enfrente te hace reflexionar sobre tus propios argumentos. Acostumbrado a las críticas, le parece intolerable el ataque personal de gente que transita con la cara tapada por las redes sociales.
El periodista barcelonés reivindica su libertad para opinar, desde su militancia de izquierdas, incluso en situaciones adversas, como las de ahora. Recuerda en esta entrevista que en la Cataluña del procés no ha sido fácil manifestarse contra el independentismo desde esa posición política. Lamenta que se hayan perdido diez años en veleidades y reivindicaciones políticas, sin abordar los problemas reales de la gente, mientras Madrid seguía creciendo. Como anécdota, cita el programa de Convergència i Unió de 2012, en el que se afirmaba que con una Cataluña independiente habría menos cáncer y una reducción considerable de los accidentes de tráfico.
Comprometido y combativo, Toni Bolaño confiesa que en las tertulias donde participa «tiene amigos que son más de derechas que el palo de la bandera». Acostumbrado al puente aéreo Madrid-Barcelona, echa en falta la existencia de más puentes en la vida política. Critica la estrategia de oposición del PP, pero también los errores del Gobierno. Por ejemplo, que su portavoz, Pilar Alegría, hable tanto de los casos de corrupción desde el palacio de la Moncloa.
PREGUNTA.- Empezaste a trabajar en Radio Sabadell. ¿Cómo fueron esos comienzos?
RESPUESTA.- Llegué a Radio Sabadell porque mi profesor de Radio, en 3º de carrera, Josep Maria Solà, era el director de la emisora y elegía a gente de la Universidad para hacer prácticas en la radio. Aquella era una radio potente, en Onda Media y en la órbita de Cope.
P.- ¿Qué hiciste allí?
R.- Hacía el informativo de la noche con Luis Rodríguez Pi, que luego fue director de antena de la Cadena Ser. Éramos unos críos. Tenía 22 años. Estuve trabajando en Radio Sabadell dos años. Fue mi bautismo de fuego. Después, estuve en El Noticiero Universal, cuando los periódicos también salían a las dos o las tres de la tarde. Y era compaginador, con aquella regla de cincuenta mil números que me encantaba (tipómetro). Éramos los que diseñábamos las páginas, antes de que hubiera ordenadores. Ahora se hace todo digital, pero en aquel tiempo se hacía a mano. Contabas las palabras para encajarlas dentro de la página. Además, para poder pagarme los estudios, trabajaba de botones en el Banesto. Luego, di el salto a la rueda de emisoras de la Cadena Rato, que se convirtió después en Onda Cero.
«Me apasiona la comunicación política»
P.- Eres militante del PSC (Partido de los Socialistas Catalanes). ¿Por qué te metiste en política?
R.- La política entonces era droga en vena. Soy hijo de la Transición. Y en la Transición a todos nos interesaba la política, de una manera o de otra. Yo tuve participación política, pero en aquel momento estaba huérfano de partido. Entonces, hubo un momento en que Justo Domínguez –secretario general de UGT en Cataluña– me ofreció organizar el departamento de Comunicación de UGT, que antes se llamaba de Agitación y Propaganda. Estamos hablando del año 1986. Él quería modernizarlo. Me fui con la idea de estar dos años y no calculé bien, porque estuve hasta 1994. También estuve de jefe de Gabinete con Pepe Álvarez, actual secretario general de UGT. Me apasiona la comunicación política.
P.- Y fuiste un tiempo asesor de Josep Borrell…
R.- Eso fue posterior y porque me engañó José Montilla. Dejé la UGT en 1994 y me fui al gabinete de prensa de la Empresa Nacional Hidroeléctrica Ribagorzana (ENHER). La gente dirá: ¿y esto qué es? Pues, es la antigua ENDESA en Cataluña. Allí estuve dos años y aprendí un montón sobre cómo se regulan los pantanos. Soy un experto. Hasta que un día me llamó José Montilla y me dijo: quiero hablar contigo. Yo ya estaba afiliado al PSC en aquel momento, y me pidió llevar la campaña a Josep Borrell en las primarias del PSOE. Uno era joven y, sin pensarlo mucho, me cogí las vacaciones en la empresa y me fui a hacer la campaña. Para mi desgracia, ganamos esas primarias de José Borrell, frente a Joaquín Almunia. Ahí mi vida cambió radicalmente.
