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El nuevo Audi Q3 quiere marcar el paso en la selva de los SUV premium

El nuevo modelo no es un coche cualquiera: es uno de los que puede marcar el futuro de la marca

El nuevo Audi Q3 quiere marcar el paso en la selva de los SUV premium

El nuevo Audi Q3.

Hay coches que definen a una marca sin ser necesariamente sus modelos más espectaculares, y el Audi Q3 es uno de ellos. No tiene el carisma deportivo de un R8 ni la solemnidad presidencial de un A8, pero sostiene buena parte del negocio de los cuatro aros. El año pasado, Audi matriculó 215.000 unidades de este modelo y, para no perder pie, tocaba una renovación. En Ingolstadt han cumplido.

Desde que naciera en 2011, este SUV compacto ha sido uno de los productos más vendidos de la firma y es el vehículo con el que muchos conductores se estrenan en el universo prémium. Y eso, en una marca como Audi, es crucial: un coche así no solo genera volumen, sino que abre la puerta a que, en el futuro, esos mismos clientes den el salto a modelos superiores.

Con la nueva generación, recién presentada, Ingolstadt reafirma su apuesta por un segmento cada vez más competitivo, y el Q3 siempre ha sido un termómetro del mercado. En su primera entrega se apoyaba en la estética robusta de los SUV que acababan de ponerse de moda; en la segunda estrenó la silueta Sportback, consciente de que el público buscaba un toque de deportividad incluso en coches familiares. Ahora, en esta tercera generación, se percibe un cambio de enfoque.

Ya no se trata solo de seguir la moda, sino de marcar el paso tecnológico. Audi, una compañía que atraviesa una situación complicada, no puede permitirse que su compacto quede en la sombra frente al BMW X1 o el Mercedes GLA. Y mucho menos frente a rivales jóvenes como el Tesla Model Y o el Volvo XC40 Recharge, que han sabido capitalizar la fiebre eléctrica.

A nivel estético, el nuevo Q3 mantiene la continuidad. La silueta es reconocible, los volúmenes siguen siendo los de un SUV compacto clásico, pero los detalles lo colocan en la vanguardia. Mide 4,53 metros, cuatro centímetros más que antes, aunque la batalla se mantiene.

El Sportback, con su techo descendente, pierde unos milímetros de habitabilidad, pero gana en elegancia. Contra todo pronóstico, esta versión de alma más deportiva supone casi el cuarenta por ciento de las ventas en Europa. Muestra a las claras hasta qué punto el cliente prefiere imagen a espacio.

El frontal luce una parrilla más ancha y plana, con trama hexagonal oscura, y unos aros iluminados que esconden los radares y sensores. Los faros disponen de un pequeño abanico de posibilidades: desde los básicos LED hasta los matriciales digitales, capaces de proyectar símbolos sobre el asfalto. Detrás, los pilotos OLED, unidos por una fina franja de luz, confieren un cierto aire tecnológico que conecta al recién llegado con el Q8 y el resto de la gama.

Si fuera por el diseño, el Q3 seguiría siendo una apuesta segura, pero la verdadera batalla se libra en su interior. Audi había recibido críticas en los últimos años por interiores demasiado minimalistas, con exceso de superficies brillantes y una obsesión por lo táctil que restaba ergonomía. El nuevo Q3 refleja una serie de rectificaciones a este respecto. El salpicadero estrena un conjunto de pantallas curvadas que integran la instrumentación digital de 12,3 pulgadas y la central de hasta 13.

Lo más importante es que, a pesar de la digitalización, se conserva una franja de botones físicos para el climatizador y accesos directos a los asistentes: una concesión a la usabilidad que devuelve al conductor cierta sensación de control. Los materiales vuelven a situarse al nivel que se espera de un Audi: plásticos mullidos en la parte superior, inserciones en microfibra retroiluminada, molduras en símil madera o metal y un tacto general más sólido que en modelos superiores como el Q5. Un premium ha de apreciarse en todos los rincones, y el Q3 lo consigue.

La habitabilidad refleja un equilibrio delicado. En las plazas delanteras, los asientos deportivos en microfibra reciclable —en opción— ofrecen buen agarre y ventilación. Atrás, la banqueta puede desplazarse longitudinalmente hasta diecisiete centímetros, lo que permite jugar con el maletero, que ofrece 490 litros de base y más de 1.300 con los asientos abatidos.

