Tras probar el Maserati MC20 Cielo queda claro el porqué de su nombre
Es el convertible más ligero de su clase y con 630 CV las sensaciones resultan exuberantes

El nuevo Maserati MC20 Cielo.
No hay muchas maneras conocidas de tocar el cielo con las manos. Se puede gestionar a través de Airbus, las Fuerzas Armadas, los cohetes de Elon Musk… o Maserati. Pero en este último caso, las circunstancias son distintas, y se gestionan a través de su modelo descapotable MC20 Cielo.
Cielo, que significa lo mismo en la lengua de Cervantes que en la de Dante Alighieri, es lo que siempre se ve cuando alguien se sienta en este deportivo biplaza, ya sea con techo o sin él. Con techo, el cristal opacable te permitirá ver las estrellas por las noches, y sin la cubierta, el sol te quemará en verano si no te pones protector. Pero sobre el asiento de semejante aeronave, muy pocos van a reparar en buscar una crema solar.
Las sensaciones que el Cielo reporta a sus pasajeros opacan cualquier otra. Los 630 CV de su propulsor V6 catapultan al vehículo para alcanzar los 2,88 segundos en el 0 a 100, hasta llegar a los 326 km/h de velocidad punta. Eso, y sin techo, ya eclipsa a cualquier otra sensación paralela.

Este convertible deriva de su hermano, el MC20 Coupé, uno de los superdeportivos más ligeros de su segmento. El techo acristalado, los mecanismos de la capota, los refuerzos en parabrisas y chasis, y el sistema de protección con despliegue pirotécnico apenas añaden 65 kilos extra al conjunto, y llevan su peso hasta los 1.560 kilos, una cifra muy contenida a pesar de las cotas de este proyectil.
Mide 4,67 metros de largo por 1,96 de ancho, y se muestra como un deportivo medio-grande. Con sus 1,21 de alto se podría pasar por debajo de las barreras de los peajes, como en las películas, algo que no es para nada recomendable.

En realidad el Cielo no es exactamente un descapotable, sino un Targa. Es una configuración muy asociada a Porsche, que con el tiempo han ido adquiriendo todas las marcas de superdeportivos como Ferrari, Lotus o Lamborghini.
El techo se pliega y cierra en su trasera en doce segundos, aunque solo se desplaza la cubierta que hay sobre la cabeza de sus tripulantes; la caída trasera sobre la zaga mantiene su arquitectura. Como en otros modelos similares, el Cielo permite subir y bajar un cristal trasero que limita las turbulencias aerodinámicas.
El chasis de fibra de carbono, derivado de la competición, es muy rígido y ligero. Se ha desarrollado con tecnología de Dallara, un vasto conocedor del mundo de las carreras, no en vano es el mayor constructor de monoplazas del mundo, y creador de muchos de los chasis que disputan cada año las 24 Horas de Le Mans.
El MC20 comparte su estructura con el Alfa Romeo 33 Stradale, aunque con derivaciones específicas para cada modelo. La estructura aloja su motor en posición trasera central, y fiel a su espíritu deportivo, se agarra como una lapa a través de sus enormes neumáticos de 20 pulgadas.

