Julián Quirós: «El Gobierno de Sánchez no admite grados, quiere el apoyo total»
El director de ‘ABC’ presenta en El purgatorio su segundo libro de poemas: ‘Antes de que Google nos alcance’
En mitad de la entrevista suena una alarma que mata la conversación de un plumazo. «Es para decidir los asuntos de portada», me dice Julián Quirós (Guareña, Badajoz, 1969). El extremeño, más de 30 años de oficio, es un hombre pegado al teléfono y a la tablet, y por ello sabe de los peligros de las tecnologías, que para él han dejado de ser algo para el disfrute y han pasado a ser trabajo. Uno comprende que suene la alarma, que se miren los móviles, que se agencien comidas, y se duerma poco, porque Quirós es director del diario ABC, 122 años de historia, el rotativo monárquico por excelencia. Sorprende más que tras el director, se esconda el poeta. Aunque se esconda poco, porque acaba de publicar su segundo poemario: Antes de que Google nos alcance.
PREGUNTA.- Lo mío es simple curiosidad, ¿puede haber un director de ABC que sea republicano?
RESPUESTA.- Joe, me has dejado callado… No he pensado nunca en eso. Tiene poco sentido a priori, desde un punto de vista sobre los fundamentos, ¿qué hace que alguien republicano quiera ser director de ABC, o qué hace ABC nombrar a alguien que, entiendo, debería ser destacadamente republicano? Es un sinsentido. Dicho lo cual, el director de ABC, como cualquier otro, tiene que ser, iba a decir un gran profesional, entonces, yo mismo me estoy dando un atributo, me estoy adornando. No, tiene que ser una persona que ponga el periódico, el objetivo y la función del periódico por encima de todo eso, incluyendo ciertas convicciones. No puedes hacer algo que vaya contra tus convicciones, pero eso tiene que ser lo fundamental. En fin, seguramente el director puede ser muchas cosas: puede no ser del Madrid o no gustarle el fútbol, pero debe entender que la monarquía parlamentaria constitucional que conocemos hoy es un modelo que debe defender porque es fácilmente defendible.
P.- ¿A usted le gusta el fútbol? ¿Es de algún equipo…?
R.- Soy del Valencia… (hace una breve pausa) Vale, nosotros reivindicamos la verdad y entonces, yo tengo pocos filtros. Con lo cual, hay que decir la verdad y hay que huir de la impostura. No consigo que me interese. He hecho muchos esfuerzos a lo largo de mi vida, porque queda muy mal que no te guste el fútbol, y en realidad eres un bicho raro si no te interesa —no que no te guste, que no te interese—. Lo mío es peor. Lo mío no es que no me guste, recuerdo que para defenderme de los poderes deportivos locales, hago una trampa. Por ejemplo, en Valencia decía que era del Málaga, era una forma de que dejaran de llamarme. Y aquí, cuando llegué a Madrid, tuve que decir que soy del Valencia. Pero bueno, es una escapatoria. Del fútbol me interesan los personajes, me interesan las historias, las derrotas, los héroes, las historias en torno al deporte en general, el fútbol, y menos la competición.
Y me interesan las luchas de poder dentro del fútbol, porque yo, como periodista, lo que me tiene que interesar sobre todo son los sistemas de poder. Eso me apasiona. Entonces, todo lo que tiene que ver con el sistema de poder en el fútbol, pues me gusta. En Valencia había una sección muy importante deportiva y de fútbol, lógicamente, siendo el Valencia. Y recordarás todas las historias que había de cambio del club, decadencia, el nuevo estadio no se hacía, se echaban los antiguos administradores, venían los nuevos… Entonces, un día, con sorna, llegué y le dije a la sección: «Habéis conseguido por fin que me guste el fútbol», y ellos me contestaron: «Y a nosotros que nos deje de gustar». Entonces, me interesa todo lo que rodea al fútbol como fenómeno, salvo la competición en sí misma.
P.- Bueno, si dirigiera usted el Marca en lugar del ABC, entonces sí sería grave que no le interesara el fútbol. Dicho lo cual, ¿cómo ve el oficio? ¿Cómo es el oficio de periodista?