Más deportividad, menos espacio

El Sportback penaliza un poco a los pasajeros altos, que rozarán su cabeza con el techo. El maletero admite un doble fondo en las versiones convencionales, aunque lo pierde en el híbrido enchufable debido a la batería. En cualquier caso, es un coche que conserva la practicidad familiar, sin renunciar a un cierto aire coupé.

En tecnología, Audi despliega toda la artillería. El Q3 estrena un head-up display con realidad aumentada que proyecta señales de tráfico o indicaciones de navegación directamente sobre el asfalto. El sistema de infoentretenimiento, basado en Android Automotive, admite actualizaciones OTA y responde con fluidez. No falta conectividad inalámbrica con Apple CarPlay y Android Auto, carga inductiva ventilada para el móvil, sonido Sonos 3D y una interminable lista de asistentes a la conducción.

La Unión Europea obliga desde 2024 a incorporar una larga lista de ADAS, a menudo tan molestas como imprescindibles. Audi ha tenido el detalle de colocar accesos directos para desactivarlos: un compromiso inteligente para cumplir la norma sin agotar al conductor con pitidos y vibraciones que, en ocasiones, distraen más que ayudan.

Si, el diesel vive

En el apartado mecánico, el Q3 refleja la transición de la industria. La gama comienza con el 1.5 TFSI de 150 caballos dotado de hibridación ligera, suficiente para lucir la etiqueta ECO en el parabrisas. Por encima, hay un 2.0 TFSI en versiones de 204 y 265 caballos, este último con tracción quattro y una aceleración de 0 a 100 en 5,7 segundos, lo que lo convierte en el más deportivo de la gama.

A pesar de que el gasóleo pierde cuota de mercado a diario, los prestigiosos motores TDI sobreviven con un 150 caballos, aún demandados en mercados como el español. Pero la estrella es el híbrido enchufable, que combina el 1.5 TFSI con un motor eléctrico y una batería de 20 kWh netos.

La autonomía eléctrica ronda los cien kilómetros en condiciones reales y la carga admite hasta 50 kW en continua, lo que le permite recuperar del 10 al 80 % de su capacidad en apenas media hora. Audi espera que esta sea la motorización que más peso tenga en el mercado, apoyada en el auge de los enchufables y en los incentivos estatales.

Conducirlo promete un equilibrio entre dinamismo y confort. La suspensión puede ser convencional, deportiva o adaptativa, esta última con tecnología de doble válvula heredada de Volkswagen y Cupra. Es un coche pensado para familias que buscan un SUV cómodo para el día a día, pero con el empaque suficiente para un viaje largo por carretera.

Cuesta lo que vale

Los precios, como siempre, marcan el terreno. En Alemania, la gama arranca en 46.500 euros, apenas cien más que el SUV clásico, aunque un S line bien configurado con motor potente puede acercarse a los 80.000. En España, los TFSI y TDI de 150 caballos costarán unos 46.500, mientras que el híbrido enchufable roza los 57.000 antes de ofertas y ayudas.

No es barato, pero en un mercado donde un Volkswagen Tiguan o un Cupra Terramar ya superan los 40.000 sin demasiados extras, la diferencia se explica por el acabado, la tecnología y, sobre todo, el logo de los cuatro aros.

En perspectiva, el Q3 se convierte en un modelo estratégico. Audi sabe que este SUV es su puerta de entrada para muchos nuevos clientes: el coche con el que conquista a jóvenes o familias que buscan un premium asequible. Frente a un ejército de rivales –BMW X1, Mercedes GLA, Volvo XC40, Lexus UX, Tesla Model Y y hasta los hermanos del grupo, como Tiguan o Terramar–, la receta sigue siendo reconocible: diseño sobrio, acabados superiores y una gama mecánica versátil. El Q3 no busca ser el más barato ni el más radical, sino el más equilibrado.

Quizá por eso sea tan importante. En un mercado que cambia de orografía cada pocos años, con la electrificación forzando transiciones apresuradas, el Q3 se presenta como un punto de continuidad.

Puede que no despierte pasiones como un RS, pero garantiza algo más valioso: que quien lo compre sienta que ha dado un paso adelante. Y ese, al fin y al cabo, es el secreto del éxito de Ingolstadt. El Q3 no es un coche cualquiera: es uno de los que pueden marcar su futuro como marca, al dar medio paso en lo eléctrico sin tirarse de cabeza a una piscina que, ojos de muchos, aún tiene poca agua.

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