«En las redes sociales te machacan, te critican y te destrozan»
P.- ¿Cuándo alguien señala al ‘equipo de opinión sincronizada’, te das por aludido?
R.- Me han puesto a parir. En la sociedad actual, si vas contracorriente, vas mal. Hay gente que, a través de las redes sociales, intenta instaurar una opinión mayoritaria. Esto es histórico. Lo viví en el momento del referéndum por la independencia de Cataluña. Ser de izquierdas y no ser independentista estaba muy mal visto y recibías palos a destajo. Porque, ¿cuál es el objetivo? Lo escribía hace poco. Una politóloga alemana, Elisabeth Noelle-Neumann, teorizó que eso es la espiral del silencio. Te machacan, te critican y te destrozan. No a nivel de opinión, sino personal y profesionalmente. Lo hacen con el objetivo de amedrentarte y dejes de opinar. Con la iglesia han topado. No pienso bajarme de la burra. Voy a seguir siendo quien soy.
P.- ¿La polarización política se traslada luego a la prensa?
R.- Yo estoy en las tertulias de una casa que tú conoces muy bien –en Onda Cero y Antena 3– y discuto con mis compañeros. Con Rubén Amón, con Javier Caraballo, con Rafa Latorre, Carlos Alsina, y con todo el mundo, porque tengo una posición determinada. Pero, las opiniones contrarias no son insultantes. Lo que es insultante es la vejación personal que hacen las redes. Eso es lo que me pone a mí los pelos de punta. Me parece indecente. La discrepancia es sana. Sobre todo, cuando escuchas a tu contrincante en una tertulia y te hace pensar. Eso es lo bueno. Que te obligue a pensar sobre tu argumento para ver cómo puedes rebatirle. En las redes sociales no se hace eso. Las redes sociales son otra cosa. Cuando nosotros éramos jóvenes, estaban las cartas al director, donde a veces te ponían a caldo. Pero, lo hacía un señor o una señora con nombre, apellido, DNI y una dirección. Te pegaban una vuelta, pero decías: a lo mejor esta persona tiene razón. Ahora no. Ahora la gente va con la cara tapada. ¿El Pelotilla27 se puede permitir el lujo de insultarte? Pues yo no me voy a dejar insultar. Le voy a contestar.
«Tendré que llamar a Sánchez para que me diga dónde tengo que cobrar lo que me deben»
P.- ¿Te arrepientes de haber calificado de mentira, en Espejo Público (Antena 3), una noticia de portada en La Razón, de la que tú eras además el autor?
R.- Me cayó la del pulpo. Eso solo lo puede pensar una mente calenturienta. Un mentecato o un filoimbécil. Susanna Griso sacó a colación una información de portada en La Razón que yo había estado discutiendo con mi jefa, Carmen Morodo. Una información que resultó ser real: Pedro Sánchez puede perder las primarias en Extremadura. Se me ocurrió hacer la broma, sin más. Bueno, bueno… Me han llegado a decir de todo. A ver, yo, por principio, jamás digo que una información de otro periódico es mentira. Por respeto profesional a otros compañeros. Puedo rebatirla, criticarla porque no estoy de acuerdo, o por lo que sea, pero el respeto a los compañeros es fundamental. A partir de ese comentario, me han vejado, insultado y machacado. Que si estoy a sueldo de Pedro Sánchez… Tendré que llamar al presidente del Gobierno para que me diga dónde tengo que cobrar lo que me deben de este mes y de los años anteriores. Dicen: este es de izquierdas, pues vamos a darle tralla. Pero, si hay uno de derechas que se mete con un partido al que no le gusta que se metan con él, también le trituran vivo. Tampoco sabes si la gente que escribe en las redes existe.
