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La venta de coches eléctricos sufre pero sus propietarios están cada vez más contentos

Muchos de sus conductores se han hecho youtubers y hacen vídeos para mostrar lo felices que están con ellos

La venta de coches eléctricos sufre pero sus propietarios están cada vez más contentos

Vehículo Tesla.

Resulta paradójico. Los propietarios de coches eléctricos, en general, suelen estar bastante satisfechos con el comportamiento de sus adquisiciones. Sin embargo, las ventas de este tipo de vehículos están pasando por un enorme bache en los mercados europeos.

Muchos de sus felices propietarios están tan contentos que ha desencadenado un curioso efecto: muchos se han hecho youtubers. En sus vídeos muestran orgullosos la aceleración y el silencio de sus mecánicas, transmiten en directo sus trayectos como si fueran los presentadores del programa Top Gear, trazan planes de viaje para atravesar la península de lado a lado, y muestran mapas de donde se pueden recargar más baratas sus baterías. Son felices y se lo quieren contar al mundo; como es lógico, son muy dueños y nada de esto es reprobable.

Por contra, también hay quien se cisca en la decepción que les ha supuesto un fuerte desembolso, aunque son los que menos se graban vídeos y lo airean. Se suelen limitar a hacer uno o dos, quejarse amargamente —por norma general de la escasa eficiencia de las baterías—, y los suben a redes sociales para hacer público su descontento. Sufren y se duelen; es normal, y en su derecho están.

A las marcas las han obligado a meterse en lo del coche eléctrico sin que ellas o el público lo haya pedido, y se está asumiendo más despacio de lo deseado. Hay curiosas excepciones, como el sorprendente caso noruego con casi el 90% de las ventas de coches a batería, y donde el motor térmico está en vías de total extinción. O los vecinos portugueses, cuyo mercado de eléctricos ronda ya el 25% de coches vendidos, una proporción cinco veces superior al del mercado español. La explicación está no solo en las ayudas, sino en las exenciones de impuestos. Un país sin apenas montañas, donde los recorridos son cortos, con fuertes impuestos a los combustibles y el equivalente térmico es casi más costoso, invita al cambio de paradigma.

En Estados Unidos lo estudian todo, y hay varios análisis que examinan el grado de satisfacción para con este tipo de vehículos. El problema es que los parámetros americanos casan mal con la idiosincracia europea. Por eso el viejo continente requiere de sus propias fórmulas, y hace poco ha salido una en Alemania, bastante reveladora.

UScale es una consultora alemana dirigida por Axel Sprenger, un exdirectivo de Mercedes, que tiene una visión muy particular de su industria. Afirma que hay ingenieros y científicos brillantes, pero no está muy bien orientada hacia lo que el consumidor quiere. Sólido creyente en la movilidad eléctrica, desde hace cinco años lleva a cabo un estudio de satisfacción de los conductores de este tipo de coches, y su última entrega ofrece datos reveladores.

Los datos fueron recolectados en mayo-julio de este año, entre 4.966 encuestados, en entrevistas que duraron entre 15 y 20 minutos, y todos ellos eran procedentes de Alemania, Francia, España, Italia, Noruega, Países Bajos e Inglaterra. La primera conclusión a la que llega es que la confianza general en este tipo de motorización es cada año superior. El origen de esta afirmación viene de dos parámetros: la cada vez mayor implantación del coche eléctrico, su mayor número de usuarios, el crecimiento hacia abajo en gamas y precios, y el mayor número de cargadores públicos.

El otro elemento de juicio es la mejora paulatina de la tecnología de sus baterías. Por poner un ejemplo, el primer modelo de Nissan Leaf vendido en Europa disponía de una autonomía de apenas 150 kilómetros en condiciones favorables. La del Leaf actual sobrepasa ampliamente el doble de esa cifra. En cada generación, y ante la permanente evolución en la densidad de los acumuladores, esta asignatura mejora. A ello se suma la velocidad de carga; a mayor capacidad en este sentido, más rápido es el proceso de volver al asfalto.

