La primera sentencia contra la conducción autónoma tiene en vilo al sector del automóvil
La conducción autónoma acabará llegando pero ha de definir con claridad las responsabilidades

Elon Musk con el logo de Tesla de fondo. | Reuters
Puede ser un palo tremendo a esta tecnología, aunque Tesla, el fabricante implicado, ha recurrido la sentencia. Un juzgado de Miami ha condenado a la firma californiana a indemnizar con al menos un tercio de 329 millones de dólares (302 millones de euros) a las víctimas de un accidente achacable a su sistema de conducción autónoma Autopilot; el percance acabó en lesiones de gravedad en una de las víctimas y el fallecimiento de una segunda.
No es la primera ocasión en que el sistema de pilotaje automatizado de Tesla está frente a un dedo acusador tras un accidente mortal. Incluso hay una página web, TeslaDeaths.com, que tiene registrados al menos 58 fallecimientos relacionados de alguna manera con el uso del piloto automático justo antes del impacto.
Lo que sí es novedoso es que, tras un juicio que ha durado tres semanas, el fabricante del vehículo haya sido condenado por las consecuencias. Que esto ocurra no solo hace temblar a Elon Musk, sino a todos los fabricantes de coches. La sentencia, que Tesla ha apelado, puede asentar una decisión que está en el aire desde hace años: ¿quién es el responsable en caso de accidente cuando el coche decide por sí mismo? Este juzgado de Miami y el jurado que determinó la sentencia lo tienen claro: el fabricante del vehículo, al menos en un 33 % en este caso concreto.
Tesla lleva varios años haciendo frente a denuncias e investigaciones sobre el funcionamiento del Autopilot y su software, denominado Full Self Driving. Un sistema que ha generado numerosas polémicas al ser presentado como un sistema de conducción autónoma plena que, en realidad, no lo es.
No han sido pocas las críticas vertidas por usuarios, fabricantes rivales y organismos relacionados con la seguridad. Muchos de sus críticos coinciden en que el mecanismo no está del todo acabado, y la marca ha convertido calles y carreteras abiertas al público en pistas de pruebas para desarrollar una tecnología inmadura.
La sentencia es un hecho histórico del que todos los fabricantes están muy pendientes, porque de lo que se decida al final puede depender que apliquen o no sus propios sistemas equivalentes. Muchas marcas tienen sistemas iguales, o incluso mejores —se dice—, pero quieren observar cómo madura el plano legal para implementarlo al 100 % en lo que pongan en los concesionarios.
Desde ahora hay un precedente legal, con un Autopilot que recibe su primer golpe judicial con implicaciones penales. La sentencia emitida afirma que Tesla es parcialmente responsable del accidente ocurrido en 2019, en el que una persona falleció y otra resultó herida.
El conductor, George McGee, conducía un Tesla Model S con el sistema Autopilot en una de sus versiones más avanzadas en aquella época. A McGee se le cayó el teléfono móvil y se agachó para recogerlo del suelo, confiando en que el Autopilot se hiciera cargo en caso de ser necesario. Sin embargo, el coche cruzó una intersección a más de 100 km/h y acabó impactando contra un vehículo aparcado.
La consecuencia inmediata fue el atropello de Naibel Benavides, de 22 años, que murió en el lugar del accidente a causa de las heridas, tras ser proyectada a 22 metros de distancia. Dillon Angulo, su pareja, también sufrió el impacto, aunque sobrevivió con múltiples fracturas, un traumatismo craneal y sufre secuelas psicológicas.
La judicatura ha determinado que los culpables deberán pagar 129 millones de dólares en daños compensatorios y 200 más en daños punitivos, lo que eleva la cifra a 329 millones de dólares, unos 302 millones de euros. Según el jurado, la marca es responsable del 33 % del accidente.
Los abogados se resisten
Los representantes legales de Tesla se han mostrado muy disconformes con el veredicto, y cargan contra el conductor y su defensa. Argumentan que se hizo un mal uso del sistema, al mantener el pie en el acelerador, lo que anuló el piloto automático mientras buscaba su teléfono caído sin los ojos en la carretera. Creen que, en esas circunstancias, el vehículo se encontraba al mando del usuario.