R.- El oficio está muy complicado por muchas vicisitudes, porque la vida está complicada, como sabemos y contamos siempre. El oficio ha estado complicado muchas veces, venimos de una época dorada que va desde los años 60 y 70 hasta el cambio de siglo, donde todo fue de rosas —aparentemente de rosas— porque se ganaba mucho dinero, los sueldos eran altos. Luego, por detrás, se vio que había problemas. Pero previamente a eso, ahora me doy cuenta de que, hasta los años 60, había mucho pluriempleo en el periodismo. Es decir, no siempre esto ha sido ideal. Pero viéndolo ahora, todo está muy complicado. Te tiene que gustar mucho; tienes que tener mucha vocación, mucha resistencia y mucha honestidad. Es muy importante reivindicar la honestidad para hacer esto todos los días, porque las cosas son como son.
Primero, la transformación hace que cada vez haya más operadores, y nosotros, pues ahí estamos, pero hay otros. Eso, en cierto modo, es la competencia. Pero, desde el punto de vista empresarial, de negocio, esto está lejos de ser lo que fue, y no acabamos de encajar las piezas. Es decir, el oficio del periodismo sigue teniendo un enorme atractivo para la sociedad, y el consumo de información y contenidos están más altos que nunca. Pero necesitamos que también sean plataformas publicitarias atractivas. Y ahí, especialmente en la prensa, la radio y la televisión creo que tienen mucho menos problema. Cuando hablo de prensa, no me refiero solo a la prensa de papel, sino también a la prensa digital. Es decir, ABC y THE OBJECTIVE, no hago diferencias entre la prensa de papel y la prensa digital.
P.- Perdone, director, pero esa diferencia sí la hace el presidente Sánchez. Cuando hablaba de los digitales con sorna, porque para él la verdad debe estar solo en papel.
R.- Sí eso era una forma de ir a por los pequeños y más débiles. Porque si me cargo a estos, luego iré a por los otros. En el fondo, lo que buscaba era una forma de dividir a la profesión, partirlo por la parte un poco más débil, porque son más pequeños, porque tienen menos tiempo y porque puede ser más fácil, digamos, atornillarlos. Pero en realidad, detrás iríamos lo demás.
Entonces, el oficio está muy complicado, como sabemos, porque primero estamos aprendiendo a trabajar de otra manera, y ahí no nos va mal. Pero efectivamente, los negocios, la industria de la prensa en todo el mundo no acaba de encontrar su camino. Tenemos un año un poco mejor, un año peor, pero no son años sólidos.
Y yo pienso que mi generación —la tuya no, pero la mía— empieza a creer que no vamos a ver el final de esto. Es decir, que vamos a ser una generación de transición, no de llegada. Naturalmente, se encontrará algo, pero ahora no se puede ocultar que no estamos bien. Si estuviéramos bien, pagaríamos mejor a nuestra gente y nuestros accionistas recibirían un retorno de sus inversiones. Y no ocurre ni una cosa ni la otra.
«No hay ninguna televisión a la contra de Sánchez, y aun así, quieren otro canal»
P.- Hay, entiendo, un problema de capacidad económica de la profesión, de los medios de comunicación.
R.- No, de ingresos. Y básicamente hay una cosa fundamental: nosotros, aparte de ser plataformas informativas, hemos sido plataformas publicitarias, y a mucha honra. Y aquí te hago un inciso: esta gente que te dice que no puedes tener publicidad institucional… Bueno, vale, aunque todos los sectores tienen rentas públicas, todos.
Partidos políticos y todos los sectores industriales, el medio ambiente, las renovables, el acero, la industria del automóvil… todo. No solo el sector cultural, todos los sectores. Pero para algunos no se puede cobrar, porque esto es un bien público. «Y no vaya a poner usted anuncios de los bancos, que también me molesta» Entonces, esa gente sencillamente no me interesa.
Como plataformas publicitarias, pues no acabamos de estar consolidados como lo estábamos en el pasado. Eso es verdad. Y esto va a haber que pelear muy duro, porque no va a ser fácil en los próximos años.

P.- Nosotros no somos un programa de actualidad, pero como ha sido noticia en las últimas semanas, y además es un runrún que a veces surge… Esto de la fusión entre Vocento y Unidad Editorial.
