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El coche más rápido del mundo ya es un eléctrico. Y sí, también es chino

Un recién llegado pone de nuevo contra las cuerdas a la aristocracia de la automoción

El coche más rápido del mundo ya es un eléctrico. Y sí, también es chino

Yangwang U9 Extreme.

Era cuestión de tiempo. Del tiempo necesario para que la marca Yanwang, una perfecta desconocida hace tres años, haya construido un coche capaz de dejar atrás a un Fórmula 1. Y del tiempo relativo, al ser capaz de recorrer 137 metros por segundo, a razón de casi 83 campos de fútbol por minuto. La filial premium de BYD ha logrado lo impensable hace poco, y lo que resulta tangible hoy: superar al coche más rápido del mundo hasta la fecha con su último modelo, el Yangwang U9 Extreme.

Hasta la fecha, los reyes de esta prueba, la de velocidad absoluta, eran el McLaren F1, el Bugatti Veyron, el Koenigsegg Agera RS y, en su último hito, el Bugatti Chiron Super Sport 300+, que mantenía el récord con 490 km/h. A los chinos les da igual, no tienen prejuicios y tampoco miran hacia atrás, solo hacia delante. De hecho, en la prueba casi se quedan sin pista, porque les faltaron apenas 4 km/h para alcanzar la cifra psicológica de los 500 km/h, el doble de la que necesita un Airbus cargado de pasajeros para despegar del suelo.

El resultado es que la historia de la velocidad acaba de ser reescrita por una firma cuyo nombre aún tenemos que aprender a escribir, cuyo logotipo apenas reconocemos, y que ha dinamitado todos los registros de la aristocracia del automóvil. Y la cifra de Récord Guinness ha de ser acompañada de dos particularidades. Una es que se trata de un vehículo chino. La otra es que lo ha logrado con una receta muy distinta a la aplicada por los que han liderado la industria durante décadas: no alberga un solo litro de gasolina en el depósito que no posee. Dos razones que han puesto a mascullar y maldecir en silencio a miles de ingenieros europeos, los sospechosos habituales de acometer esta acelerada empresa.

La hazaña ha tenido lugar en el óvalo de alta velocidad de ATB Papenburg, en el norte de Alemania, con el piloto Marc Basseng al volante. Allí, en una pista con rectas de cuatro kilómetros, el U9 Extreme no solo ha superado al Bugatti. Es que también ha destrozado el récord que, en teoría, seguía vigente: el de 282,9 mph (453 km/h) del SSC Tuatara en doble dirección. La goleada del coche chino ha sido de 41 km/h más. Cierto es que, de momento, no ha hecho la vuelta de retorno que exige Guinness, pero eso parece ser una cuestión de mero trámite; el tanto ya ha subido al marcador.

La receta de Yangwang para lograr esta barbaridad mecánica no tiene ingredientes secretos. El U9 equipa cuatro motores eléctricos capaces de girar hasta 30.000 revoluciones por minuto que generan la friolera de 3.000 CV, y una batería de 80 kWh muy especial. No se parece a ninguna otra vista hasta la fecha, quizá porque ni siquiera sea la misma Blade Battery que BYD lleva años utilizando en lo más alto de sus gamas. Tiene también una plataforma de 1.200 voltios, la primera en el mundo homologada para producción de semejante capacidad.

El alerón trasero, que en versiones previas limitaba la velocidad, fue eliminado. En su lugar se colocó un spoiler delantero que empuja el morro contra el suelo. A esas velocidades, cualquier desviación puede ser fatal. El coche salió de la curva inclinada del circuito a 300 km/h y, en cuanto Basseng pisó el acelerador, el U9 voló: 450, 470, 490… hasta llegar a los 496,22 km/h. En el vídeo mostrado por la firma, el U9 aún parece tener margen. Pero el piloto tuvo que levantar el pie, porque el coche comenzó a deslizarse hacia la barrera izquierda. La recta se le acababa.

El Yangwang U9 Extreme no solo ha batido el récord de velocidad absoluta. También ha parado el cronómetro en Nürburgring en 6:59, apenas tres segundos más que el Ford Mustang GTD, un coche diseñado desde el primer tornillo para circuitos. En la misma vuelta, el biplaza oriental dejó atrás a otro eléctrico chino, el Xiaomi SU7 Ultra, que se quedó en 7:04, un sedán familiar de cinco plazas que ha demostrado estar más cerca de los supercoches de lo que se pensaba. Pero la diferencia es clara. El coche de Yangwang ha nacido para reventar registros; el de Xiaomi, para competir en la calle… o donde le dejen.

Un avión eléctrico

Hay otros detalles técnicos que ayudan a entender cómo se logró este récord. El coche pesa 2.480 kg, y eso, lejos de ser una desventaja, probablemente ayudó a mantener la estabilidad a velocidades extremas. Los frenos cerámicos son los mayores jamás instalados en un coche de producción, y el sistema de suspensión mide 100 veces por segundo el comportamiento de cada rueda. Los neumáticos, fabricados por una marca casi desconocida —GTI—, fueron diseñados ex profeso para evitar que la goma girara dentro de la llanta. Cualquier mínimo fallo a esa velocidad tiende a acabar en tragedia, algo que, como es obvio, nadie quiere que ocurra.

Lo de Yangwang, marca de superlujo bajo el paraguas industrial de BYD, tampoco ha sido una jugada al azar. Es el resultado de una estrategia meticulosa que comenzó en 2023, con la presentación del U9 en el Salón del Automóvil de Shanghái. Por entonces parecía otro intento chino de competir en un terreno reservado a marcas centenarias. Hoy, es el coche más rápido de todos los tiempos, con una marca lograda en territorio enemigo, en Alemania, el país de la libre velocidad en una Autobahn cada vez más discutida.

Del modelo solo se fabricarán 30 —puede que alguna más—, y su precio rondará los 400.000 euros, apenas una fracción del coste de un Bugatti o un Rimac Nevera. Por ahora, el U9 Extreme solo se venderá por encargo, a medida. Aun así, no es descabellado pensar que muchas de esas unidades terminarán en garajes europeos.

Las reglas han cambiado

Este coche es importante. No porque vaya a cambiar el tráfico de nuestras ciudades. Ni porque se vaya a ver por la autopista un domingo cualquiera. Es importante porque marca el final de una era. Porque demuestra que un fabricante chino, con tecnología eléctrica, puede no solo competir con las grandes casas europeas, sino superarlas.

Desde que el Ferrari 288 GTO marcó el primer hito moderno en velocidad, pasando por el McLaren F1, el Veyron, el Chiron o el Koenigsegg Agera RS, todos los reyes anteriores rugían. Este nuevo monarca no lo hace. Se desliza, y en su eco apenas queda sitio para la nostalgia.

Con toda seguridad no va a gustar a los puristas. Puede que tampoco tenga el alma de un V12 atmosférico. Pero, y esto no es discutible, es el más rápido de todos. Y eso, en el mundo del automóvil, sigue siendo un dato que marca muchas cosas, porque solo la ostentan los mejores.

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