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BMW concentra todo su espíritu deportivo en un coche para ir a hacer la compra: el M4 CS

Un coche que no es para todos, pero del que todos sus poseedores dicen que vale lo que cuesta

BMW concentra todo su espíritu deportivo en un coche para ir a hacer la compra: el M4 CS

BMW M4 CS.

Los tienen más potentes, más rápidos, y puede que hasta más avanzados, pero BMW no fabrica nada más salvaje; solo su hermano el CSL podría ganarle un pulso, pero sería un coche más incómodo. Las limitadas unidades que se fabriquen del renovado M4 CS concentran lo mejor de la firma bávara, y aúnan en unas siglas legendarias lo mejor de su experiencia en la alta competición, al tiempo que han construido un coche de uso diario.

Bueno, diario… pero muy especial. El que se compra un M4 CS no quiere un coche cualquiera, ni un BMW cualquiera; tampoco un M4 cualquiera, sino el más especial de todos, y este vive en sus ramas más extremas. Sus prestaciones básicas nos dicen que se trata de cualquier cosa menos un coche normal. Acelera de 0 a 100 km/h en 3,4 segundos, y su velocidad está limitada electrónicamente a 302 km/h, así que tampoco conocemos hasta dónde podría llegar.

Si su aspecto deportivo no deja dudas, su apellido M anuncia emociones fuertes, aunque el modelo es un poco como Superman: tiene dos vidas dentro de una. Por alturas, reparto de masas, comodidades interiores y sorprendente bajo consumo podría ser usado por un feliz propietario que tuviera que ir al trabajo cada día.

Si ese afortunado y pudiente currito de altos vuelos entrase en una cabina telefónica, como el hombre de acero, podría ponerse un mono ignífugo, y ganar carreras en muchas categorías de GT sin esforzarse demasiado. Es el coche que elegiría un piloto de competición si tuviera que decidirse solo por uno, uno que hiciera de todo.

Motor animal

Un coche con las prestaciones que muestra el M4 CS necesita tener unos pulmones superlativos. Su propulsor de seis cilindros en línea sube de vueltas como el de una motocicleta ayudado por dos turbocompresores. Su potencia se va a los 550 caballos, noventa más que su predecesor. El motor, una de las claves sobresalientes de los BMW, hereda de la alta competición muchos detalles, como el cigüeñal forjado muy aligerado, una culata específica, o un cárter muy rígido.

Toda esa potencia tampoco llega de una manera sencilla al suelo, tiene el toque M. La tracción es a las cuatro ruedas gracias al llamado xDrive del que disfrutan otros modelos, y utiliza un cambio automático programable de ocho relaciones. Su selector Drivelogic permiten diversas combinaciones, y tipos de utilización. Su conductor, o mejor dicho, su piloto, podrá apagar el control de estabilidad, o bloquear la aplicación de potencia al tren trasero, entre un puñado de opciones.

Un barítono que sopla una flauta

Llama la atención algo muy en boga en coches superdeportivos de última generación: la modulación del sonido. No es que suene mejor o peor, sino que se pueden seleccionar los ajustes para obtener unas sensaciones auditivas menos relajantes de las ya deportivas en su uso normal. Los escapes, derivados de la competición, han perdido mucho peso y acaban en cuatro salidas en la trasera.

Es una pauta conocida en los coches que llevan una M. Por fuera son BMW, inconfundibles, sean de la serie que sean son reconocibles y visualmente se pueden asociar al resto de su familia. Pero los levantas y por debajo son distintos, parecen de otra marca. El CS no podía ser menos, y los pocos cambios en su exterior, sí que son visibles en su interior. Suspensiones, sus brazos, bieletas, equipos de frenos… todo cambia, y el resultado es acorde a esas mejoras.

Combinar comodidad y comportamiento salvaje

La marca ha refinado chasis para hacerlo trabajar más plano con respecto al suelo, la dirección es más directa aún, y las suspensiones controladas de manera electrónica, sacan lo mejor de su capacidad adaptativa específica de la familia M. Los controles electrónicos, desconectables, dan un paso más allá y se han mejorado con respecto a los anteriores.

Estos sistemas tienen una fuerte relación con los equipos de frenos. De serie traen los M Compound, aunque en opción se puede adquirir los consabidos frenos de carbono. Si no se va a entrar en circuito es un caro exceso que rinden mal en el tráfico diario. Se puede elegir el color de las pinzas, así como el diseño de las llantas, específicas de este modelo, que son de 19 pulgadas delante y 20 detrás.

Para acentuar sus capacidades deportivas, el peso es importante, o la ausencia de él. Pesa 20 kilos menos que el BMW M4 Competition. Para ello se ha utilizado un polímero reforzado con fibra de carbono llamado CFRP. Con este material se han confeccionado asientos, alerón trasero, difusor, retrovisores, tomas de aire en el frontal, techo, capó, etc. Está repartido por todo el coche y lo muestra con orgullo en varias zonas.

Vista frontal afortunada

Por fortuna, el controvertido y excesivo morro en forma de dientes de castor de la Serie 4 desapareció en los M. La parte delantera es más armónica, agresiva como pocas, pero mucho más digerible que la de los Serie 4 pacíficos. El resto de su fisonomía, y basta con ver las fotografías para reconocer que BMW siempre sorprende y hace visible su dinamismo interior en sus líneas.

El interior está presidido por la reconocida BMW Curved Display, de 12,3 pulgadas para lo relacionado con la conducción, y otra central de 14,9 pulgadas para la multimedia, sistema de orientación, y diversos controles como el del climatizador, o el iDrive. Llama a la mirada el botón M en la consola central para los diversos ajustes de pilotaje. Se pulsa y es como cuando en Star Trek entran en hipervelocidad. Cambia la respuesta del motor, el chasis, la dirección, la tracción o las funcionalidades propias de los circuitos. Entre ellas una opción para derrapar y otra para un registro de tiempos por vuelta.

BMW no ha declarado la cantidad de unidades asignada a esta versión, pero de la anterior de su hermano el CSL hicieron mil. Sería lógico que sus cifras fueran afines. BMW no ha declarado aún un precio exacto, pero el M4 normal se va a los 131.9000 euros, así que su precio será algo superior. Un coche que no es para todos, pero ninguno de sus poseedores dicen que sea caro, vale lo que cuesta, afirman. Y todos esbozan una sonrisa en la cara cuando lo dicen.

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