R.- He oído esto desde hace 20 años. Y también con Prisa. Primero, yo no soy una persona que tenga competencias en nada de todo esto. Diría que casi no tengo información. Creo que sobre este tema reciente no debe haber nada de nada. Y si hay algo, está muy lejos. Yo creo que no hay nada, esa es la posición oficial del grupo.
Se lleva hablando de esto desde que el sector empezó con problemas hace dos décadas, y parecía que una de las soluciones era la concentración. Los financieros lo llamaban de otra manera. Se ha hablado mucho, es curioso que no haya ocurrido ya. Si eso fuera bueno y pudiera ocurrir, tendría que haber ocurrido hace mucho tiempo, si las condiciones objetivas y técnicas lo permitieran. Si no ha ocurrido, será por algo. Y si no ha ocurrido hasta ahora, hace difícil que pase en el futuro.
Yo no sé qué puede pasar. Esa es la libertad de los accionistas de tomar cualquier tipo de decisiones. Pero eso no veo que eso sea una cosa factible ni a corto plazo, y ni siquiera tengo claro si es tan bueno como pueda parecer, o si es la solución a los problemas del sector. Y hay una cosa curiosa que compensa lo anterior: los periódicos digitales están en crisis, no son el negocio que eran, en fin, vale. Y, ¿por qué los accionistas, los propietarios de medios, no se van? No hay nadie que venda su participación en un medio de comunicación ni en un periódico. ¿Quieren seguir aquí? Algo tiene de especial este sector, incluso ni venden ni se producen fusiones. Bueno, eso te dice lo complejo y lo singular que es la industria de la prensa.
P.- Hay veces que he escuchado algunas voces de políticos, incluso algún que otro periodista, que decían que al centroderecha español, le ha faltado una especie de Grupo Prisa. Entiéndame. Una especie de gran grupo de medios de televisión, de radio, de prensa favorables al centroderecha.
R.- A lo mejor tenemos la suerte de que no haya pasado eso en el sector del centroderecha, sector conservador, liberal…Yo no sé si es una desgracia o una suerte, visto cómo está el otro segmento. Si eso es bueno para que el poder político pueda tener un control tan importante sobre los medios de comunicación más próximos, hasta el punto de que les hagan un seguidismo acrítico. Yo, como profesional, no quiero eso.
P.- Joseph Oughourlian, el presidente de Prisa, dijo que todo el mercado de la prensa y la radio en España es de derechas. Salvo ellos, claro.
R.- ¿Tú crees que sigue pensando lo mismo desde que dijo eso? Digo, por las últimas noticias que estamos viendo… Pues, enhorabuena para El País y para Prisa, porque tienen un enorme espacio para ellos solos. Una oportunidad enorme para El País y para la Cadena SER. Enhorabuena.
P.- Cuando el director de ABC escucha lo del equipo de opinión sincronizada… ¿Le hace gracia?
R.- El sector de la prensa es un sector muy atomizado, muy singular y muy transversal, donde hay muchos matices. Lógicamente, ABC está en el centroderecha, un centroderecha que queremos que sea expansivo. Nosotros tenemos que recoger distintas corrientes, no una corriente específica. Ese es mi trabajo como director y mi aspiración, la que debe tener cualquiera. La prensa, insisto, y cuando hablo de prensa, me refiero también a la prensa digital.
En la radio también hay bastante pluralidad, aunque lógicamente ahí hay una cadena, la SER, que está muy sobredimensionada por la cantidad de postes que tiene por encima de los demás, lo cual se compensa luego en el ámbito digital a través de podcasts. La televisión, en general, siempre ha sido más oficialista. En este momento, en fin, no se puede quejar… ¿Que el Gobierno se pueda quejar del espectro televisivo? Quieren otra televisión más para ellos, cuando no hay ninguna televisión a la contra.
Puede haber algún programa crítico o medio crítico que mantiene una mayor neutralidad, incluso hasta el punto de ser crítico. Pero las televisiones como tal… ¿Qué problema tiene con los grupos televisivos? Sí los tiene, especialmente con Atresmedia, creo que someten a esa cadena a una intensidad de presiones enorme. No hay más que ver la campaña de acoso contra Pablo Motos, al que yo no conozco y con el que no he hablado nunca, y cuyo programa casi no he visto. Pero me parece indecente lo que se ha hecho: que desde un gobierno se haga una operación política y mediática para acabar con un señor.
