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Motor

El éxito del BYD Dolphin Surf está haciendo reaccionar a la competencia

Iguala a muchos de sus rivales en autonomía y equipamiento, y les deja poco margen de maniobra con el precio

El éxito del BYD Dolphin Surf está haciendo reaccionar a la competencia

BYD Dolphin Surf.

El eléctrico chino ha agitado unas aguas ya revueltas. De la llegada del BYD Dolphin Surf se sabía desde hacía tiempo; lo que era menos esperado era su impacto, inesperado incluso para la marca. El utilitario a batería ha obligado a Citroën, Fiat, Hyundai y hasta Dacia a revisar sus hojas de cálculo y adelantar reuniones de estrategia.

En la propia marca se han sorprendido, porque el Surf ha tardado en alcanzar los mil pedidos apenas tres semanas. Su más directo rival, el Dacia Spring, recabó menos en todo 2024, con un récord de 2.031 unidades en todo el ejercicio de 2023. La clave de su aterrizaje no es por ser el más rápido, ni el más tecnológico. Lo es por algo mucho más incómodo para la competencia: su precio. Con ayudas y descuentos, arranca en 11.780 euros y se sitúa en la zona dineraria de lo que cuesta un utilitario de gasolina bien equipado.

En un mercado donde la electrificación se percibe como un lujo para bolsillos holgados, BYD ha roto un patrón. Ha puesto sobre la mesa un eléctrico urbano con presencia, bien acabado, funcional para cuatro adultos y con un maletero decente. Y lo ha hecho sin que la sensación al volante sea la de estar conduciendo un electrodoméstico con ruedas.

Desde el punto de vista visual, el Dolphin Surf tiene la proporción y el empaque de un utilitario serio. A caballo entre el segmento A y el B, mide justo por debajo de los cuatro metros, con un diseño limpio y algo de carácter en la zaga. Los ajustes no desentonan, la pintura metalizada viene de serie y el portón trasero es grande y práctico. Da acceso a 308 litros de maletero más un hueco adicional para cables; una cifra superior a varios rivales de referencia.

Es en el interior donde BYD ha querido marcar distancia. Tapicería de cuero vegano desde la versión básica, superficies acolchadas en puertas y consola, y mandos físicos para las funciones esenciales. La pantalla central rotativa es vistosa, aunque los menús continúan siendo algo enrevesados, muy al estilo chino, con interminables menús y submenús. Completísimo, pero algo lioso para un uso rápido. La postura de conducción, más alta de lo esperado, recuerda a un SUV pequeño, con buena visibilidad y sensación de control en maniobras.

En ciudad, el Dolphin Surf es ágil. Su dirección, ligera y con un radio de giro contenido, facilita aparcar y esquivar obstáculos. El tarado blando de la suspensión absorbe badenes y tapas de alcantarilla sin esfuerzo, lo que se traduce en un confort diario notable. A cambio, ese mismo tarado provoca cierta inclinación de la carrocería en giros rápidos, algo que no molesta en uso normal, pero que se nota si entramos con más entusiasmo del necesario en una rotonda. Max Verstappen lo notaría; la mayoría de vecinos no.

La versión de 156 CV tiene más potencia de la que muchos conductores necesitarán para moverse por la ciudad. La entrega es inmediata, y en modo Sport incluso demasiado viva para un entorno urbano, hasta el punto de que las ruedas delanteras pueden patinar si abusamos del acelerador. En carretera, la insonorización es notable: pocos ruidos aerodinámicos y un aislamiento que recuerda a coches del doble de precio.

El verdadero terremoto llega cuando hablamos de dinero. La versión de acceso, con 30 kWh en su batería para 88 CV de potencia, arranca en 19.990 euros sin ayudas. Incluye control de crucero adaptativo, cámara trasera, compatibilidad inalámbrica con Android Auto y Apple CarPlay, función de carga bidireccional, acceso y arranque sin llave y faros LED. Con el Plan MOVES y el descuento de la marca, la factura baja a 11.780 euros. Un pelotazo.

El salto a la batería grande, de 43,2 kWh y más equipamiento, sitúa la gama entre 15.780 y 18.280 euros con ayudas, cifras que obligan a cualquier rival a justificar muy bien por qué cuesta más. En un momento en que muchos eléctricos urbanos superan con facilidad los 25.000 euros, este BYD destroza el argumento de que «lo eléctrico siempre es más caro que lo térmico».

Las reacciones no han tardado en llegar. Citroën, que había lanzado el ë-C3 como alternativa asequible, ya estudia ajustes de precio y añade equipamiento extra sin coste en algunas versiones. Hyundai prepara campañas de financiación más agresivas para el Inster, consciente de que su batería mayor no siempre compensa la diferencia de tarifa. Fiat explora versiones más económicas del Grande Panda eléctrico, y Dacia busca reforzar la percepción de valor del Spring, que sigue siendo más barato de entrada, pero mucho más espartano. Ya prepara un modelo más ambicioso.

Clase concreta, precio de derribo

Incluso marcas que no compiten directamente en precio observan con atención. El Dolphin Surf puede no quitar ventas directas a un Renault 5 E-Tech o un Mini eléctrico, pero sí influir en la percepción de lo que debería costar un coche eléctrico pequeño. Y eso es un riesgo que ningún fabricante quiere ignorar.

No todo son aciertos. El sistema multimedia necesita pulirse. Acceder a información tan básica como el consumo requiere demasiados toques de pantalla, por ejemplo. Los asistentes de conducción se reactivan solos al arrancar, algo que puede irritar a quienes prefieren conducir sin avisos constantes. Y las plazas traseras, aunque muy cómodas para dos adultos, no admiten un tercero, un detalle que limita su flexibilidad.

Pero incluso con estas sombras, el Dolphin Surf es uno de los eléctricos urbanos más coherentes que han llegado al mercado europeo en los últimos años. Es cómodo, silencioso, suficientemente rápido y transmite la sensación de estar en un coche «de verdad» y no en un experimento de movilidad.

El eléctrico ya no asusta

El éxito inicial del Dolphin Surf demuestra que el cliente está dispuesto a dar el salto al eléctrico si el precio es razonable y el producto no parece comprometer la usabilidad acostumbrada. BYD ha sabido leer esa demanda y empaquetarla en un modelo que no solo vende, sino que obliga a sus rivales a reaccionar.

Para entender la magnitud de su golpe al mercado, basta comparar precios y prestaciones tras aplicar el Plan MOVES con achatarramiento y las promociones actuales: el Dolphin Surf Active, con batería de 30 kWh y 88 CV, queda en 11.780 euros. El Boost, con batería de 43,2 kWh y misma potencia, en 15.780. El Comfort, con 156 CV, sube a 18.280. Frente a ellos, un Citroën ë-C3 con batería de 44 kWh y 113 CV ronda los 16.800 euros; el Fiat Grande Panda eléctrico, con la misma batería y potencia, unos 17.000; el Hyundai Inster, con 49 kWh y 113 CV, cerca de 18.500; el Dacia Spring Extreme, mucho más modesto (26,8 kWh y 65 CV), parte de unos 14.000; y el Leapmotor T03, con 37,3 kWh y 95 CV, en torno a 15.000.

Queda claro que BYD no solo ha igualado a muchos de estos rivales en autonomía y equipamiento, sino que lo ha hecho con un precio que deja muy poco margen de maniobra a su competencia. A partir de ahora, vender un urbano eléctrico por 8.000 euros más que su equivalente de gasolina va a ser mucho más difícil de justificar. El beneficiado será un conocido: el comprador.

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