El BYD Seal U DM-i está crujiendo a su competencia por un motivo
El coche más vendido de la marca supera al resto en rendimiento, eficiencia y autonomía

BYD Seal U DM-i.
Poco a poco y a la chita callando. Así es como BYD se está colando en el mercado europeo, y si su playa de desembarco es España, su punta de lanza es el Seal U DM-i. Para convencer en tres meses a las 5.648 personas que se compraron uno y hacerse con el 10% de las ventas de híbridos enchufables, hacen falta muy buenos argumentos, y este coche tiene los que pocos.
Con unas líneas discretas y poco llamativas, pero muy personales –y que recuerdan al Porsche Macan–, gusta a todos. No solo eso, sino que ofrece un conjunto que no aglutina ninguno de sus competidores a cambio de su precio. Esto le hace acreedor de ser el hijo que más alegrías está dando en nuestro mercado a la firma china.
Su éxito no reside tanto en el precio, sino en lo que ofrece a cambio. A esto hay que añadir que BYD es la marca que está logrando el crecimiento continuado más sólido tras su llegada hace relativamente poco tiempo. La clave son dos asignaturas: aprueban con nota en el servicio posventa y ofrecen un producto acertado. En este modelo aglutinan, además, tres elementos muy valorados: rendimiento, eficiencia y autonomía.
El Seal U DM-i es un SUV de casi cinco metros que cuesta lo mismo que modelos de menor tamaño, menos potencia y un equipamiento inferior. Sin embargo, no parece una ganga oportunista ni un reclamo de saldo; más bien parece una declaración de intenciones.
El precio es lo primero que llama la atención. Hasta finales de agosto cuenta con una oferta especial a la que se puede acceder, con descuentos y ayudas, desde 29.790 euros. Con estas cifras se presenta como el híbrido enchufable con mejor relación entre tamaño, potencia y equipamiento del mercado. Pero eso no basta para explicar por qué ha empezado a escalar en las listas de ventas: el misterio reside en su propulsión.
Este coche, en su versión Comfort, ofrece hasta 125 kilómetros de autonomía eléctrica. Una cifra que hasta hace muy poco parecía exclusiva de vehículos eléctricos puros. Y lo hace con una batería de 26,6 kWh que, a efectos prácticos, convierte a este SUV en un coche urbano sin gasto en combustible. Durante la semana laboral, si se recarga cada noche en casa, puede completar los desplazamientos diarios sin gastar una gota de gasolina. Solo con electricidad.
En ciudad, el Seal U DM-i se mueve con la agilidad justa. No es ligero, pero circula con suavidad y sin vibraciones. El motor eléctrico ofrece una respuesta suficiente para el tráfico urbano; la aceleración no emociona, pero tampoco decepciona. Y, lo más importante, lo hace en silencio y sin emisiones, con las ventajas que ello conlleva a nivel regulatorio.
En esos recorridos cortos, el consumo eléctrico ronda los 18 kWh cada cien kilómetros. Con tarifas nocturnas, esto equivale a menos de dos euros. La cuenta es sencilla: moverse con un coche de este tamaño cuesta menos que hacerlo en transporte público. ¿Y qué pasa cuando la batería se agota? El sistema híbrido entra en acción.
La transición no es brusca, ni tampoco imperceptible, pero se hace sin sobresaltos, sin tirones. El motor de gasolina, un 1.5 litros atmosférico, asume el papel de generador. No siempre mueve las ruedas; a veces solo carga la batería, en un sistema que está pensado para priorizar el uso eléctrico en todo momento.
En una prueba de 300 kilómetros, con la batería agotada, el consumo se puede mantener con facilidad por debajo de los 7 litros. Si se sale de casa con la batería llena, en un recorrido similar, el consumo apenas supera los 4 litros. Son cifras reales, obtenidas en condiciones normales, sin buscar el ahorro extremo.
Lo interesante es cómo la arquitectura de su propulsor lo consigue. El coche guarda siempre un remanente del 20% de batería para funcionar como híbrido con los dos motores, térmico y eléctrico, empujando siempre. Esto le permite mantener consumos bajos durante más kilómetros. Su autonomía mixta es de récord, y la marca asegura que es capaz de recorrer 1.125 km.
