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¡Viva la reina Pilar!

«La serie ‘Su Majestad’ resulta ser una sátira entretenida con algunas claves de nuestra monarquía pasada y presente»

¡Viva la reina Pilar!

Ilustración de Alejandra Svriz.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que dirige el polémico y veterano socialista Félix Tezanos, a quien se acusa de «cocinar» encuestas muy sesgadas a favor del Gobierno, elude formular una pregunta sobre la monarquía por estimar que es un tema delicado y divisivo. Sólo en una ocasión, en 2015, un año después de abdicar el rey Juan Carlos I, sumergido en la corrupción del dinero y su relación con la aristócrata alemana y conseguidora Corinna Larsen, el CIS preguntó a los españoles la opinión sobre su sucesor. Felipe VI suspendió. Obtuvo un 4 sobre diez. Hoy quizá el resultado sería muy distinto.

Desde entonces el órgano oficial no ha vuelto a sondear sobre la delicada cuestión de la Corona. Sin embargo, otras empresas demoscópicas sí lo han hecho con el actual Rey ya en el trono. Y la mayoría de las veces revelan que la monarquía y las fuerzas armadas son las instituciones mejor valoradas en comparación con la clase política, que aparece en la cola.

Viene todo esto a cuento de la emisión de una serie en la plataforma Amazon Prime titulada Su Majestad, estrenada el pasado 27 de febrero. Mediapro, que es la productora, proyecta la idea de venderla a más de un largo centenar de países. Coincide casi en el tiempo con otra lanzada por Movistar Plus, humorística igual que la anterior, sobre uno de los reinados más breves de la historia, el de Luis I, que tiene como actor principal a Javier Gutiérrez.

La novedad de Su Majestad está en que es una comedia alejada de la trascendencia de anteriores ligadas a la institución. Y otras futuras. A finales de enero se comenzó a rodar la serie Anatomía de un instante, una adaptación del libro del mismo nombre del escritor y académico Javier Cercas sobre el frustrado golpe del 23-F.

En principio sin grandes pretensiones, Su Majestad resulta ser una sátira entretenida con algunas claves de nuestra monarquía pasada y presente. Asemeja en algunos momentos a esas series británicas llenas de humor corrosivo sobre la familia Windsor donde no dejan títere con cabeza. O incluso a películas del realismo italiano de Fellini, Monicelli, De Sica, Risi y tantos otros en las que se muestra una sociedad ladrona, que protesta impotente ante los desmanes de los privilegiados, pero que si pudiera robaría igual que sus dirigentes. Unos dirigentes ajenos a la realidad y a la ley, que piensan que si las normas no les satisfacen se cambian sin discusión.

En el caso de Su Majestad, sus guionistas, Borja Cobeaga y Diego San José, creadores del filme Ocho apellidos vascos, que tanto éxito obtuvo en taquilla, junto a su directora Ginesta Guindal, han pretendido que el espectador se divierta, se ría ante las majaderías de una heredera frívola, la princesa Su Alteza Pilar -la gente confunde el rango con el de Su Majestad, el rey Alfonso XIV- caprichosa, maleducada e irresponsable. Pero que luego se identifica con ella por el esfuerzo que hace para corregir su conducta y no emular al padre. 

Hay espectadores a quienes puede que la joven les haga recordar a Victoria Federica de Marichalar, quinta heredera del trono después de las hijas de los Reyes actuales, la infanta Elena y su hijo mayor Froilán. Sinceramente, no he caído en ello. Ahora bien, vaya susto si Victoria Federica reinara un día en España. O su hermano Froilán. Nada es imposible.

Desde el primer capítulo de los siete de la serie, a la princesa Pilar se le «crucifica» por su prepotencia. Allí la mujer, noblesse oblige, debe hacer un esfuerzo superior al de un hombre. No lo tiene nada fácil. Que se lo digan si no a la reina Letizia, que tantos sentimientos encontrados despierta por su pasado sentimental agitado y su divorcio y cuya personalidad independiente y sus raíces plebeyas no son bien digeridas por los sectores más conservadores de la aristocracia hispana.

Su hija Leonor, la princesa de Asturias, cuenta por ahora con más predicamento popular. La opinión pública apoya mayoritariamente su formación de tres años en los Ejércitos. Sin embargo, la joven es consciente de que es escrutada al milímetro a todas horas. Ahora, navega durante cinco meses en el Juan Sebastián Elcano con sus compañeros marinos, pero ya se han disparado los rumores de que está sufriendo con dificultad los ejercicios al aire libre que exige la travesía cuyo final será Nueva York en junio. 

En la serie, la heredera, cuyo papel interpreta Anna Castillo, que debutó en el cine con Icíar Bollaín en El olivo y ganó en 2017 un Goya a mejor actriz revelación, realiza un papel excelente como hija única y, por tanto, sucesora de un monarca corrupto, forzado a marcharse del país unos meses a América Latina para calmar las protestas al descubrirse que posee cuentas en paraísos fiscales. No es el Emérito ni tampoco hay dádivas generosas de la aristocracia petrolera del Golfo. La riqueza en esta ocasión la ha amasado en las Islas Vírgenes.

Está viudo desde hace tiempo. Su esposa muere cuando su hija apenas tiene seis años. Cuenta sus aventuras sexuales a cientos y se comporta con delicadeza con sus amantes. Para ello dispone de un dúplex en pleno centro de Madrid. En la puerta de enfrente lo protege día y noche la discreción de los vecinos, es decir, agentes del CNI. Falta sólo que el administrador sea el intrépido comisario José Manuel Villarejo. 

Todo es un despropósito, pero al espectador le queda siempre la duda de si los reyes y reinas hacen tropelías sin control, sabedores que la ley los ampara. Siempre gozan del privilegio de gozar de inmunidad durante el tiempo que reinen. Y como le dice un genial Ernesto Alterio, en el papel de secretario privado de la princesa heredera Pilar, si ésta un día sucede a su padre, lo primero que tiene que hacer es defender que el Parlamento ponga fin a la inmunidad de un monarca.

Hay momentos hilarantes como el almuerzo tradicional con los jueces del Supremo para inaugurar el año judicial. Resulta inverosímil pensar que los guardianes de la justicia prevariquen con tal descaro hasta extremo de falsificar pruebas o exagerar responsabilidades penales. Estamos en una comedia, pero quién sabe.

Y mucho más interesante resulta para el espectador la función de lealtad casi perruna de los jefes de la Casa Civil del Rey. Isidro, el único alto funcionario al que vemos, vive solo sin más placer que la de comer las sobras del almuerzo navideño celebrado en Palacio y no encender los radiadores de su casa. Total para qué, se pregunta, si pasa el día con la primera familia de la nación. Conforme lo observaba no se me quitaba de la cabeza la figura de Nicolás Cotoner, marqués de Mondejar, militar y preceptor del rey Juan Carlos cuando era príncipe y su primer jefe de la Casa Civil. Serio y muy discreto.

Una encuesta publicada el pasado septiembre por el diario monárquico ABC concluía que el 58% de los interrogados confesaban ser monárquicos y el 36% republicanos. Los miembros de la Familia Real que gozaban según ellos de mayor popularidad eran por este orden el rey Felipe VI, la princesa Leonor y la reina Sofía.

La serie Su Majestad consta de siete capítulos y se puede ver desde el pasado 27 de febrero en Amazon Prime

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