Las fábricas de coches europeas se quedan sin microchips por el conflicto EEUU-China
Hay factorías que podrían quedar varadas en un periodo de entre dos y tres semanas

Oficinas centrales de Nexperia en Países Bajos. | Norbert Voskens (Zuma Press)
Llueve sobre mojado. Lo cantaba Fito Páez, y ahora también pueden entonar la canción del argentino las factorías europeas de coches cuando queden varadas y sin poder ensamblar coche alguno; la culpa la tienen unos microchips de apenas céntimos. Se podría decir que los responsables se llaman Donald Trump y Xi Jinping, y toda esta situación gira en torno a una muy desconocida empresa de la que nadie sabía nada hasta ahora: Nexperia.
El problema no es nuevo, sino más bien muy conocido, pero no se ha sabido dar con una alternativa: la dependencia de los microchips de los escasos proveedores existentes. Pero si este es el eje de la cuestión, el problema es más complejo y alberga connotaciones geopolíticas, negociaciones internacionales y desencuentros de terceros, en este caso, China y Estados Unidos.
Hay más, aunque el primer trueno de esta tormenta parte de la compañía Nexperia, adquirida en 2019 por el gigante chino Wingtech. Hasta ahora nadie había puesto pegas a la maniobra, pero el pasado septiembre el Gobierno de los Países Bajos expropió de facto la compañía y la hizo de capitalidad pública. Para ejecutar su jugada invocó razones de seguridad económica nacional. Pero todo apunta a que no fue idea del gobierno holandés, sino que actuó por orden y mandato de otro invitado a esta fiesta: la Casa Blanca.
Estados Unidos mantiene una confrontación silenciosa contra Pekín y, como ya hiciera con ASML —compañía que crea las máquinas que a su vez fabrican microchips—, presionó a La Haya para frenar la transferencia tecnológica hacia el dragón asiático. Esta vez la represalia no se ha hecho esperar, y los chinos han prohibido la exportación de productos ya terminados de Nexperia desde las plantas localizadas en suelo chino. La consecuencia ha sido la congelación del suministro global de unos chips que, aunque rudimentarios y baratos, son esenciales para ensamblar un coche.
Estos semiconductores de gama baja no son especialmente avanzados, pero tienen un papel vital en los mecanismos esenciales de los coches. Están presentes en los automatismos básicos, como los relacionados con las cerraduras, el encendido de los faros, el accionamiento de las ventanillas, los cierres de las puertas o el funcionamiento de los ventiladores del climatizador. Son piezas de una tecnología considerada obsoleta, pero sin las cuales ningún vehículo moderno puede terminar de ser ensamblado.
En el mundo hay varios fabricantes que las hacen, pero muy pocos que los produzcan en grandes cantidades. Se calcula que Nexperia cubre hasta el 40% de las necesidades de toda la industria. Su súbita parálisis no deja margen de reacción a unos fabricantes a los que les suena esta canción, pues tras la pandemia se enfrentaron a una situación parecida.
De acuerdo con una información de la agencia Reuters, tanto Nissan como Mercedes-Benz han encendido las luces de emergencia en lo tocante a este asunto. A pesar de que andan como locos buscando proveedores alternativos, los existentes no podrían atender la enorme demanda requerida. En Brasil hay plantas que piensan que podrían detenerse del todo en un periodo de entre dos y tres semanas.
La situación delata la clave del problema, y es la misma que se presentó cuando nos dimos cuenta de que en el Viejo Continente ya no se fabricaban mascarillas. Nexperia fabrica en Europa la base de los microchips, pero los termina de procesar en China, donde se les aplica el acabado final. Este segundo paso, imprescindible para que los chips lleguen con los estándares de calidad requeridos, no puede replicarse en el Viejo Continente. Europa no dispone de instalaciones que puedan asumir esa tarea.
Llueve sobre mojado
La actual situación ya se ha vivido antes. Tras la pandemia, los fabricantes tuvieron que buscar soluciones improvisadas para poder entregar vehículos. Algunas marcas optaron por vender unidades sin algunos circuitos instalados, con la promesa de completarlos más tarde. A otros les fue peor y se vieron obligados directamente a paralizar líneas de producción.
En la guerra por abaratar los costes de producción se buscan proveedores lo más económicos posible, y estos están casi todos en Asia. Todo el engranaje de la fabricación de coches se basa en una cadena logística muy compleja y con la participación de muchos proveedores. Si estos fallan, todo falla.
Dependencia de terceros
Los coches son cada vez más complejos: usan tierras raras, baterías de origen asiático o se manejan con la aplicación de inteligencia artificial cuya sede está en otros continentes. Lo del microchip de unos céntimos es solo un ejemplo de la dependencia de elementos ajenos que pueden trastocar el funcionamiento de toda una industria y por causas externas a ella.
La industria más potente de toda Europa, una en la que todavía tenemos algo que decir al mundo, depende de una pieza que es más pequeña que la moneda de menor valor que podemos llevar en el bolsillo. Sin poder manejarse con la cada día más necesaria soberanía tecnológica, se ponen en juego miles de millones de euros, cientos de miles de empleos y la viabilidad de toda una industria se pone en entredicho.
Nissan y Mercedes han sido las primeras en alzar la voz, pero los ecos de su preocupación resuenan en todas las marcas. El problema ahora no es técnico ni económico: es político. Y si la industria no quiere ver cómo su producción se desintegra, tendrá que empezar a mover ficha y hacer como Tesla, que lo fabrica casi todo bajo un mismo techo.
En la vida se avanza a base de errores y lecciones. Esperemos que se baraje lo segundo, se aprenda de los aciertos que se acabaron convirtiendo en debilidades y se den pasos hacia delante en busca de esa soberanía tecnológica, o antes o después acabará ocurriendo algo parecido. Fito Páez cantaba aquello de «Adán y Eva no se adaptan al frío». Si se subieran a un coche, seguirían ateridos, porque sin esos microchips el calefactor no funcionaría. Más nos vale a todos que lo haga.