Tamaño grande, consumo pequeño
El Seal U DM-i mide 4,78 metros. Es un coche grande, con cinco plazas reales, una distancia entre ejes generosa y un espacio interior que compite con modelos del segmento premium. Las plazas traseras son especialmente amplias, lo que impulsa la comodidad. El respaldo tiene una buena inclinación, la altura libre al techo es más que suficiente para personas de algo más de un metro ochenta, y hay tomas USB tipo C para todos.
El maletero sí es algo más justo. Sus 425 litros se quedan cortos si se viaja con equipaje para toda la familia. No es un problema grave, pero sí una limitación frente a rivales que, con menos espacio interior, ofrecen más volumen de carga. No pincha en esta asignatura, pero lo que ganan los pasajeros lo pierde el equipaje.
Equipamiento sin letra pequeña
Desde la versión más básica, el coche viene completo. No hay que pagar por cada extra como si fuera una aerolínea de bajo coste. El techo panorámico, los asientos calefactados y ventilados, el acceso sin llave o la cámara de 360 grados están incluidos en el paquete inicial. También lo están las ayudas a la conducción más habituales: mantenimiento de carril, control de crucero adaptativo, alerta de tráfico cruzado o detección de ángulo muerto. Todo eso viene de serie.
También lo hace la pantalla central de 15,6 pulgadas, rotativa, compatible con Android Auto y Apple CarPlay. Puede parecer un gadget innecesario, pero quien viaje con niños sabrá apreciar su capacidad para entretener y su tamaño para navegar, proyectar o simplemente mostrar el mapa con claridad.
Una conducción sin ambición deportiva
El Seal U DM-i no pretende emocionar al volante. La suspensión es algo blanda, con idea de ofrecer confort en línea recta, aunque penaliza la agilidad en curva. La dirección no transmite mucho y los frenos exigen algo de adaptación. No es un deportivo, ni tampoco lo pretende. Este es un coche para viajar cómodo, no para buscar los límites.
En autopista, su fuerte, se mueve con aplomo. El aislamiento acústico es bueno, y solo el ruido aerodinámico aparece a alta velocidad. El motor no interfiere, la transición entre eléctrico e híbrido se produce sin sobresaltos, y el conductor puede centrarse en el viaje.
Lo que separa a este SUV del resto no es su enfoque. BYD ha entendido que muchos conductores no quieren un coche deportivo, ni un eléctrico puro, ni un SUV pequeño con estética de grande. Quieren espacio, eficiencia, equipamiento y un coste de uso reducido. Este coche ofrece todo eso. Y lo hace con una propuesta comercial agresiva. No es un coche abaratado, construido para rebajar su precio final. Los acabados son correctos, la calidad percibida es buena y la sensación al volante es la de un coche bien hecho.
Contra quién compite
Los rivales directos son pocos. El Toyota C-HR, con menos tamaño y menos batería, cuesta lo mismo a igualdad de equipamiento. El Ford Kuga PHEV, algo más parecido en dimensiones, se queda corto en autonomía eléctrica. El MG EHS tiene mejor precio, pero menos autonomía y acabados más limitados. Incluso el Peugeot 3008 híbrido enchufable se queda por detrás en eficiencia real.
La comparación más justa sería con coches de mayor categoría. Un BMW X3 híbrido enchufable parte de 66.000 euros, o un Mazda CX-60, que ronda los 56.000. Ninguno ofrece lo que el Seal U da por menos de 40.000. Y eso pesa mucho.
La clave: independencia energética
Recargar el coche en casa, recorrer 100 kilómetros por menos de dos euros, usar el motor térmico solo como apoyo. Esa es la gran virtud del Seal U DM-i: su sistema híbrido. Es funcional, y está diseñado para dar prioridad a la electricidad. Para el conductor medio, esto significa la libertad de elección al reunir lo mejor de dos mundos, el eléctrico y el térmico.
No sobresale en nada, pero es válido para todo lo que una familia busca: espacio, ahorro y comodidad. No hay alternativa más sólida en este rango de precios. El coche con sentido, y a un precio imbatible. Esa es la razón por la que es el BYD más vendido de toda la gama. Lógico.