«En el programa de Artur Mas se decía que con la independencia tendríamos menos cáncer y menos accidentes de tráfico»
P.- Como buen conocedor de la política catalana, ¿dónde sitúas el comienzo del conflicto que desembocó en la declaración unilateral de independencia?
R.- Entre el 2010 y el 2012, hay un acuerdo del PP con Convergència i Unió. Alicia Sánchez-Camacho inviste a Artur Mas como presidente. Era la época de los recortes y en el mundo de Convergència i Unió estaban apesadumbrados porque iban por la calle y la gente les daba caña. Entonces, se inventaron la reivindicación del pacto fiscal y Mariano Rajoy, que acababa de conseguir una mayoría absoluta, les dijo que de pacto fiscal nada. Algunos teorizaron una historia que si la digo ahora va a parecer una memez, pero que realmente eso cuajó en una buena parte de la sociedad catalana y, sobre todo, en la dirección de Convergència. Era lo siguiente: tenemos la oportunidad de hundir al PSC, que estaba hecho unos zorros en aquel momento, con Pere Navarro de primer secretario; hay una mayoría absoluta del PP que no nos va a dar ni agua, en Cataluña hay una animadversión al PP… Es nuestro momento para conseguir la independencia y la hegemonía en el mundo nacionalista. Hablamos del 2012. A partir de ahí, se entra en una deriva con la independencia como único objetivo. Como si con la independencia fuéramos más guapos, más altos, más rubios y más atractivos. Lo digo así, de broma, pero yo recuerdo que en el programa electoral de Convergència del 2012, cuando Artur Mas pensaba sacar mayoría absoluta, había un apartado en el que decía que en una Cataluña independiente íbamos a tener menos cáncer y menos accidentes de tráfico. Dices: ¿en serio? Se creó la ilusión de que con una Cataluña independiente la sanidad funcionaría mejor, los colegios serían maravillosos y todo sería perfecto. Un mundo idílico. Pero, como la gente estaba cabreada y siempre necesita ilusiones, consiguieron llevarnos a una situación compleja en 2017.
P.- ¿Por qué abandonaste a José Montilla?
R.- Estuve con él muchos años y siempre hay que saber parar. Llevaba mucho tiempo en la comunicación política –en UGT, con Borrell y con Pepe Montilla– y llegó un momento en el que dije: hasta aquí hemos llegado. Es un trabajo que te dinamita tu vida personal. Estás siete días a la semana, 365 días al año y 24 horas al día. Siempre recuerdo que un domingo estaba con mi pareja viendo una película en el sofá y sonó el móvil. Era el jefe de los Mossos que estaba de guardia aquel domingo y me dice: «Toni, tenemos un problema». ¿Qué problema? «Se ha caído el túnel de Viella (Lérida) y no sabemos si hay coches dentro». Salí zumbando de casa y a Viella. Hay momentos en los que tienes que parar. Así que volví a la profesión, que es lo que sé hacer.
«Cuando llegué a la Generalitat pregunté a qué periódicos estábamos suscritos y solo faltaban La Razón y Abc»
P.- Desde la comunicación política se puede conocer cómo funcionan los medios de comunicación…
R.- Cuando llegué a la Generalitat pregunté a qué periódicos estábamos suscritos. Y sólo faltaban dos: La Razón y Abc. Cuando le dije a la funcionaria que teníamos que suscribirnos también a esos dos periódicos, me miró como diciendo: ¿y a este qué le pasa? Oye, hay que saber lo que opina todo el mundo y quiero saber la opinión de Abc y La Razón. Y, lo que es la vida, he acabado trabajando en La Razón. Tengo la suerte de haber estado en los dos lados y de seguir en los dos lados. Llevo a gala ser periodista, pero también tengo una pequeña empresa de comunicación. Pero, no política. Desde que lo dejé en el 2008, a nivel profesional, no quiero saber absolutamente nada de política. Si hago alguna cosa, la hago por deporte y por amistad.