Pero el estudio arroja otros datos interesantes, que han hecho sonreír a los directivos de algunas marcas, y mostrar caras largas en otras. Siempre de acuerdo con las respuestas de sus usuarios, hay una tabla clasificatoria en lo tocante a la satisfacción de los conductores. Los de Tesla, Porche y BMW pueden salir ufanos de sus reuniones de ejecutivos, aunque hay otros que no tanto.

Su majestad Tesla

Los coches de Elon Musk lideran el escalafón, y el 71 % de sus conductores de Tesla recomiendan su marca a todo aquel que les pregunte, y solo el 5 % no la recomienda. Los vehículos californianos son los que más satisfechos dejan a sus conductores, pero casi todos reseñan problemas en la calidad de la construcción. En la encuesta no sale, pero el trato recibido en sus concesionarios, y el servicio posventa es una fuente inagotable de quejas. Elon, tienes que mejorar esto.

BMW y Mercedes destacan en software, conectividad y el manejo que se les supone como marcas prémium que son, pero tienen debilidades en autonomía y capacidad de carga; es un problema de baterías, no de los coches. Polestar y Volvo son muy buenos en lo relacionado con la planificación de rutas y navegación; la aplicación de Google Maps ayuda, aun así sus propietarios creen que gastan sus acumuladores a demasiada velocidad. Necesitan mejorar el consumo.

Audi, VW, Skoda, Cupra, y Porsche, todas las marcas del Grupo Volkswagen, reflejan problemas de software. A excepción de Porsche, la carga peca de lenta. Si las recargas se hacen en casa y por la noche, no es un problema; lo será en carretera.

La carga en casa, bien, fuera no

Este es un problema que no reflejan los Hyundai y Kia, que disfrutan de velocidades de carga muy rápidas, pero fallan en los planificadores de ruta. Ford convence a sus propietarios en autonomía, aunque a vista de todos, tiene un consumo alto y una capacidad de carga insuficiente. Mini dispone de un software sólido, pero una autonomía que se queda algo corta. Es lógico: coche pequeño, batería pequeña. Los Mini se comportan muy bien como coches urbanos, pero si se quiere viajar, tiene sus pegas.

Los nuevos modelos de Smart disponen de una buena autonomía, sin embargo, han de mejorar en su consumo, planificación de rutas y software. Los BYD chinos necesitan cargar más rápido, al igual que los Renault y Dacia. Los familiares de Stellantis, Stellantis Citroën, Peugeot, Opel y Fiat necesitan mejorar su software y la conectividad.

El 38% de todos los propietarios de vehículos confirman que sus coches eléctricos tienen una autonomía real en periodo veraniego, cuando hace más calor, de más de 400 kilómetros; en 2023, solo era el 27%. Además, la carga es ahora considerablemente más rápida: el 58% de los coches eléctricos tienen una capacidad de carga en corriente continua de 150 kW o más; en 2023, solo era el 41%. De la misma forma, el 75% informa que han tenido problemas al cargar en alguna ocasión. A veces, el proceso no puede iniciarse o finalizarse sin incidencias, o se interrumpe de manera inesperada.

Avance más lento que en 2023

La movilidad eléctrica avanza lenta, y desde finales de año, las caídas de ventas han sido cercanas al 30% en muchos países. Se habla de miles de coches fabricados y que no encuentran comprador en muchos destinos, algo que les ocurre a casi todas las marcas, pero en especial en Alemania, donde el gobierno federal ha cerrado el grifo de las ayudas.

Esa es la clave de todo: el precio. La adquisición de un vehículo es uno de los mayores gastos que afronta una familia tras la compra de una vivienda. Cuando las prestaciones y usabilidad de los eléctricos, y los costes operativos se equiparen, el temor a malgastar el dinero acabará desapareciendo. Entretanto, las marcas tienen que ir refinando y puliendo su producto; no se pueden permitir falta de calidades en acabados, servicio posventa o errores tontos de diseño de cosas ya superadas.

Un gran ejemplo del esfuerzo que están haciendo las marcas es la del grupo Volkswagen. Han montado un centro de desarrollo de software en China. Si de allí sale lo más eficiente, allí hay que estar. El orgullo de un grupo gigantesco se está diluyendo, para mejorar su producto. Al final, el beneficiado será el comprador. Mejor para todos.

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