Presupongo que deben recibir muchas presiones, no porque estén a la contra, sino porque lo quieren absolutamente a favor. O sea, el poder, cuando se ejerce de esa manera tan absoluta como se está viviendo en España en estos momentos, no admite grados en el apoyo. Quieren el apoyo total, y ese es el problema que pueden tener. Pero, en fin, el espectro televisivo es muy confortable para el Gobierno, y yo creo que ese es el formato. Los canales que siguen teniendo más influencia en España de cara a las elecciones, a las urnas… La televisión sigue siendo muy importante. Mucho.
«La poesía requiere otro tempo al del periodismo, pero sigo trabajando con las palabras»
P.- Quiero preguntarle por una tribuna de ABC, noviembre de 2024, que se titulaba ‘El matonismo de los falsos periodistas’, donde se mencionaba a Javier Negre, a Alvise Pérez y al antiguo sexador de opiniones del periódico del Grupo Prisa. ¿Hay un problema en España del falso periodismo, de los falsos periodistas?
R.- Debe haberlo, oye que cada cual sea lo que quiera. El incordio es que encima te den lecciones desde fuera. Gente que no es periodista, que llega hasta aquí, que se pone a ejercer de periodista, a dar lecciones y a corregir a los demás periodistas. En fin, yo creo que son tres casos absolutamente negativos para la profesión y para la convivencia pública.
El de Alvise o Negre, por razones obvias, en la deriva que ha tomado y de acoso a los demás medios, es algo que ningún profesional honorable haría. Podrás hacer crítica a otros medios, pero ese hostigamiento no lo hace. Alvise es un pillo, un pícaro que no ha salido de la novela de picaresca porque no hubiese alcanzado nunca esa condición. Un personaje vivales que ha visto una oportunidad en el ámbito digital y la ha aprovechado.
Y luego está el otro fenómeno: un sacerdote, un fraile, diciéndole a la gente cuándo se ejerce bien o mal, y hasta dónde. Eso respondió a que, en una misma semana, recibimos un ataque concertado, y naturalmente quise hacer un divertimento con ello. Y retratarlos. Y además, como se ve que les iba a molestar mucho verse juntos, entonces lo hicimos con más ganas.

P.- Sobre el antiguo sexador de opiniones, el fraile, que ya no está en El País. El tiempo lo pondrá en su lugar. Aquí se ha hablado, y yo no es por defender a mis compañeros, es por decencia mínima, se ha hablado de ratas y se ha hablado de tóxicos. Esto me recuerda a cuando hacían un mitin de Ciudadanos en Barcelona y algunos tipejos limpiaban después con lejía el suelo. Esto es la deshumanización.
R.- Eso es el castrismo. Cuando el régimen utilizaba esos nombres para perseguir el poco periodismo libre que había. Eso es lo que hacen los regímenes totalitarios siempre hay esbirros para este tipo de cosas, para asustaviejas. Hemos tenido asustaviejas. Buxadé y Hermann Tertsch, asustando al periódico porque hay unos lectores, una carta de los lectores contra el periódico, una carta que alguien se ha inventado y ha puesto ahí. En fin, esto de los asustaviejas hay que responder y tomárselo con mucha tranquilidad.
P.- Siempre preguntamos, Julián, por la relación con la fe de los invitados estando en El purgatorio. ¿Cuál es la suya?
R.- Mi fe absoluta es en el periodismo. Es verdad. Mi gran vocación, en todos los sentidos, ha sido esto. El periodismo me ha dado muchísimo. Era un chico de Extremadura de los años 70. Una familia muy normal, como eran todas allí, con muy pocas posibilidades. Y el periodismo, el azar, me ha dado una vida que era la vida que quería, que es conocer gente interesante y enriquecerte a lo largo de los años con esas vivencias.
