Las mejores historias de coches robados contadas por el tipo que los encuentra
La bandas organizadas de países del este y norte de África, vienen, roban los coches y se van sin dejar rastro
Lloraba. Deshecho en lágrimas, no paraba de agradecer a las voces anónimas que le explicaban por el teléfono. Su Peugeot cargada de mercancía había aparecido, y la compañía de recuperación había dado con ella en un polígono industrial. Lo importante no era el coste de la Partner, sino lo que aquello suponía para su propietario: la ruina.
Un familiar le dijo que había tirado su dinero, pero nunca pudo alegrarse más de haber contratado el servicio de LoJack, la empresa de seguridad que empezó la actividad en España como Detector. La matriz estadounidense se hizo con las riendas de su franquicia española y recuperó el nombre original, aunque el servicio es el mismo.
El año pasado recuperaron varios centenares de coches de entre los 32.820 que se sustrajeron. El método que utilizan deriva de una tecnología militar desarrollada durante el conflicto en Vietnam. Los soldados en tierra se perdían por la selva asiática, y el alto mando les colocó un emisor de radio, autónomo y de bajo consumo, que decía al espectro radioeléctrico «estoy aquí». Más tarde llegaba un helicóptero y los rescataba.
La mitad de los coches robados cada año suelen ser víctimas en Madrid y Barcelona; la mayoría del resto suelen caer en el arco mediterráneo. La tercera ciudad en el pódium es Málaga, o más bien su provincia, y la que menos, Soria, que acumula la sustracción de cuatro vehículos en lo que llevamos de año.
La marca más victimizada por las sustracciones es la misma que resulta la más vendida: Toyota, con el RAV4 como estrella. Esta misma semana en la delegación de LoJack de Madrid recibieron la llamada de su contraparte italiana. Un RAV4 desaparecido en el norte del país había dado señales de vida en Córdoba. La oficina española se puso en marcha de inmediato para recuperarlo.
Cuando se roba un Toyota Land Cruiser VX, el más potente de la gama, la Guardia Civil sabe que se está preparando un alijo de droga en la costa. Este modelo se usa de mula para sacar mucho peso en la arena. Se le arrancan los asientos traseros, y se le pinta con spray los cristales traseros, y tras ejecutar su función, se suele abandonar. De los deseados BMW se sustrae la gama entera.
El procedimiento es sencillo. El propietario de un vehículo acude a la compañía, y abona una cuota inicial para cubrir los gastos de la baliza —del tamaño de un paquete de tabaco—, que técnicos homologados se encargan de ocultar en un lugar distinto y no declarado de cada vehículo. De acuerdo del modelo y posibilidades, el coste viaja entre los 350 y 500 euros, y luego se abona una cuota mensual de entre nueve y quince. «Puede ser en una moto de reparto a domicilio o en un Mercedes AMG último modelo valorado en un cuarto de millón, como el que recuperamos el mes pasado», explica José Ignacio Rubio, responsable de la compañía en España.
Cuando se denuncia el robo, la empresa activa la radiobaliza, que duerme hasta que esto ocurre. Tiene una batería que garantiza su funcionamiento durante siete años, y no depende de la energía del vehículo. No depende del GPS, y llega donde las señales de satélite se pierden. Cuando recibe el comando de activación, que suele ser dentro de las 48 horas siguientes, el coche advierte de su posición. LoJack posee una pequeña flota que patrulla las zonas más proclives; unidades móviles que suelen conducir ex policías retirados. También hay coches patrulla de los cuerpos de seguridad equipados con receptores; hay mucha comunicación entre ambas partes.
Un «coche caliente» se aparca en un lugar donde no llame la atención; puede ser una urbanización, un centro comercial, o una calle muy transitada. Si los malos llegan y lo encuentran sin moverse, saben que no tiene nada de esto, y luego inicia su viaje, por norma general, fuera del país.