Si lo que se busca es comodidad, Maserati vende unos GT excelentes, donde se mezclan lujo, diseño y confort. Sin embargo, la línea que siguen los MC20 es más radical, pensada para aportar sensaciones, y derivada de un concepto mucho más deportivo, y extremo. Una muestra son sus exiguos maleteros: delante dispone de uno con 50 litros de capacidad, y posee otro de 100 litros detrás. Queda claro que no es un coche para hacer largos viajes; apenas puede llevar un par de bolsas flexibles.
Para todo, pero mejor en circuito
Funcionaría tanto en autopista a ritmos altos, una revirada carretera de montaña o un circuito de carreras, y compite en el mercado con los biplazas más extremos de Ferrari, Lamborghini, Zonda o Porsche. Por otra parte, y al ser un vehículo más especializado, sus cifras de ventas serán menores, con un coste de desarrollo por unidad superior, y que incidirá en el precio.
El símbolo de Maserati es el tridente, arma y bastón de mando del dios del mar, Neptuno, y ese es el nombre que recibe su motor, Nettuno, en italiano. Se trata de un biturbo desarrollado por la marca y que no tiene nada que ver con el propulsor, de idéntica configuración, que porta el Alfa Romeo Stradale y que desarrolló Ferrari.
El Nettuno es un tres litros en V a 90 grados. Genera 630 caballos a 7.500 RPM, y mantiene su par máximo entre las 3.000 y 5.500 vueltas. Recibe tecnología aplicada en la Fórmula 1, con doble inyección y dos bujías por cilindro. Estas soluciones compensan la pérdida de los dos cilindros extra que tuvieron motores anteriores; cosas de Bruselas y sus regulaciones medioambientales.
La caja de cambios procede de Estados Unidos, y es la misma que monta el Corvette C8. Con ocho velocidades, es rapidísima, y aplica su potencia al tren trasero con diferencial autoblocante de serie. En opción hay un control electrónico.
Es mejor no quitar las ayudas electrónicas…
Tiene cinco modos de conducción: mojado, GT (es el que se activa por defecto), sport, corsa (que es casi exclusivo para circuitos), y uno que desactiva las ayudas electrónicas. Este último es solo para atrevidos, inconscientes o corredores con la Superlicencia que concede a un puñado de pilotos la Federación Internacional de Automovilismo.

El comportamiento del coche es absolutamente impecable cuando el asfalto está en buenas condiciones. Es muy difícil perder la parte delantera, y la trasera siempre queda bajo control con un leve pero muy predecible y noble sobreviraje, propio de los ‘tracción trasera’ muy potentes. La rigidez de su chasis y, en conjunto con las suspensiones, se comporta algo peor cuando el asfalto no es el ideal, lo que resulta lógico.
El Cielo alberga ciertas particularidades. Como es natural, el acceso al interior es a través de las puertas, pero no son puertas «normales». Se abren de manera oblicua, hacia arriba, al modo tijera, y hacia fuera, lo que resulta exótico. Para sentarse correctamente es necesario desplazar el asiento hacia delante una vez subido. Para salir, habrá que desplazar el excelente asiento Sabelt hacia detrás, cuyo mecanismo es manual; eléctrico solo es en altura e inclinación.
Minimalismo interior
Dentro hay dos pantallas de 10,25 pulgadas. La del conductor con los datos relacionados, y la central, algo pequeña con todo lo demás, incluido el accionamiento del techo. Hay muy pocos botones alrededor; en la consola central, bajo la pantalla y entre los asientos, apenas una generosa rueda para los modos de conducción, los elevalunas, y poco más.
Unos espectaculares frenos de 380 mm se alojan tras las llantas delanteras y de 350 detrás —los de un Fórmula 1 son de 320—. A cambio de unos 3.500 euros, Maserati ofrece un mayor poder de detención a su bólido con anclas carbocerámicas, pero son recomendables solo para utilización en circuito.
Accesorios a precio de otros coches
En el campo de las opciones, hay desde llantas de forja, hasta otras de carbono que reducen la masa suspendida por 6.000 euros… cada una. También se le puede equipar con una cámara de 360 grados, asientos calefactados, la casi imprescindible elevación automática del morro que cuesta 4.073 euros, o un equipo de sonido Sonus Faber de doce altavoces cuya factura se va a casi cinco mil euros.
Si el MC20 Coupé sale por 284.355 euros, pero para tocar el Cielo será necesario desembolsar un poco más: parte de los 324.255, extras aparte. Es una verdadera fortuna, al alcance de muy pocos, pero los otros métodos, Airbus, las Fuerzas Armadas, o los cohetes de Elon Musk, son aún más caros. Mirándolo así, resulta casi barato.