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Madrid probará el intercambio de baterías eléctricas para repostar coches en minutos

El proyecto piloto es un experimento que pretende crecer y extenderse a otros países

Madrid probará el intercambio de baterías eléctricas para repostar coches en minutos

Fiat 500e. | Ample

El coche eléctrico tiene, al menos, dos grandes enemigos. Uno se llama autonomía, y el otro, ansiedad. La idea de quedarse tirado, con una batería agotada a mitad de un viaje, ha sido durante años una de las barreras más rocosas a la hora de abrazar el cambio hacia la movilidad eléctrica. Pero ahora, por las calles madrileñas, un experimento promete dinamitar esa pega.

La idea no pasa por una carga de cientos de kilovatios transmitidos en minutos, a base de inyectar la energía de una central nuclear a través de un cable. Ya en explotación en países como China, llega a nuestro país el intercambio de baterías. Se llega a la «electrolinera», se desarma del vehículo el acumulador casi agotado, y en menos de cinco minutos se sale con otra batería cargada hasta los topes.

Ese es el proyecto que impulsan las compañías Ample, Free2move, y Fiat, que quieren demostrar que si el tiempo es oro, quieren aportar su granito de arena para que los conductores no pierdan el suyo. El anuncio suena a promesa técnica, pero encierra una intención mucho más ambiciosa: una recarga completa en el mismo tiempo que se tarda en repostar un coche de gasolina.

Ample, la empresa californiana detrás del desarrollo, ha instalado su primera estación de intercambio en Madrid. Si los estadounidenses ponen el proceso, el conejillo de indias es una pequeña flota de Fiat 500e operada por Free2move, que ya circula por las calles de la capital.

En una primera fase, serán 40 unidades, y se espera que para mediados de 2025 se llegue al centenar. La capital se convierte así en el laboratorio viviente de una tecnología que busca resolver uno de los cuellos de botella de la movilidad eléctrica: los tiempos de carga. En paralelo, Stellantis pone la lupa en cada kilómetro recorrido, en busca de datos que validen lo que, si funciona, pueda ser aplicable a modelos de otras marcas y cambiar el paradigma de utilización.

La clave del sistema reside en su sencillez. Los Fiat 500e utilizados en el proyecto han sido adaptados para alojar baterías modulares fabricadas por Ample. Cuando el coche entra en una estación, el sistema lo reconoce automáticamente. En apenas cinco minutos, las baterías vacías son extraídas y reemplazadas por otras totalmente cargadas. Todo, sin que el conductor tenga que bajarse del vehículo. Desde el móvil se supervisa y se confirma la operación.

Ample

Lo que plantea Ample no es tanto un cambio tecnológico como un cambio filosófico: la propiedad de la batería deja de estar ligada al coche, para pasar a convertirse en un servicio. Un recurso intercambiable y compartido, como ocurre con las bombonas de butano, pero con un envoltorio digital. No solo eso, sino que el proyecto va más allá y se trabaja en que sea compatible con diferentes modelos eléctricos —de momento los del grupo Stellantis— gracias a un diseño modular que se adapta a distintas plataformas.

Que la primera estación se haya instalado en Madrid tampoco es casual. La capital española lidera la adopción de vehículos eléctricos en el país, y su ayuntamiento mantiene una hoja de ruta ambiciosa: reducir en un 65 % las emisiones para 2030. La ciudad no solo ofrece una base amplia de usuarios potenciales, sino también un entorno legislativo y urbano que favorece esta tendencia.

El modelo elegido para liderar el proyecto es el Fiat 500e, un compacto, ágil, y muy reconocible, que no ha gozado del éxito que merecía y puede reencontrarse con su público en esta reencarnación. En palabras de la marca, «es el coche ideal para esta revolución tranquila».

La colaboración entre las tres partes no solo busca validar el sistema, sino también recopilar información de comportamiento, uso y su viabilidad económica. Todo lo que aprendan en Madrid podría servir de base para una implantación a gran escala en otras ciudades europeas. De hecho, Stellantis planea mostrar el sistema de intercambio de Ample en MOVE 2025, el evento de movilidad sostenible que se celebra en junio en Londres.

Los chinos van por delante

La idea no es nueva. China lleva años experimentando con estaciones de intercambio de baterías, a través de la empresa NIO. Pero en Europa, la apuesta por este modelo ha sido tímida. La mayoría de los fabricantes han optado por mejorar las redes de carga ultrarrápida, lo que exige costosas infraestructuras eléctricas, refuerzos de red y la paciencia del usuario.

Este proyecto ofrece otra ruta. Una que no necesita redimensionar la infraestructura eléctrica, porque simplemente reubica la energía: la carga se produce de forma convencional en la estación, sin la presión del tiempo, mientras el usuario sigue circulando con otra batería ya cargada. La inversión se traslada del cliente a la estación, y del tiempo a la logística.

También tiene sus pegas. El modelo de intercambio implica una cierta estandarización. No todas las marcas están dispuestas a ceder ese grado de control sobre sus baterías, ni todos los consumidores aceptarán no saber exactamente de qué «estado de salud» proviene la batería que reciben. Además, la instalación de estaciones supone un reto urbano en ciudades donde el espacio es ya un bien escaso y cada día más costoso.

Solución práctica pero no para todos

Ample y sus socios insisten en que es una solución pensada, precisamente, para flotas compartidas. Las necesidades del car sharing son distintas a las del usuario privado. Free2move, ya opera con más de seis millones de usuarios en todo el mundo, y ve en esta tecnología un salto cualitativo.

Mientras tanto, los Fiat 500e siguen sumando kilómetros por Madrid, en silencio. Cuando su batería se agota, el conductor se acercará a una de estas estaciones de servicio eléctricas, y los brazos de un robot alojado dentro de ella se encargará de sustituir la batería como quien cambia zapatos y el conductor, apenas ni se entera. Solo sabe que, en cinco minutos, estará de nuevo en marcha. Tal vez no sea el final de la carga tradicional, pero sí el principio de algo nuevo, con un eje común para todos: el ahorro de tiempo, algo que no le sobra ni a los más ociosos.

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