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McLaren desafía a Aston Martin fuera de los circuitos con el superlativo W1 de 1.258 CV

Se fabricarán solo 399 unidades y están todas vendidas a una lista de clientes muy exclusivos

McLaren desafía a Aston Martin fuera de los circuitos con el superlativo W1 de 1.258 CV

Perfil del Mclaren W1.

Ha sido un «sujétame el cubata» de libro. Con velocidad limitada a 350 kilómetros por hora, 1.258 caballos y un precio de 2,4 millones de euros más extras, McLaren acaba de presentar un coche que no desentonaría en la parrilla de un Gran Premio de Fórmula 1. Se llama «W1» y, sobre el papel, deja atrás a vehículos similares que batían récords hace semanas.

Parece como cuando rusos y americanos pelearon en los inicios de la era espacial. A cada invento que sacaba uno, el de enfrente presenta su más difícil todavía. Y en esas andan marcas como Mercedes con su AMG-One que bate récords en Nürburgring, Aston Martin con los coches que le lleva a Fernando Alonso a su domicilio monegasco, o en este caso, McLaren, que lidera la tabla de constructores en el campeonato del mundo de Fórmula 1.

Si de casta le viene al galgo, esto empieza adquiriendo las formas de la jauría más salvaje de todos los tiempos. El aserto bien podría aplicarse a cualquier era de los superdeportivos, pero rara vez uno de estos coches de calle hipermusculados podían dejar atrás a los F1. En esta tercera década del XXI está empezando a ocurrir con relativa frecuencia.

Superar en potencia y velocidad a un monoplaza de carreras no es tan difícil. Lo verdaderamente complicado es que uno de estos misiles con luces e intermitentes consigan ser cómodos para dos pasajeros y las autoridades de tráfico le permitan ponerle matrícula. Con marcas como McLaren de por medio, los adjetivos acaban perdiendo su sentido. Lo que antes era el coche definitivo y final, como el hiperbólico McLaren P1 de 2013, ahora queda en un gran modelo, pero de prestaciones inferiores a las de su descendiente.

El nuevo híbrido de Woking alcanza los 1.258 CV, 143 más que los 1.115 del Aston Martin Valkyrie que descansa en el parking del piloto asturiano y con el que compite. Toda esa potencia emana de dos motores, un V8 biturbo de 4,0 litros que produce 915 CV, y se ve potenciado por lo que McLaren denomina «módulo E», que añade otros 342 más. Con un peso en seco de 1.399 kg, la relación peso-potencia es de 899 CV por tonelada, que viene a ser un kilo y medio para cada caballo. No hay muchos coches que puedan empatar esta cifra, y menos aún los que llevan matrícula y pueden ser conducidos por conductores de a pie.

El nuevo motor ha estado cuatro años en desarrollo. La unidad de 3.988 cc está repleta de innovaciones técnicas disponible solo en los vehículos de más alta gama, como el mecanismo de válvulas con revestimiento de carbono tipo diamante para reducir la fricción. Su régimen de giro alcanza las 9.200 rpm, más que cualquier otro motor McLaren anterior.

El impulsor eléctrico consta de un motor electrónico de flujo radial similar al que se utiliza en la F1, que puede girar a 24.000 rpm y pesa solo 20 kilogramos. La transmisión es una caja de cambios doble de ocho velocidades completamente nueva con una capacidad de soportar un par mucho mayor que en todos los McLaren anteriores. Contra todo pronóstico, la tracción se transmite a suelo solo a través del tren trasero.

Si sus prestaciones son epatantes, la ingeniería que lleva alojada no se queda atrás; entra mucha en un coche con un nombre tan pequeño, W1. El chasis monocasco Aerocell del W1, está fabricado con fibra de carbono preimpregnada, la forma más compleja de fabricación de compuestos. Combina un peso ligero con una gran rigidez estructural. De paso, el fabricante se ha esforzado en facilitar el acceso a sus conductores, algo que sus usuarios pedían desde hacía tiempo. Los requerimientos de seguridad e impacto lateral necesitaban de una estructura muy concreta y se ha avanzado mucho en esta materia.