P.- Julián Quirós, más de 30 años de trayectoria en el periodismo. Y, aparte, es poeta. Publica su segundo poemario Antes de que Google nos alcance (editorial Cordelia). Es el segundo poemario. ¿Cómo le da a uno para escribir poesía?
R.- Lo de siempre, a ráfagas. Casi siempre escribí. Dejé de escribir un tiempo entre los 25, cuando empecé con la actividad profesional muy fuerte, hasta los 37. Algo escribía, pero poco. Y volví a escribir mucho hace 17 o 18 años. Escribía y tampoco los cuidaba mucho, se quedaban en libretas y tal. Entonces, hace unos años, antes de venir a Madrid, Carlos Aganzo, que es un buen amigo y un grandísimo poeta, me dijo: «Oye, esto tienes que publicarlo». Y entonces empecé a trabajar un poco, a pulir las cosas, y lo íbamos a publicar. Llegó el covid, la pandemia, y luego me dio vértigo. Cuando me hicieron director de ABC, dije: «Voy a hacer el ridículo, vamos a esperar». Y esperé un poquito, y luego nos atrevimos. Pero bueno, siempre ha sido algo grato y, contra lo que pueda parecer, no es un ejercicio tan antitético con el periodismo. Exige otro momento radicalmente distinto.
P.- Otro tempo.
R.- Sí, a eso me refiero. Pero luego, no sé, en realidad, se trata de concretar cuestiones esenciales en un espacio corto. Y con ideas que tengan potencia, con imágenes que sean sugestivas, con el manejo de las palabras. Lógicamente, es otro lenguaje, pero no es tan raro.
P.- Pero me quiero ir a ese primer momento. Uno empieza a escribir poesía, ¿por hacer un poema a una persona que le gusta, a un ser querido…?
R.- De joven, sobre todo. Claro, eres un balbuceante, pues escribes a una chica, escribes cosas, no tengo nada de toda aquella época, afortunadamente. Cuando yo vuelvo a escribir, hace 17 o 18 años, me coincide con la mediana edad. Debía tener… sí, 37, 38 años. Había cambiado de ciudad, volví a mi tierra, a un periódico pequeño que me fue fácil controlarlo. El tiempo dedicado era importante, vuelvo con tres hijos pequeños que habían nacido en Málaga.
Se produce este ejercicio un poco de introspección, de decir: «¿Qué narices he hecho? ¿Qué he pasado aquí?». Y eso fue una espita. A partir de ahí, bueno, pues volví a escribir. Ese primer libro sí era muy autobiográfico. Dicen siempre que el primero y el último poemario son siempre autobiográficos. Y aquí, en este poemario, ya empecé con otro orden, me preocupaba un poco el mundo presente, todo el tema de la digitalización.
Me pareció que había algo, y lo conecté un poco con el mundo anterior. Pero ya no es mío, ya es «nosotros». Digamos más en plural, ya no es algo personal tuyo. Incluso creo que en este libro, tanto en el primero como en el segundo, que hablo del ayer, soy más testigo que protagonista. Ya entre el periodista que me siento más cómodo, nosotros nos sentimos más cómodos no siendo partícipes, no, aunque esté muy cerca.
P.- ¿Es una persona nostálgica? Porque leyendo el poemario me ha dado esa sensación.
R.- No lo soy. Es una rebelión. Igual que lo primero era quizás, un registro de cómo hago las cosas o no. Soy una persona que vive intensamente el presente. El futuro me despierta curiosidad. Me interesa sobre todo el presente, y no tengo una visión idílica del pasado para nada. Pero si me interesa el registro, si me interesa la historia. Nunca he tenido una sensación de que cualquier tiempo histórico fuera mejor en España, con esto es lo mismo, pero aquí yo creo que hay un ejercicio muy reivindicativo de que sucedieron una serie de cosas buenas o malas. Son las que nos sucedieron, y tenemos el derecho, no sé si el deber o la obligación de que aquello se conserve, esa memoria.