«La amnistía se tenía que haber aprobado mucho antes»
P.- ¿No le asesoraste en algún momento a Tomás Gómez?
R.- Con Tomás Gómez tenía muy buena relación personal, a través de su entonces jefa de prensa, Mercedes Pastor. Una gran relación personal, pero jamás trabajé para él.
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P.- Volviendo a Cataluña. Por el sosiego y la tranquilidad de ahora ha habido que pagar un alto precio.
R.- ¿Qué precio se ha pagado?
P.- Indultos, amnistías, fiscalidad singular…
R.- El gran error de Pedro Sánchez fue ligar estas cosas a unas elecciones. Muchos defendíamos, ya en el año 2021 (y yo entre ellos), que para la normalización en Cataluña había que hacer una amnistía. ¿Por qué? Porque era una forma de desarmar al independentismo, que estaba desmoralizado. Al final, hay que ganarles en las urnas. Por muchas cosas que pensemos, no hay más vuelta. Yo creía que eso serviría para avanzar en ese sentido. Cuando se piensa que eso se hace por votos, no vamos bien. Se tenía que haber aprobado mucho antes. Y luego, en cuanto a la financiación singular, creo que el sistema de financiación, para todas las comunidades, es un desastre.
P.- Un asunto complejo.
R.- Pero, a lo mejor los intereses de Cataluña y Andalucía no son tan dispares como parece. En estos momentos, el denominador común de la financiación se llama sanidad. Todos los gobiernos, y de todos los colores, necesitan el puntal de la sanidad. En estos días, existen unas tensiones sanitarias importantes en todas las Comunidades por el pico de gripe. Hay un colapso. Nos siguen faltando médicos y, sobre todo, enfermeras. Necesitamos más recursos y esos recursos se tienen que conseguir a través de la financiación. ¿Cataluña tiene que tener una financiación singular? Solamente podrá ser realidad, si todas las comunidades reciben más dinero. Estamos hablando de más dinero. Es constitucional que Cataluña tenga una Agencia Tributaria coordinada con la administración tributaria española. No veo dónde está el problema. Además, ¿es normal que Cataluña aporte como tercera comunidad y reciba como la catorce?
«Madrid está mejor porque en Cataluña hemos perdido diez años en veleidades»
P.- Los indicadores económicos son más positivos en Madrid que en Cataluña. ¿Por qué?
R.- Porque en Cataluña hemos perdido diez años en veleidades. No hace mucho escribí un artículo sobre Salvador Illa que titulaba ¡Viva el aburrimiento! Claro, yo quiero que mi presidente no salga enarbolando no sé qué bandera, sino que hable de vivienda, de educación, de sanidad… Luego, ya lo pondré a parir, si toca, porque no estoy de acuerdo con lo que dice. Dejemos ya de estar todo el día diciendo quién es más independentista, quién es más catalán, quien es menos independentista… Ya está bien. En Cataluña el independentismo ha perdido, pero no ha desaparecido. Es verdad que mucha gente ha votado al PSC y que mucha gente ha vuelto a votar al PP, que sólo tenía cuatro diputados. El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, es un gran tipo y con la cabeza muy bien amueblada. Y mira que yo discrepo con él cincuenta mil veces. En Cataluña hemos vuelto a recuperar un clima que no había. Se está viendo en las sesiones del Parlament, donde hay pelea parlamentaria, pero no hay bronca. Antes era noticia todos los días. Hemos vuelto a una sociedad sosegada, después de haber perdido el tiempo. Se fueron empresas que no van a volver. Otras, seguramente, volverán, siempre que haya seguridad jurídica. Barcelona, no solo por el independentismo, sino por el papel de la alcaldesa, Ada Colau, quedó fuera del mapa internacional. Con lo cual, Madrid lo aprovechó. Madrid y Barcelona tienen que competir, porque es sano, pero también colaborar entre ellas.