Una de las defensas en esa zona son precisamente sus puertas, tipo alas de gaviota en el W1. Sus formas favorecen el flujo de aire desde los pasos de rueda delanteros hacia los radiadores y proporciona más de espacio para la refrigeración. De esta manera, los radiadores no necesitan ser tan grandes. Los asientos están integrados en el monocasco, lo que ayuda a reducir la distancia entre ejes y reduce aún más el peso.

Vista trasera del W1.

Aerodinámica única

McLaren afirma que la aerodinámica del W1 es la más compleja que la empresa ha desarrollado nunca para un coche de calle. Utiliza el llamado «efecto suelo», un proceso aerodinámico que se aplica hoy día en la actual reglamentación de la F1. La parte inferior del coche recauda gran parte del protagonismo para incrementar el agarre proporcionado por el aire, y que succiona al vehículo hacia el asfalto. Es el segundo coche homologado que lo utiliza; el otro es el Aston Martin Valkyrie.

El modelo es capaz de generar 650 kilos de aerocarga en su frontal y 350 en la trasera. Es como ponerle otro coche encima, apretándolo hacia abajo en las curvas. Eso no solo se consigue con sinuosas formas en su panza, sino también con un exótico alerón trasero móvil. Bautizado como McLaren Active Long Tail, es una de las piezas estrella del coche. Se extiende hacia atrás hasta 300 milímetros en un arco de 180 grados, y resulta fundamental para sus capacidades en pista. Cuatro motores eléctricos suben o bajan el alerón y modifican su ángulo; también funciona como freno aerodinámico, como en los cazas de combate.

Aunque tiene más, el W1 está pensado para ser conducido de manera básica en dos modos: Road y Race. En este último, la altura de conducción desciende 37 milímetros en la parte delantera y 17 milímetros en la trasera, endurece la suspensión y entra en acción la aerodinámica activa. En ese momento la aerodinámica delantera altera su configuración, con una sección central que desvía el aire hacia una quilla inferior, mientras que las secciones laterales generan carga aerodinámica delantera. Al frenar, este flujo se vuelve a modificar, para proporcionar más refrigeración, al tiempo que se desplaza el equilibrio aerodinámico hacia la parte trasera.

Como el coche de Batman, el W1 muta en marcha y se rediseña sobre la marcha. La finalidad es tan simple como ofrecer un coche cómodo en conducción norma, y aprovechar ese torrente de potencia y agarre cuando se pisa un circuito de carreras. Como es obvio —e ilegal—, llevar al límite a este coche no se debería hacer de ninguna manera en carretera abierta, a menos que se conduzca por la Autobahn alemana.

La suspensión del W1 también está inspirada en la F1, en particular en una innovación llamada FRIC. Se trata de un mecanismo que combina la actuación de manera cruzada en diagonal. Une las cuatro esquinas del coche para controlar su comportamiento a medida que aumenta la velocidad y la carga aerodinámica. La suspensión delantera del W1 utiliza barras de torsión de titanio impreso en 3D.

El resultado final es que puede acelerar de 0 a 100 km/h en 2,7 segundos, a 200 en 5,8, y a 300 en menos de 13 segundos. No solo eso, sino que sus frenos de 3900 mm le permiten pasar de 200 a 0 en cien metros. Prestaciones propias para aquellos que tengan el cuello como el de un toro o se amarren la cabeza al respaldo del asiento.

… y un reloj

En todo caso, serán solo 399 los afortunados que reciban uno a cambio de los 2,4 millones de euros que piden con él… extras aparte. Pero, y he aquí nuestra decepción, están todos vendidos. No queda ni uno. Lástima, otra vez será. Aunque los que se hayan quedado sin él, siempre podrán comprarse un reloj a juego que ha sacado la marca Richard Mille. No tiene precio declarado, pero cuando hicieron lo propio con el modelo Speedtail, la cifra llegó a los 500.000 euros, así que en esta ocasión, McLaren, no va a defraudar a los más afortunados. Los menos, solo podremos mirar.

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