Porque así sucedió, y porque a los periodistas, la sociedad nos interesa la verdad, la precisión de las cosas. Y digamos que toda esta explosión tecnológica está procediendo a un borrado, en parte interesado. Todas estas ideologías, lo woke, todo lo que viene, todas estas nuevas tendencias… Te dicen que lo anterior carece de reputación o que aquello no era… Entonces es algo que me molesta. Fíjate, esto no es un tema de nostalgia, es un poco que me molesta la manipulación. O sea, quizás sea eso, un acto de una mínima resistencia ante la manipulación. Y aquello es lo que pasó, bueno y malo, ni mejor ni peor que en cualquier otro sitio. Lo hubiese dicho lo mismo de 70 años atrás.
P.- Escribe en uno de los poemas: «Por lo visto, lo que nos pasó no fue real. Estábamos equivocados en el engaño, nunca ocurrió. Sucedieron otras cosas distintas, no percibidas. Por lo visto, nos faltaban datos. Juicio de verdad revelada. Éramos necios, se ve. Ahora ya lo sabemos porque nos lo consigna el victorioso ejército de los grillos».
R.- Hay una parte que conecta un poco con la ideología, que es cómo son capaces de imponerte una memoria que se convierte en la verdadera frente a la realidad de lo que sucedió. Insisto, no tiene que ser mejor ni peor, pero eso es un ejercicio de totalitarismo ideológico. Esa idea de convencer y persuadir a la gente de que las cosas no fueron de una determinada manera.
Luego tú puedes decir si te parecía bien o mal, que, entre otras cosas, eran irremediables. Que no te pueden parecer bien o mal, era lo que tocaba, como vivía el mundo de acuerdo a sus posibilidades y lo que había pasado en aquellos momentos.
Entonces, sí creo que hay un ejercicio de ideología sobre la malversación del pasado y sobre la restitución del pasado por otras coordenadas. Eso lo vemos en política también, ¿verdad? Siempre, cuando hay un poder, intenta que la gente crea cosas distintas a lo que ha pasado y a lo que sucedió anteriormente.

P.- El relato. Me pareció muy ilustrativo, igual lo he citado alguna vez, Alberto Olmos en ‘X’. Y es que en esa red social el Ejército de Tierra subió un video de la dana, y decía básicamente: «Hemos estado ahí desde el primer día». Entonces, Olmos respondió a ese mensaje diciendo: «Al PSOE se le da bien el relato, se le da mal el presente. Solamente faltan tres o cuatro semanas para empezar a moldear un pasado que no existe, un pasado que no existió, y puede funcionar».
R.- Es una herramienta política contemporánea, brutal. No pasa solo en España, ha pasado en cualquier sitio. Es decir, más allá de cómo han pasado las cosas, tenemos hoy herramientas poderosísimas, digitales, que nos pueden construir algo que no es exactamente lo que pasó, o que incluso se diferencia mucho de lo que pasó, pero puede acabar quedando como verdad, ¿no?
Y por tanto, lo grave de esto no es que se utilice, sino que se reconozca que es la principal palanca política. O sea, no los principios que decía Anguita, no los hechos políticos, no la actuación, no las políticas, sino el relato. La construcción, la ideación sobre algo. Y lamentablemente, eso más a unos, menos a otros. Pero se está utilizando en todos sitios, y es un problema. Eso también es un trabajo del periodismo: desmontar los relatos.
P.- ¿Cuándo ha escrito los poemas? ¿En qué ratos?
R.- Necesito períodos largos, un poco de desconexión. Reconozco que en alguna etapa, cuando estaba más tranquilo, al llegar a casa, después de dos o tres horas, podía escribir. Desde que estoy en Madrid, es imposible. Escribo, pero tiene que ser en vacaciones. Pero esto no es como otro tipo de libros, que necesitas hacer 300 palabras todos los días. ¿Sabes lo que te digo? En realidad, te está funcionando la cabeza, los tienes, tienes que no tener la cabeza ocupada. Eso, desde luego. Y luego, un día, salen casi solos.
Pero es verdad que, desde que estoy en Madrid, he hecho todos. Tanto este libro como el anterior están escritos previamente, e incluso el anterior está editado o trabajado antes. Este no, digamos que el trabajo cumplimentado sí se ha hecho, pero es más fácil. Si el poema tiene el germen de la emoción, lo otro es oficio.
P.- ¿Da mucho pudor enseñar un poema?