Este precedente legal llega en un momento delicado para Elon Musk. El sudafricano está en plena campaña para convencer a los inversores de que su compañía puede liderar el mercado de vehículos autónomos y operar flotas de robotaxis. Sin embargo, las acciones de Tesla cayeron un 1,8 % el viernes y acumulan una caída del 25 % en lo que va de año, la mayor entre las tecnológicas de alta capitalización.
El veredicto podría marcar un precedente en otras demandas contra Tesla relacionadas con su sistema Autopilot. En la actualidad, hay una docena de casos activos sobre accidentes fatales o con heridos graves en los que el sistema y sus diferentes variantes estaban activados justo antes del siniestro.
La NHTSA, el organismo estadounidense que vela por la seguridad en las carreteras —similar a la DGT española—, inició en 2021 una investigación por posibles fallos de seguridad en el Autopilot, lo que llevó a Tesla a implementar varias actualizaciones de software. Más tarde, la agencia abrió una segunda investigación —aún en curso— para evaluar si las soluciones aplicadas por Tesla, especialmente en situaciones con vehículos de emergencia estacionados, han sido efectivas.
En Europa ya lo advirtieron
No solo ellos. El prestigioso organismo europeo Euro NCAP emitió en mayo un duro dictamen sobre el sistema de conducción asistida de Tesla. El Autopilot fue calificado como «inapropiado» e incluso «potencialmente inseguro». El problema, según el organismo, va más allá del funcionamiento técnico: la denominación comercial induce a error a los conductores, al sugerir capacidades de autonomía que el sistema simplemente no posee, algo en lo que coinciden con las autoridades estadounidenses, que ya advirtieron a la marca acerca de sus mensajes publicitarios y en redes sociales.
La crítica de fondo es clara: Tesla está trasladando una imagen de automatismo total cuando, en realidad, lo que ofrece es una ayuda parcial que funciona razonablemente bien, pero que sigue requiriendo atención constante. En palabras de Euro NCAP, esa ambigüedad puede tener consecuencias graves, ya que puede fomentar un exceso de confianza por parte del conductor, lo que socava directamente los principios básicos de seguridad vial.
En el examen sometido por Euro NCAP, el Model S brilla en ciertos apartados, especialmente en cuanto a su capacidad de reacción ante emergencias —donde ha logrado un sobresaliente 94 % en la categoría de Respaldo de Seguridad—. Sin embargo, hay otra en la que los test resultan menos halagüeños. En la sección que evalúa la Competencia de la Asistencia, el vehículo apenas logró un 30 %. Aquí se penaliza la pobre comunicación del sistema con el usuario, la falta de claridad en las alertas y un monitoreo del conductor que no alcanza los estándares mínimos para garantizar una colaboración fluida entre humano y máquina.
Un mal marketing
Uno de los puntos más controvertidos sigue siendo el propio nombre del sistema. Llamarlo «Autopilot» —cuando su función es solo parcialmente autónoma— ha sido considerado una estrategia de marketing peligrosa. Euro NCAP no escatima en señalar que un etiquetado inadecuado puede generar percepciones erróneas que terminen provocando accidentes, incluso en modelos tecnológicamente avanzados.
Lo más preocupante es que Tesla no es el único fabricante que ha recibido una evaluación tibia. Otros modelos como el Volvo EX30, el Mazda CX-80 o el MG ZS también han sido calificados como «moderados». En el caso del Volvo, llama la atención que, a pesar de su histórico enfoque en la seguridad, recurra a una pantalla central que obliga al conductor a desviar la vista para comprobar el estado del sistema. Peor aún, el sistema Pilot Assist sigue operativo incluso tras múltiples advertencias por manos fuera del volante.
Frente a estos retrocesos, el informe subraya ejemplos positivos como el Renault 5, el KIA EV3 o el Toyota bZ4X. Todos ellos han logrado implementar soluciones más intuitivas y equilibradas, donde la asistencia nunca suplanta la atención humana, sino que la complementa con inteligencia y precisión. Incluso marcas de lujo como Porsche se han alineado con esta filosofía, que ofrece esta tecnología puntera sin confundir al usuario.
La conducción autónoma acabará llegando, lo desea el mercado, las autoridades, las aseguradoras y los propios fabricantes, pero ha de mejorar mucho. Y definir con claridad las responsabilidades. Porque si lo de Miami ha sido un varapalo para Tesla, es un toque de atención para el resto de las marcas, porque va a ser el camino por el que acabarán pasando todas.