Bandas extranjeras
Para finalizar con éxito una acción como esta es necesaria cierta infraestructura, así que son bandas profesionales las que tienden a perpetrar los robos. Casi siempre bandas de países del este o norte de África, que vienen, ejecutan su plan, y se marchan. Los deportivos y coches de alta gama aparecen en Rusia, Bulgaria, Rumanía, y el entorno de la antigua Yugoslavia de forma habitual; los todoterrenos, en África.
Los primeros se van rodando a su destino, pero los segundos hacen un viaje bastante curioso. La frontera de Algeciras está muy bien vigilada, y las bandas saben que es un mal camino. Lo que hacen es subirlos por carretera a países centroeuropeos, con Alemania y Países Bajos como paso intermedio. Allí les cambian matrículas, color, troquelan los números del bastidor, y les dotan de una documentación falsa.
Una vez modificada su identidad, los suben en contenedores a barcos que salen de Hamburgo o Rotterdam hacia su destino final. Durante la charla, Rubio recibió un mensaje acerca de un Audi Q2 propiedad de un rentacar que estaba dando señales desde Conakri, la capital de Guinea. Acto seguido se disparó un operativo de recuperación, con la Interpol de por medio.
Encontraron más coches…
Este mismo año, una de estas balizas les condujo a una nave donde dormía un alijo de dos docenas de RAV4 y otros vehículos que iban camino del Magreb. A través de uno, rescataron una millonada en coches que volvieron a manos de sus legítimos propietarios. Con las motos ocurrió el año pasado otra situación más curiosa. Suelen desguazarlas y meter sus piezas en contenedores pequeños, o maleteros de coches. Una de las balizas, autoadhesivas, apareció dentro de una maleta, donde estaba una de las piezas de una motocicleta sustraída en Barcelona. La policía tiró del hilo y encontraron unas cuantas más.
«Las compañías aseguradoras son las más interesadas, y es por eso que en modelos altos de gama no te firman la póliza si no tienes instalado algo de esto», explica José Ignacio Rubio. «Lo importante no es tanto lo que vale tu coche robado. Si lo pierdes, te dan el valor venal, y te compras otro. El problema es que mientras acabas teniendo uno nuevo, pueden pasar meses, y durante ese periodo de tiempo, tiene unos costes extra; alquiler de un coche unos meses, y el desajuste que te provoca. En realidad no te han robado tu coche, sino tu movilidad, y esto tiene un coste que no siempre se contempla».
No solo encuentran coches, sino que ayudan a solucionar crímenes. El año pasado, a una chica le robaron por la fuerza un Porsche Cayenne en el aparcamiento de Barajas. Los ladrones la atropellaron, y murió. La policía contactó con LoJack, por si tenía un dispositivo instalado, y hubo suerte: lo tenía. Dieron con el coche, y se apostaron a la espera de que llegasen a recogerlo. Cayó toda la banda y los responsables del asesinato.
El robo más fácil
Una tendencia reciente es que las bandas alquilan con documentación falsa los coches «encargados» en zonas de costa. Es tan fácil como entrar a una oficina, y llevárselos como turistas, y luego desaparecen. Por eso hay muchos de estos sistemas instalados en flotas… pero ninguna como una que hace unos años operó en Marbella.
La empresa instaló veinticuatro de una tacada en una compañía de alquiler que poseía uno de los catálogos más alucinantes del planeta: dos docenas de Ferrari. La policía estaba siguiendo la pista a uno, y las puertas de la cueva de Alí Babá rodante se abrieron: todos eran robados, y procedían del norte de Europa. Los ladrones de Ferraris echaron mano de las balizas para evitar que se los robaran a ellos. Cuando Rubio supo de la historia, se retrepó en el asiento de su despacho, negó con la cabeza, y dijo en voz alta: «pues otro cliente satisfecho, porque no les han robado sus coches». Tuvo que contenerse para no soltar una carcajada.