R.- Sí, a mí me daba mucho. Ahora ya no, con este, porque me ayudaron los amigos. Esto quizás no debería decirlo un director de ABC, pero cuando iba a salir el primer libro, una amiga mía muy cercana me dijo: «Hay que ser muy valiente no para escribirlo, para publicarlo». Esto es como todo: cuando haces algo por primera vez y aquello no salió mal, pues tienes amigos que te apoyan, pierdes un poco el pudor, porque también depende.
Yo creo que este libro me desnudo menos. El otro era un libro muy, como hemos dicho, muy autobiográfico. En este, me desnudo menos, hago un trabajo de cómo veo las cosas. Pero claro, hay ahí poemas que sí, claro, que hablan mucho de ti, para una persona que tenga un cargo reconocible, puede dar algo de vértigo, pero lo he perdido con el tiempo.
«Quizá hemos tenido la suerte de que no haya existido un Grupo Prisa alineado con el centroderecha»
P.- ¿Le preocupa también ese futuro demasiado dependiente de las tecnologías y que perdamos esa humanidad?
R.- Sí, me preocupa, porque, como cualquier herramienta, yo creo que la humanidad del ser humano, hasta ahora, ha sido casi siempre capaz de dominar la tecnología o poner la tecnología a su servicio. A lo mejor no del todo, a lo mejor solo una parte, según qué tecnologías, pero ha ido dominando, y la tecnología ha sido una palanca o herramienta que ha utilizado. Aquí estamos ante el vértigo de que, en esta ocasión, con la digitalización, sea la tecnología la que nos domine a nosotros, no lo sé.
De momento, y esto ya está constatado: está creando una fuerza adictiva brutal. Y no solo es una cuestión de niños, nos pasa a todos. Eso puede ser fruto de que estamos empezando con ello. O sea, deberíamos conseguir tener una relación con la tecnología más equilibrada. Yo he comentado alguna vez que eso puede ser cuestión del tiempo. Por ejemplo, a mí me pasa con el IPhone y con el iPad. He vuelto a ver el cine en el cine. Me encanta y voy a la sala.
Y el libro siempre lo he leído en papel, salvo una etapa. Pero para mí, el móvil y el iPad son herramientas de trabajo, no de disfrute. Han dejado de ser herramientas de disfrute, son herramientas de trabajo. De tal manera que ahora ya en el iPad no disfruto viendo una serie. Necesito que sea una pantalla que no toque con la mano, y el fin de semana… esa historia de la fatiga de las pantallas. Yo creo que nos está pasando. Necesitas ponerlo un poco lejos. Un poco lejos es que cada 30 minutos miras esto. Bueno, porque no te olvides del día del teléfono. Pero es que ahora lo miras cada dos minutos, ¿cuánto tiempo tardamos en darle una vuelta al teléfono?
Por ejemplo, el fin de semana, una de las señales de disfrute es que pongo el teléfono a un metro, a dos metros. Insisto, cada 30 minutos me levanto, lo miro, corrijo y tal, pero no estoy encima. Y cuando estoy leyendo, de hecho, a veces es un problema porque quiero buscar una palabra. El otro día estaba leyendo la última biografía que salió de Azorín, por cierto, divina. Y mencionaron a otro autor, y me tuve que apuntar el nombre que yo hubiese buscado para ver quién era, para ver la foto. Pero sí, tenemos que ser capaces de dominarlo, y no sabemos si seremos capaces.
P.- ¿Le ha mandado el libro a algún político?
R.- Creo que sí, pero es lo de menos. Mira, los libros de poesía me gusta regalarlos a amigos, por supuesto. Incluso a algún conocido. Pero a los políticos tres o cuatro. Y, sin embargo, puedo haberlo regalado a cinco juristas y a un montón de periodistas y a algún empresario.
P.- ¿Y le consta de algún político que escriba poesía?
R.- Antiguamente sí, fíjate. Antiguamente se decía de Alfonso Guerra. Hasta los años 80, había mucha gente muy culta. Creo Miguel Tellado ya lo dijo el otro día, que no le da tiempo a leer. Esa es la peor excusa desde que decían que los libros eran caros. Desde luego, habrá en todos los partidos gente que lee, pero no, creo que no forma parte de las costumbres mayoritarias de la clase política.
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