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El Fiat Panda de toda la vida crece una talla para 'comerle la tostada' a Dacia

Con un precio contenido promete ser muy bien acogido por los que compran su primer coche

El Fiat Panda de toda la vida crece una talla para ‘comerle la tostada’ a Dacia

Fiat Grande Panda. | Fiat

Lo que no crece, muere. Esta parece ser la máxima que aplica a los coches que conducimos, y que en cada generación ensanchan una media de un centímetro cada dos años. El Panda, un clásico de Fiat que en España se vendió bajo licencia de Seat, crece y se expande en todas sus direcciones para convertirse en el Grande Panda.

El Fiat Panda crece, y no para desplazar a un modelo ya clásico, sino para complementar su oferta con un nuevo modelo recrecido. La tercera generación del Panda —de combustión— nace en la factoría de Pomigliano d’Arco, en Nápoles, de allí sale en dos tallas, la normal, y la grande; la versión eléctrica viene de la factoría de Kragujevac, en Serbia. Su nombre no deja espacio a la duda, y anuncia su paso del segmento A al B, con cuatro metros justos de longitud.

Basado en la plataforma STLA Smart multienergía, es compartida con el Citroën C3, su mellizo, el Aircross, el Opel Frontera y algún modelo que viene de camino. Su diseño gira en torno a un eje clave: abaratar costes, y el Grande Panda no esconde su espíritu de coche sencillo y accesible. A pesar de ello, posee unas cuantas buenas razones para erigirse en una excelente opción para usuarios contemporáneos de presupuesto ajustado.

Con un diseño presidido por grandes líneas rectas, hace un guiño al modelo primigenio presentado en 1980 durante el Salón de Ginebra y concebido por Giorgio Giugiaro. Incluso sus llantas de chapa tienen el dibujo con múltiples agujeros redondos de los primeros modelos. Sin embargo, sus diseñadores lo han actualizado y lo han metido de lleno en el siglo XXI, con un toque muy actual.

El morro es muy recto y vertical, similar al viejo Panda de los 80, y la parrilla asimétrica alberga el logotipo de la marca en la parte izquierda si lo miramos desde enfrente. En la versión eléctrica —porque hay dos motorizaciones alternativas— el cable de carga retráctil sale por una portezuela tras la palabra FIAT, y su espiral se puede recoger al acabar su función.

Fiat Grande Panda. | Fiat

La parrilla frontal está jalonada de segmentos alineados de la misma manera en que lo están las ventanas de la vieja factoría que hay bajo el legendario Lingotto. La pista de pruebas que reposa sobre el edificio, ahora es un jardín con algo de asfalto que lo cruza, pero sigue inspirando a la marca.

El capó es muy plano y alto, los laterales viajan en el mismo tono, con mucha chapa, que tiene escrito el nombre del modelo en relieve. El aspecto que le otorga es de una mayor altura de la que en realidad tiene, es un efecto óptico. A su cintura, muy alta, se le suman los pasos de rueda, en color negro, como en los SUV. La arquitectura angulosa se replica en la zaga con faros verticales, muy Panda.

Si miramos a su interior y empezamos por atrás hay una pequeña sorpresa. A pesar de su relativo pequeño tamaño, el maletero cubica 412 litros en la versión de gasolina y 361 en la eléctrica. Es una cifra superior a la media del segmento. El asunto mejora cuando se pliegan los asientos traseros, que partidos en dos de manera desigual —60% a la izquierda, 40% a la derecha—, el vano que deja libre permite una carga equivalente a 1.366 litros, cifras propias de coches mucho más grandes.

Una vez subidos en la parte delantera, el volante está muy ligeramente achatado por arriba y algo más por abajo, con una decoración en dos tonos. Dispone de dos pantallas, la habitual tras el volante, con todo lo relacionado con la conducción, y la central, para la multimedia y sistemas del vehículo. Esta segunda no está presente en la versión básica de gasolina.

Óvalos por todas partes

El diseño general está repleto de óvalos. Quien quiera ver estadios de atletismo se equivocará, porque, y volvemos al principio, no es otra cosa que la representación del Lingotto, que tenía esa forma cuando se usaba. Tanto sus acabados como el diseño de los grafismos en pantalla son algo más coloristas y divertidos que en el resto de modelos del grupo. Las generaciones más jóvenes encontrarán cierta conexión ante la formalidad de coches «más serios».

Interior del Fiat Grande Panda. | Fiat

Bajo la pantalla están los botones del sistema de climatización y una superficie de carga inalámbrica para móviles. Las plazas traseras son bastante amplias en su relación con los asientos delanteros, superiores a otros coches del mismo segmento, y aunque esté homologado para cinco pasajeros, lo ideal es que viajen solo cuatro.

Solo híbrido o eléctrico

El Grande Panda tiene motores pequeños. Consumirá poco y polucionará menos en el caso del motor de combustión, dotado de hibridación ligera, y con cero emisiones el dotado de motorización eléctrica. El primero se olvida de los Puretech, y adopta el bloque de 1,2 litros, tres cilindros, y distribución por cadena más sencilla del grupo. No habrá versión manual, solo con caja de cambios automática.

Dotado de turbocompresor e intercooler, entrega 100 CV aplicados al tren delantero, con una velocidad máxima de 160 km/h, hace el cero a 100 en diez segundos y homologa un consumo de 5,4 litros a los cien. Su sección eléctrica aporta 29 caballos, que le permiten moverse en ciudad hasta una velocidad de 30 km/h.

La versión eléctrica es algo más potente, 113 CV. Su batería de 44 kWh le concede una autonomía media homologada de 320 kilómetros, que será más que suficiente en ciclo urbano, y quizá sea algo justo en desplazamientos por carretera. Para eso, la propia marca dispone de opciones más ambiciosas como el Fiat 600e, o sus hermanos, el exitoso el Jeep Avenger o el propio Citroën C3 eléctrico.

Fiat Grande Panda. | Fiat

El Grande Panda a batería no es un plantígrado de pies ligeros. Su velocidad está limitada a 132 km/h, y alcanza el 0 a 100 en 11 segundos, pero compensa con una enorme suavidad de conducción. En lo que sí sorprende el Fiat Grande Panda es justo en carretera. Las suspensiones son algo más firmes que las de su hermano el C3, y se muestra más estable en curva. Si el modelo galo apuesta más por la comodidad, este parece inclinarse hacia lo más —relativamente— deportivo.

Coches de acceso para los que empiezan

El Grande Panda arranca sus precios, antes de ayudas, MOVES, y descuentos en los 18.900 euros del acabado Pop, y hasta los 22.900 del La Prima. El eléctrico transita entre los 25.400 euros del más sencillo y los 28.400 del tope de gama. Con una imagen fresca, un 20 % de materiales reciclados, y un precio contenido, promete ser muy bien acogido, sobre todo por los que acaban de aterrizar en la movilidad. A todos, bienvenidos.

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