P.- ¿Qué opinión tienes de Isabel Díaz Ayuso y de su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez?
R.- Con Miguel Ángel Rodríguez tengo amistad personal. Creo que en política hay que empezar a pensar que tienes adversarios, no enemigos. Yo con Miguel Ángel me peleo, a veces me envía whatsapps poniéndome a caldo por lo que he dicho en una tertulia, pero creo que es un gran profesional. En comunicación política, tienes que agarrarte los machos para enfrentarte él. Lo del Watergate y el whiskygate son chorradas que desprestigian a la política. Creo que Isabel Díaz Ayuso ha sabido leer la opinión de los madrileños y lo sabe hacer muy bien, de la mano de Miguel Ángel. ¿Estoy de acuerdo con ellos? No, ni de broma. El PP de Madrid podría ser el Partido Independentista de Madrid, sin ningún problema. Profesionalmente, Miguel Ángel es de lo mejorcito que hemos tenido. Siempre, por debajo de Iván Redondo, con el que tengo una relación de amistad. Redondo le dio un cambio radical a la profesión de comunicador político en este país. Ahora hay muchos que le siguen.
«Es un error que Pilar Alegría hable de los temas judiciales en el palacio de la Moncloa»
P.- En estos momentos, y con los casos judiciales que hay abiertos, debe resultar difícil defender a Pedro Sánchez.
R.- El Partido Socialista y Moncloa están llevando una política demasiado reactiva ante los hechos. Tenía que haber sido más activa. Con la amnistía y los indultos, se funcionó con el paso cambiado. Si tú llegas a la conclusión de que defiendes un país descentralizado y que la España plurinacional existe, hazlo con todas las consecuencias. Considero que la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, con la que tengo una buena amistad, no tendría que estar hablando de los temas judiciales en el Palacio de la Moncloa. Es un error.
«Soraya Sáenz de Santamaría no hablaba nunca del caso Gürtel en Moncloa»
P.- O atacando a la oposición en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros...
R.- Mira, te voy a poner un ejemplo que todo el mundo puede entender. Soraya Sáenz de Santamaría jamás habló del caso Gürtel en Moncloa. Jamás. Se decía: eso lo hace porque así le pasa el marrón a la secretaria general del PP (María Dolores de Cospedal) con la que tenía una relación manifiestamente mejorable. Soraya lo hizo muy bien desde el punto de vista institucional. Luego, pasaron las cosas que pasaron, pero ella no hablaba nunca de Gürtel en Moncloa. Hablaba el partido. Y aquí el PSOE comete un error. Habla Moncloa y tiene que hablar el PSOE. La comunicación política no son matemáticas y dos y dos no siempre son cuatro. Además, cuando entras en el efecto remolino, porque te sientes acosado y nervioso, a veces no se piensa. En estos momentos, no hay nadie que esté llevando una comunicación política que pueda contrarrestar los ataques del adversario. Suerte tiene el PSOE de que están en el PP Núñez Feijóo y su equipo. Un día, Carlos Alsina dijo: «No os preocupéis que, cuando el PSOE tiene un problema, llega el séptimo de caballería de Génova y se lo arregla». A veces, el Partido Popular comete unos errores importantes en comunicación política.
P.- ¿Dudas de las posibilidades de Feijóo para sacar a Sánchez de Moncloa?
R.- Dudo poco, porque las encuestas dicen lo que dicen. Javier Caraballo, poco sospechoso de ser ultraizquierdista, decía que en Génova están en una caza de moscas y, de momento, ganan las moscas. Esa es la sensación que hay, de política errática. Feijóo quiere meter un día a Puigdemont en la cárcel y al días siguiente le pide su voto para una moción de censura, cosa que, a Alejandro Fernández, en Cataluña, no le debe de gustar ni un colín. Hace algunas semanas dijeron que la inscripción de Dani Olmo en La Liga era un pacto entre Sánchez y Puigdemont. Yo dije: «No me lo puedo creer». Borja Sémper declaró, literalmente: «Es peor que la Ley de Amnistía». Pero, qué barbaridad. Luego, me decían amigos míos del Real Madrid que Florentino le estaba echando una mano a Laporta en esto porque son aliados en otras cosas. No se pueden dar estos vaivenes permanentemente. Ahora, nos plantean la moción de censura porque Vox le marca el camino al PP diciendo: si la presentas, te apoyaremos.
