The Objective
Motor

Un curioso botón en el móvil anima las ventas de coches en Andalucía

Las marcas venden experiencias y muchas de ellas empiezan en el teléfono

Un curioso botón en el móvil anima las ventas de coches en Andalucía

Una planta de manufactura de coches en Alemania. | Reuters

No falla. Es automático. El cliente e inminente comprador se arrellana en su asiento medio convencido, a la espera de un último argumento del comercial, y se rinde al instante cuando este le enseña un botón. Un botón muy especial que no está ni en el coche: es el del aire acondicionado que se activa antes de subirse, a través de una app instalada en su teléfono móvil.

Al día siguiente, el feliz poseedor de coche nuevo refresca su nuevo coche minutos antes de salir de casa o del trabajo, o alardea ante amigos y cuñados del gadget en la barra de un bar. El invento acaba de mejorar su existencia, que da un salto de gigante, porque subirse a un coche que ha estado bajo el sol durante el verano andaluz se torna en un deporte de riesgo.

El astro rey no perdona, y las temperaturas que se registran en el exterior durante los meses de julio y agosto pueden superar con facilidad los 40 grados centígrados. El interior de cualquier vehículo se convierte directamente en un horno de calibre industrial que puede dispararse hasta los 65. Existen mediciones que así lo confirman, y es una de las causas por las que los coches oscuros se vendan en Andalucía entre un 12% y un 15% menos que en el resto del país.

Esta es la razón por la que la capacidad de activar la climatización de manera remota se ha convertido en un inesperado argumento de peso en los concesionarios. En pleno mes de julio, cuando los termómetros se disparan, el volante quema al tacto y hay que tener cuidado con lo que se deja sobre el salpicadero, la posibilidad de enfriar el coche desde el móvil se percibe como una revelación. No es lujo, es supervivencia.

«He vendido más coches por ese botón que por el diseño de las llantas», afirma con ironía un jefe de ventas de una marca generalista en Córdoba consultado. «No sabes cómo reacciona la gente cuando lo ve funcionar por primera vez. Se quedan callados, sonríen y asienten».

Lo que comenzó como una función secundaria pensada para países fríos —encender la calefacción antes de salir de casa— ha mutado en un elemento crucial para climas cálidos. Y en el sur de España, donde un coche estacionado al sol puede alcanzar los citados 65 °C en su interior, este tipo de tecnología no solo aporta confort: evita mareos, golpes de calor y una experiencia desagradable nada más comenzar el trayecto.

Esto se padece en todo nuestro país, aunque la incidencia en la llamada «Sartén de Andalucía» —el triángulo formado por Écija, Montoro y Andújar— se ceba con los conductores que dejan su coche donde pueden. Todos ellos encuentran una sauna al rato de haberlo aparcado bajo el sol, hasta el punto de tener que abrirlo y airearlo antes de subir.

El anecdotario es rico, como el de aquel tipo que se desplazaba por Sevilla capital con un cincel y un martillo bajo el asiento de una pesada moto BMW. En una ocasión, el asfalto sevillano se había reblandecido bajo el peso del caballete, y al caer la noche se contrajo y atrapó al caballo mecánico alemán. El propietario decidió cargar con esos accesorios para liberar su motocicleta, que usaba con relativa frecuencia. Puede parecer una exageración, pero el caso es absolutamente real.

Pero la digitalidad y los ordenadores han asaltado la automoción, y muchas funciones de los coches actuales permiten ser manejadas desde fuera gracias a conexiones inalámbricas. La primera jugada en este sentido fue la apertura y cierre de las cerraduras, la más sencilla de todas. Luego llegó lo de abrir el maletero, bajar las ventanillas o incluso desaparcarlos de manera autónoma. Pero el delirio de funciones ha llegado con las apps.

Las aplicaciones en el teléfono móvil asociadas a los coches modernos han pasado de ser simples extensiones del manual de usuario a convertirse en centros de control remoto con funciones de auténtico coche conectado. En la actualidad, la mayoría de fabricantes ofrecen apps móviles oficiales —más o menos pulidas— que permiten una gestión remota del vehículo. Con ellas se ha desarrollado un ecosistema funcional que redefine la relación entre usuario y automóvil.

Las funciones más habituales

Manejar la climatización de manera remota, ya sea la refrigeración o calefacción, con la posibilidad de definir la temperatura deseada antes de entrar, es solo una, pero hay más funciones manejables. Se puede revisar el estado de la batería o el nivel de combustible, con información clave para saber si se puede afrontar un viaje sin repostar o recargar. Se puede, por tanto, calcular la autonomía estimada, una función especialmente útil para eléctricos, que prevé el alcance real según las condiciones de conducción recientes.

Una muy valorada por despistados, o cuando se aparca en ciudades poco conocidas, es la geolocalización del vehículo, ya sea para encontrarlo en un parking masivo o en calles que nos parecen todas iguales. También es posible el encendido remoto del motor, muy común en América, menos en Europa, pero presente en ciertos modelos. Hay cientos de vídeos en YouTube en los que ruidosos Corvette despiertan cuando jóvenes se acercan a hacerse fotos a su lado, para diversión de sus propietarios, que observan cómo sus víctimas salen huyendo asustadas tras pulsar unos botones en sus smartphones.

En el móvil puede sonar la alarma y notificaciones de seguridad si alguien intenta forzar puertas o salta el sensor de movimiento. Otra función bastante útil es la validación de actualizaciones OTA (Over The Air) en modelos con software avanzado, cuando el coche recibe actualizaciones del sistema operativo igual que un móvil. O la selección de los modos de usuario, que, según quién conduzca, la app activa configuraciones predefinidas como la posición del asiento, emisoras de radio preferidas, temperatura, etc.

El móvil, la nueva llave

En modelos como el Hyundai Ioniq 5, el BMW i4, el Kia EV6 o el Tesla Model 3, ni siquiera es necesaria una llave tradicional. El teléfono se convierte en el control básico, tanto para abrir el coche como para arrancarlo. Y si se pierde o es robado, se puede desactivar la función de manera remota o incluso localizar el coche si se ha movido sin autorización.

La integración con smartwatch, en modelos como los de Mercedes, Volvo o Ford, da un paso más. No solo se pueden activar funciones desde la muñeca, sino que el propio coche detecta la presencia del usuario por proximidad, y se prepara: ajusta asientos, temperatura, luces, sin que se toque un solo botón.

Un mercado en plena expansión

Según McKinsey & Company, en su informe de 2025 sobre digitalización automotriz, más del 70 % de los compradores de vehículos nuevos en Europa declara tener en cuenta las funciones conectadas a la hora de decidir su compra. Y de ese 70%, un 40% afirma que la app del fabricante le resulta tan importante como el consumo del coche.

La batalla de las marcas ya no está solo en el taller ni en los catálogos. Está en las tiendas de aplicaciones. La experiencia digital importa, y que la app sea intuitiva, que funcione rápido, que no falle al sincronizar, es clave, porque en el día a día, esas pequeñas acciones digitales se convierten en un hábito. Y un cliente con buen hábito no se cambia de marca fácilmente.

Las marcas premium ya no venden solo cuero de primera calidad y motores de potencia exuberante. Venden experiencias, y muchas de ellas empiezan en algo que llevamos todo el día encima: el teléfono móvil.

Publicidad