El BMW Serie 1 muta para seguir siendo el compacto de referencia con alma deportiva
Los diseñadores de Munich han echado el resto, y el habitáculo se aleja mucho del modelo anterior
Veinte años no son nada. Sobre todo para uno de los BMW más exitosos de la firma bávara. En su vigésimo aniversario acaba de presentar su cuarta generación. Se queda con lo que tenía de bueno y da un paso adelante para que le persigan todos los demás, porque aunque es un coche nuevo, preserva parte de su alma pretérita.
La explicación es sencilla: se trata de un coche distinto al anterior, pero no al 100 %. La carrocería es completamente nueva, su interior revolucionario, sus formas rememoran a sus hermanos mayores, pero la industria se encuentra en una encrucijada, y se nota en el modelo. Si en lo palpable el Serie 1 es flamante, las marcas apenas desarrollan sus motores térmicos y las plataformas que los portan.
Esa es la razón por la que el nuevo Serie 1 conserva gran parte del cuerpo de la generación 3. Chasis y motores han sido actualizados y mejorados, pero no son de nuevo cuño, sino una prolongación de los ya conocidos. Esto no tienen nada de malo, al revés, si algo funciona, no lo toques demasiado. Por otra parte, con un horizonte que apunta hacia 2035, con una producción exenta de emisiones, invertir dinero en los motores térmicos llamados a extinguirse lleva poco lejos.
Las suspensiones han sido retocadas, y los amortiguadores son más avanzados. Al igual que en la iteración previa, no hay versiones de dos puertas —solo de cuatro, cinco con el portón trasero— y repiten con la tracción delantera, a excepción de la versión xDrive, con potencia en las cuatro ruedas. La novedad es que el cambio manual desaparece en toda la gama, en favor de un automático Steptronic de siete relaciones.
Como es norma en el mercado, y raro es el que la incumple, el Serie 1 crece con respecto a sus antecesores. Con la misma base, los alrededor de dos centímetros extra a lo largo y ancho que se añaden, residen en los voladizos, más que en su interior, con un ancho entre ejes igual que en la generación 3. Sus cotas se quedan en 4,36 metros de largo, 1,80 de ancho y 1,46 de alto. El resultado es un compacto urbano, potente y ágil, con excelentes resultados en carretera, y espíritu deportivo.
Para dar vida a sus movimientos, BMW ha dispuesto un amplio abanico de posibilidades tanto en diesel como en gasolina, tanto con propulsores térmicos e híbridos. A pesar del morro especialmente largo para ser un compacto, bajo el capó hay mucho aire. Todo ese espacio era necesario cuando albergaba el seis en línea que comercializaban, pero es una mecánica que ha desaparecido del catálogo. La longitud es por cuestiones estéticas y de proporciones visuales.
Los que sí están son tres de gasolina y dos de gasoil; ninguno eléctrico, ni tampoco enchufables, en contra de la tendencia que han abrazado otros. Esa posibilidad necesitaría un chasis muy diferente, para albergar baterías, eliminar sistemas de los motores térmicos, etc.
Los propulsores de gasolina arrancan desde los 156 CV de un tres cilindros y litro y medio de cubicaje, que se ayuda de una hibridación suave de 20 caballos. Recibe la etiqueta ECO, sus consumos quedan por debajo de los seis litros a los cien en ciclo WLTP, pero sus prestaciones eran las soñadas por motores mucho más grandes hace un par de décadas. Su velocidad máxima se eleva a los 226 km/h, y hace el 0 a 100 en 7,8 segundos.
A partir de ahí la gama crece a base de añadir un cuarto cilindro, con cúspide en el modelo 125 xDrive y 296 caballos, con una versión en medio de 190 CV. En todo caso, las emisiones son bastante contenidas, igual que sus consumos, que siempre quedan por debajo de los 8 litros a los 100 kilómetros.
Eléctricos no, diésel si
En los motores diesel encontramos dos capacidades, que con el mismo bloque de cuatro cilindros, aportan 150 o 163 CV, en el segundo caso gracias a una hibridación ligera con la que se recibe la etiqueta ECO. Los consumos se quedan casi siempre por debajo de los cinco litros, lo que otorgan a estas versiones de una autonomía extraordinaria sin mermar las prestaciones, equiparables a las versiones de gasolina básicas.
El exterior ha evolucionado y sigue siendo inmediatamente reconocible como un Serie 1, aunque hay cambios. Los faros son más afilados, los pilotos traseros parecen sacados del último X2. El diseño de la parrilla resulta algo extraño, con líneas verticales y oblicuas entrelazadas. Se acerca más al de los últimos M3 y M4, y se aleja de los dientes de castor que tantos disgustos dieron a los comerciales de sus concesionarios.
Mientras que la mayoría de los BMW más recientes tienen tiradores de puerta enrasados, el Serie 1 mantiene la disposición tradicional. Por lo demás, este es el primer coche de la compañía que ofrece un acabado de techo en contraste con un aspecto negro brillante. El tamaño de las llantas parte de 17 pulgadas y llega a 19 pulgadas en el M135, que también dispone de frenos compuestos opcionales.
En los modelos de gasolina, la letra i desaparece de la denominación, porque se la ha adueñado la gama eléctrica. A cambio el número 1 de sus nombres —120, 125, 135, etc.— crece e incrementa su tamaño con orgullo precediendo al resto de cifras.
La voz interior
Donde el Serie 1 marca un antes y un después es en su interior. Nada de lo visto hasta hoy en la marca se parece a esto. Durante años BMW fue acusada de ser algo inmovilista y en exceso clásica a la hora de atacar sus salpicaderos. Con el Serie 1 esto pasa a la historia, y predice el futuro de la marca en este sentido. La lejanía entre lo que se puede encontrar a los mandos de este coche y lo que Mr. Spock se topa a los mandos de la nave de Star Trek es que nadie tiene sus picudas orejas. Cualquier otra cosa que se vea, parecerá automáticamente antigua.
En esta materia, los diseñadores de Munich han echado el resto, y el habitáculo se aleja mucho del modelo anterior. El Serie 1 cuarta generación incorpora el sistema de infoentretenimiento iDrive 9 de BMW con doble pantalla. El cuadro de instrumentos digital mide 10,25 pulgadas, mientras que la pantalla central tiene una diagonal de 10,7 pulgadas. Al igual que en otros modelos con pantallas paralelas, la mayoría de los botones convencionales han desaparecido. Hay funciones que se pueden manejar dando órdenes verbales.
Adiós botones, hola pantallas táctiles
En nombre del minimalismo, se ha suprimido muchos botones, palancas y mandos analógicos, ha desaparecido el tradicional mando giratorio iDrive, y la palanca de cambios ha dado paso a un pequeño selector. Ahora hay más espacio entre los asientos delanteros, que son de nuevo cuño, y tienen en opción masaje y ventilación. Incorporan un airbag que se desplegaría en caso de accidente entre sus dos ocupantes. BMW se despide el cuero, excepto para el del volante. En su lugar llevan ahora un material derivado de plásticos reciclados, y obtienen el certificado de veganidad.
El Serie 1 quiere seguir siendo el líder de la manada en el segmento si lo que se quiere es ese un poco más que muchos persiguen y pocos ofrecen: alma, o al menos alma deportiva. A diferencia del diablo, BMW sí que te vende este tipo de bien inmaterial, a partir de otoño, y con precios de este mundo desde los 39.000 y 61.000 euros, extras aparte. Echa cuentas, por si necesitas otro espíritu aparte del tuyo y el del Serie 1 este te sirve.