P.- ¿La figura de Franco es el comodín de Sánchez? ¿Qué te parece el centenar de actos que se han programado para recordar su fallecimiento?
R.- A mí me parece bien. Estoy de acuerdo en una cosa que dice el PP: la figura de Franco divide. Tiene razón: divide, pero entre demócratas y autoritarios. Nada más hay que definirse dónde quieres estar.
P.- ¿No sería más lógico que celebráramos la democracia?
R.- La muerte de Franco fue el principio del fin de la dictadura. Murió el 20-N, el día que yo empecé a trabajar de botones en el Banesto. ¿Fue el fin de la dictadura? No. El 12 de octubre, Carlos Arias Navarro hizo un discurso en las Cortes hablando del espíritu del 12 de febrero. Era un intento de salvar a la dictadura. La agresión de los grupos ultras era importante. No hay más que recordar los asesinatos de Atocha y los muertos en algunas manifestaciones. O Montejurra. Hay que tener ya una edad para acordarse de aquellos hechos. La dictadura no acabó con la muerte de Franco, pero empezaba a cuajar ya la democracia. El Movimiento Nacional, que sustentaba a la dictadura, empezó a resquebrajarse. La Plataforma Democrática (Platajunta) comenzó a unificar criterios, desde la democracia cristiana de Joaquín Ruiz-Giménez hasta el Partido Comunista de Santiago Carrillo. Se empezó a hacer un camino que acabó en la Constitución.
«Los jóvenes tienen que conocer lo que era vivir con un gobierno fascista y de extrema derecha»
P.- ¿Es necesario dedicar esfuerzos a un tema como este, cuando tenemos problemas tan serios como el de la vivienda o el paro juvenil?
R.- Sí, sí. Eso que dices es importante, pero también es importante que la gente joven sepa lo que es la dictadura. Ahora, cuando todo el mundo dice que Franco era buenísimo, que sepan que no se podían decir según qué cosas. Porque, si las decían, iban al trullo o llegaban los grises y te apaleaban el culo o la cabeza, depende de donde te dieran. Es que eso también es un problema de España y un problema del mundo. Fijaos cómo está la situación en todo el mundo. La extrema derecha está avanzando. Los jóvenes tienen que conocer lo que era vivir en un país con un gobierno fascista y de extrema derecha. A mí lo que me sorprende es que el PP no se posicione claramente con los demócratas. ¿Por qué esa postura ambigua de no saber dónde están? Por ejemplo, cuando ha gobernado, no dedicar un euro a rescatar a las víctimas de las cunetas.
P.- Pero, votó la Ley de Memoria Histórica y condenó la dictadura de Franco en 2002.
R.- Sí, pero si luego no pones un euro cuando gobiernas… Y, cuando gobiernas en las Comunidades Autónomas lo primero que haces es cambiar la Ley de Memoria… Yo, en esto, aplaudo a la presidenta de Baleares, Marga Prohens. ¿Por qué se pone en tela de juicio a su gobierno que mantiene en pie la Ley de Memoria? A Carlos Mazón no le puedo justificar en esto.
«Soy catalán como me da la gana, no como me diga un partido nacionalista»
P.- De forma breve y sintética, defíneme a los presidentes de la Generalitat de la democracia. ¿Jordi Pujol?
R.- Un egoísta. Él dice que hizo mucho por Cataluña y luego sólo pretendió cobrar con el tres per cent. Un egoísta, porque fue el primero que empezó a repartir carnés de buen catalán. Y yo soy catalán como me da la gana, no como me diga un partido nacionalista.
P.- ¿Pasqual Maragall?
R.- Un hombre brillante y, a veces, un poco utópico. Pero, una gran persona. Lástima, porque la enfermedad es terrible con él.
P.- ¿José Montilla?, al que conoces muy bien.
R.- Cuando José Montilla decide presentarse a las elecciones, porque Pasqual Maragall tenía el puñetero Alzheimer encima y ya no podía presentarse, dijimos: ¿y ahora qué hacemos? Y el eslogan de Montilla fue: Fet i no paraules (Hechos y no palabras). Este era José Montilla. El día que Dios repartió el don de la oratoria él no estaba en clase, pero era un hombre que, si llegabas a un acuerdo con él, lo cumplía a rajatabla. Y era un trabajador incansable. Te lo dice uno que lo padeció durante muchos años.
«Puigdemont fue un desastre. Nadie recuerda que haya hecho nada en el Ayuntamiento de Gerona ni en la Generalitat»
P.- ¿Carles Puigdemont?
R.- Un iluminado.
P.- Además de periodista…
R.- Sí. Trabajó de periodista en El Punt, de Gerona. Llegó de casualidad a la alcaldía de la ciudad cuando se retiró Joaquim Nadal, el alcalde de toda la vida. Nunca ha demostrado nada como gestor. Nadie recuerda que haya hecho nada en Gerona y en la Generalitat fue un desastre. Le prima su concepción del mundo que gira en torno a él.
«Somos la comunidad con menos energía alternativa, porque siempre hay algún pato al que molestamos»
P.- ¿Quim Torra?
R.- ¿Es obligatoria que lo valore? El peor presidente de la Generalitat en años. No lo dicen solo los no independentistas, sino hasta los independentistas.
P.- ¿Pere Aragonès?
R.- Para gobernar hay que tomar decisiones y Aragonès pretendía gobernar sin tomarlas, para no meterse en ningún charco. Tú tienes que apostar por ampliar el aeropuerto del Prat, sí o no. Hacer modificaciones en el mapa hídrico de Cataluña, sí o no. No puedes estar intentando contentar a todos. Hacer política para contentar al cien por cien es imposible. Él lo intentó y, evidentemente, fracasó de forma estrepitosa. Pero, también tengo que decir que ayudó a normalizar la situación en Cataluña. El lenguaje radical, de permanente confrontación de Junts, Aragonès no lo tenía. Y eso siempre es de agradecer.
«Tengo grandes amigos en las tertulias que son más de derechas que el palo de la bandera»
P.- ¿Salvador Illa?
R.- El hombre más aburrido del mundo, pero es el presidente que ahora necesita Cataluña. Un dirigente de Esquerra Republicana (ERC) me decía: «Tenéis un presidente que hace como Guardiola, baja la pelota al suelo». En estos momentos, Cataluña necesitaba bajar la pelota al suelo. Los problemas siguen ahí, pero se está avanzando en algunas cosas. El otro día empezaron las obras de un trasvase del Ebro para llevar agua a la comarca del Priorato. Ya está bien de que en Cataluña no se pueda hacer nada. Algunos defienden la no ampliación del aeropuerto por una laguna, que además es artificial, y a la que ya no van allí ni los patos porque está hecha un asco. Vamos a ponernos las pilas. No se trata de ser mejores que Madrid, pero sí de competir con Madrid tomando decisiones y facilitando que los empresarios inviertan en Cataluña. Somos la comunidad con menos energía alternativa instalada porque siempre hay algún pato al que le molestamos. Ya está bien.
P.- Para finalizar, ¿qué tal te tratamos en Madrid?
R.- Muy bien. No tengo ningún problema. Hombre, maleducados hay en todos los sitios. A mí me han insultado comprando en el supermercado en Barcelona y aquí también he sido increpado. Pero, la gente suele ser educada. Tengo grandes amigos en las tertulias que son más de derechas que el palo de la bandera. Si pensáramos todos igual, sería bastante aburrido.
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